Lo que se ve, depende mucho de lo que se vive. Y por eso, cada quien se expresa de la vida a su manera. Ya lo decía Ortega: “La vida es la de cada cual”. Porque la vida es indefinible; y siempre será algo más, de lo que podamos decir de ella.
Decía Husserl, que para definir la vida, hay que considerar la experiencia vivida. Y cada quien ha experimentado la vida de diferente forma. Por aquello, de que cada cabeza es un mundo. Husserl, dice que cada quien tiene su mundo vital.
Ortega afirma: “La vida es una interpretación”. Esto significa, que no solamente influye lo que hayamos vivido; también cuenta la expresión que hagamos de la existencia. Es decir, si constantemente decimos que la vida es difícil, entonces complicada será nuestra existencia.
Lo que decimos tiene resonancia, y penetra en el corazón; hasta el grado de hacernos creer, que las cosas son como las hemos venido interpretando.
Nosotros decidimos lo que queremos ver, o encontrar en el caminar de la existencia. Hay múltiples maneras de ver la realidad; así como múltiples son los puntos de vista. La vida va ser iluminada desde nuestro interior; y lo que llevamos dentro, eso mismo lo encontraremos fuera.
Por eso, para vivir felices, es necesario preguntarnos, ¿Qué es lo que queremos ver en la vida? Si vamos a ver tan solo los defectos, es decir, lo que falta, entonces nuestra vida será oscura.
Y si la vida nos es indiferente, y nada nos causa agrado, entonces nuestra vida se vuelve gris. Y ya lo decía Ortega: “El gris es el ascetismo del color”. Porque lo gris, ni es negro, ni es blanco; es tan sólo una mezcla de ambos. Y no es válido pasarse la vida en estado de indiferencia.
Dice el poema: “Que si extrae la hiel o la miel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas. Cuando sembré rosales, coseche siempre rosas”. Por tanto, es importante considerar, que es lo que le vamos a dar a la vida; qué sembraremos en ella, para que de esa manera, la vida nos devuelva lo que le hemos dado.