/ domingo 23 de septiembre de 2018

Ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos

Es una verdad palpable que seguramente no todos los hombres malos pueden llegar a ser buenos y sin embargo es muy probable que no haya un hombre en la faz de la tierra que no haya sido malo alguna vez y me refiero a la humanidad, no al género, de alguna manera nos hemos acostumbrado a lo malo, por eso no asusta que en este mes de la Patria, algunos mexicanos, en medio de la celebración en pleno Zócalo se hayan cobrado alguna venganza que más vale ni investigar y que la mayoría de quienes se encontraban en medio de la algarabía, ni cuenta se dieron, así que esa mayoría congregada en diversas plazas de nuestro país disimularon su verdad con el rostro pintado de los colores patrios, cantando, gritando y algunos bebiendo y conviviendo mientras los cohetes y castillos sonaban y rechinaban entre cantos de los cuetes acompañados del himno y sentimientos encontrados que nos llenaron de amor y solidaridad en un país de contrastes donde la música, los tamales, el tequila y el baile seguirán hasta el fin de nuestra existencia, pues esa es una forma de lavar nuestras tragedias, dichas y desdichas negando en ocasiones la realidad, una no muy agradable realidad en un país nuevo donde la izquierda como se quiera interpretar izquierda a la mexicana, nos demuestra la falta de calidad en las palestras de nuestros nuevos representantes, gente que se quedará mínimo tres años para dictar y dictaminar nuestras leyes y realidades mientras los mexicanos de a pie enfrentamos al nuevo día de la cruda realidad del México bronco y violento, el México con falta de oportunidades y precios a la alza, el México de la pobreza de valores además de la económica, el México de los ciudadanos que ahora tienen fijada su esperanza en el país de la renovación, en el nuevo país de la esperanza y de los milagros que como el café instantáneo deberá hacerse en un día, tres meses o máximo un año, verdades a medias que todos sabemos imposibles de realizar, pues si a tu casa se le cae una pared, dime ¿la puedes levantar en un día? Como somos mexicanos sabemos que todo mal tiene remedio y a toda capillita le llega su fiestecita y sin embargo no basta con ser patrioteros cada año para cambiar, sino ser patriotas todos los días para ‘celebrar’ un cuestionable amor al país que nos vio nacer, ser patriotas al interesarnos realmente no por la suerte del México de nuestros amores sino logrando cambios en nuestro entorno, en la familia, en niños y adolescentes que desconocen el Civismo para influir positivamente en la sociedad y en el contexto laboral bloqueando la violencia más terrible de la historia de nuestro país, probablemente ni la guerra de los Cristeros, ni la Revolución,ni las guerras de los Chichimecas causaron tantos decesos de manera tan brutal y aunque hay gente que piensa que no había nada qué festejar al observar que quienes han saqueado las arcas públicas han sido perdonados de antemano y ahora hay unos que se van y otros que regresan locos de contento con sus cargamentos sin que una mosca les moleste y sin reconocer que los verdaderos contribuyentes siguen o seguimos pagando la cruz de los impuestos y sus saqueos preguntándonos hasta dónde debemos seguir festejando como patrioteros el sacrificio de hombres y mujeres que creyeron en el país y sus cambios al vivir y morir por nuestra Independencia, personas que jamás imaginaron el que el Mexico del Siglo XXI podría continuar en manos de un pequeño o tal vez, no tan pequeño grupo de personas ‘ sin patria ‘en el poder, gente que por años ha manejado el discurso gastado de ‘en beneficio de las clases más desprotegidas’, mientras su familia queda muy protegida y en algunos casos ahora resulta que son herencias de padres que nunca soñaron tener ni una décima parte de lo que heredaron, tal vez todo esto ha sucedido porque no aprendimos que patriota es quien verdaderamente ama a su país y lucha por lograr que sus habitantes mejoren sus condiciones de vida, sin perdonarlos pecados ajenos con un ‘borrón y cuenta nueva’ o premios legislativos.

Me pregunto si quienes jalan los badajos de las campanas de la Independencia alguna vez han sentido el espíritu revolucionario y se han preguntado ¿es que para los mexicanos comunes hay realmente algo para celebrar?Ya que vergüenza ni definición de esta tienen, así que menos pueden preguntarse algo así, pero yo sí y a pesar de que tal vez haya muchos que piensen que ya no lo hay, yo estoy convencida que como mi patria no hay dos y si, hay que celebrar que somos ciudadanos llenos de fe y esperanza y somos perfectibles y en el nombre del amor a la patria podemos y debemos cambiar. Por eso y más ¡Viva Mexico y sus ciudadanos ¡y en el nombre de la Patria iniciemos el cambio cada uno en su trinchera, en su familia y entorno y mientras decidimos como y en que debemos cambiar espero sus comentarios en angeldesofia@yahoo.com.mx agradeciéndoles su lectura.