/ domingo 24 de marzo de 2024

Un camino hacia Dios | «Los zacatlecos se distinguen por su fe y amor a la Patria » Moisés Lira Serafín, próximo beato

Teresa Eugenia García Castro

Conozcamos un poco de la religiosidad y cultura en la que creció el padre Moisés. La semilla de la cultura que los religiosos franciscanos trajeron a la Patria cayó en buena tierra y produjo óptimos frutos; ya que los zacatlecos son de una fe ardiente, sincera y convencida; fe que llevó a ser al padre Moisés esa alma pequeñita que tuvo toda su confianza puesta en Dios Nuestro Padre con gran sencillez.

Después de que el Convento pasó a manos del clero secular en 1770, buena parte de los hogares zacatlecos funcionaban como escuela: el padre o la madre se encargaban de la enseñanza de sus hijos.

En fecha posterior a la consumación de la Independencia (1821), las autoridades y algunos vecinos del Partido de Zacatlán, establecieron una junta protectora de las escuelas, la cuál tenía por objetivo difundir la enseñanza de los niños, cuyos padres estaban incapacitados para hacerlo. Aquellos niños recibían la enseñanza en una pieza del curato. -

Dicha junta se puso en consonancia con la Dirección General de la Instrucción primaria en toda la República, la cual se había constituido en Compañía Lancasteriana para difundir el sistema de enseñanza mutua en todo el país.

Fue presidente de la Compañía Lancasteriana de Zacatlán el Sr. Lic. Blas Pérez, Cura, Vicario foráneo de esta Parroquia de Zacatlán; solicitó del Obispado de Puebla, autorización para ceder los claustros, que estaban todavía convertidos en escombros, los cuales serían acondicionados y adaptados para escuela.

Dicha autorización fue concedida, en unos cuantos meses aquellas ruinas quedaron convertidas en la Escuela de la Divina Providencia, que fue la primera en todo el departamento de Puebla y la segunda después de la de nuestra Capital de la República. En 1845 se inauguró la escuela mencionada.

Los zacatlecos se distinguieron, no solo por su fe, si no también por su adhesión a la causa de la libertad; generosos en dar y de corazón desprendido, promovieron siempre con iniciativa y con entusiasta participación la lucha por librar al país de la ocupación extranjera.

Durante las épocas dolorosas para la Patria, los hijos de Zacatlán supieron regar heroicamente con su sangre los campos de combate en defensa de los principios de la libertad y de la fe.

Si durante la época virreinal Puebla fue objeto de los dardos de los capitalinos, en el México independiente sólo recibió elogios, estímulos y reconocimiento en forma de epígrafes, cantos, loas. De un himno Patriótico impreso en 1845, el coro dice: «¡Gloria, honor a los libres poblanos, a los hijos del Sol del Anáhuac! Este ejemplo seguid ciudadanos, tiemble pues el tirano de miedo que el poblano al morir con denuedo, ¡Gloria! Exclama ¡por la libertad!». Moisés Lira Serafín, orgullosamente zacatleco, próximo beato mexicano.

Encomiéndate a su intercesión. Testimonios a:

secretariageneralmcmi@gmail.com

Teresa Eugenia García Castro

Conozcamos un poco de la religiosidad y cultura en la que creció el padre Moisés. La semilla de la cultura que los religiosos franciscanos trajeron a la Patria cayó en buena tierra y produjo óptimos frutos; ya que los zacatlecos son de una fe ardiente, sincera y convencida; fe que llevó a ser al padre Moisés esa alma pequeñita que tuvo toda su confianza puesta en Dios Nuestro Padre con gran sencillez.

Después de que el Convento pasó a manos del clero secular en 1770, buena parte de los hogares zacatlecos funcionaban como escuela: el padre o la madre se encargaban de la enseñanza de sus hijos.

En fecha posterior a la consumación de la Independencia (1821), las autoridades y algunos vecinos del Partido de Zacatlán, establecieron una junta protectora de las escuelas, la cuál tenía por objetivo difundir la enseñanza de los niños, cuyos padres estaban incapacitados para hacerlo. Aquellos niños recibían la enseñanza en una pieza del curato. -

Dicha junta se puso en consonancia con la Dirección General de la Instrucción primaria en toda la República, la cual se había constituido en Compañía Lancasteriana para difundir el sistema de enseñanza mutua en todo el país.

Fue presidente de la Compañía Lancasteriana de Zacatlán el Sr. Lic. Blas Pérez, Cura, Vicario foráneo de esta Parroquia de Zacatlán; solicitó del Obispado de Puebla, autorización para ceder los claustros, que estaban todavía convertidos en escombros, los cuales serían acondicionados y adaptados para escuela.

Dicha autorización fue concedida, en unos cuantos meses aquellas ruinas quedaron convertidas en la Escuela de la Divina Providencia, que fue la primera en todo el departamento de Puebla y la segunda después de la de nuestra Capital de la República. En 1845 se inauguró la escuela mencionada.

Los zacatlecos se distinguieron, no solo por su fe, si no también por su adhesión a la causa de la libertad; generosos en dar y de corazón desprendido, promovieron siempre con iniciativa y con entusiasta participación la lucha por librar al país de la ocupación extranjera.

Durante las épocas dolorosas para la Patria, los hijos de Zacatlán supieron regar heroicamente con su sangre los campos de combate en defensa de los principios de la libertad y de la fe.

Si durante la época virreinal Puebla fue objeto de los dardos de los capitalinos, en el México independiente sólo recibió elogios, estímulos y reconocimiento en forma de epígrafes, cantos, loas. De un himno Patriótico impreso en 1845, el coro dice: «¡Gloria, honor a los libres poblanos, a los hijos del Sol del Anáhuac! Este ejemplo seguid ciudadanos, tiemble pues el tirano de miedo que el poblano al morir con denuedo, ¡Gloria! Exclama ¡por la libertad!». Moisés Lira Serafín, orgullosamente zacatleco, próximo beato mexicano.

Encomiéndate a su intercesión. Testimonios a:

secretariageneralmcmi@gmail.com