Dios Jesucristo en Juan 16:1 a 33 de la Biblia, hace unos 2,000 años en su Camino del Calvario, predicando a su pueblo judío sobre su Muerte, Resurrección y Segunda Venida, les hizo finalmente la invitación siguiente: “¡Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis Paz. En el Mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he Vencido al Mundo!”.
EL mensaje precedente, está vigente aquí ahora, para todos nosotros, porque la Palabra de Dios que es Cristo Mismo, según Juan 1:1 a 5, “Permanece para Siempre”, según 1 Pedro 1:25 e Isaías 40:8, y, por lo tanto, Cristo puede entrar de inmediato y para siempre en todo Nuestro Ser Espiritual, para tener ¡Paz y No Aflicción, Confianza y Victoria!, con sólo creer que Cristo Nos Salva del “Mundo” del Pecado, al cual Jesús Vence a favor Nuestro con Su Sacrificio del Calvario; porque de tal manera nos Ama Dios Trino y Uno que nos da a Cristo Crucificado, si arrepentidos pedimos a Jesús nos perdone todos nuestros pecados, creyendo que El nos perdona los mismos, y nos Salva del Castigo que es Eterno (en el infierno), y nos da Vida Eterna Gozosa y Feliz en su Cielo Divino, según Juan 3:16.
Por ende, nada ni nadie nos puede impedir aceptar a Cristo como Nuestro Salvador, ante la proximidad de la conmemoración que humanamente haremos en el mes siguiente del Sacrificio Victorioso de Jesús hecho en la cruz a nuestro favor, contra el “Mundo” que significa todo pecado nuestro; porque según Romanos 3:10 y 23: “No hay justo ni aún uno; por cuanto todos pecamos, estamos destituidos de la Gloria de Dios”; pero Cristo nos reitera de inmediato que: “Tenemos Su Paz y no Aflicción; Su Confianza y Victoria; porque al aceptarlo como Salvador, según Juan 3:16, Cristo nos justifica Gratuitamente por Su Gracia (Amor y Bondad Divinos), Mediante la Redención (Rescate o Salvación) que El nos proporciona, conforme a Romanos 3:24.
Estimado Lector: Cristo, quien quiere darte su Paz, Confianza y Victoria con sólo Confiar en El para ser Salvo, si sólo le dices con reflexión, decisión y valentía:
“Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Si Dios permite continuaremos el viernes siguiente.