/ lunes 18 de septiembre de 2023

Opinión | EL CORAJE, RECAE SOBRE UNO MISMO

Un enojo, es una emoción inevitable. Pero bien sabemos, que el coraje no es tan sano, aunque éste, forma parte de la condición humana.

Y, como las cosas, no siempre se dan como lo esperamos, entonces eso, nos provoca un enojo. No hay que olvidar, que el efecto de un coraje, recae sobre el que se enoja. Y, si las cosas que pasan por fuera, no son como quisiéramos; eso, puede ser motivo, de vivir un enojo.

Hemos olvidado, que el daño ocasionado por un coraje, recae sobre uno mismo; sobre todo, cuando no hay nadie a quien reclamar, y acabamos por perjudicarnos a nosotros mismos.

Son muchos los enojos que padecemos en silencio. Y éstos, acaban con la salud; porque ese mal no recae sobre otra persona, sino sobre nosotros mismos.

Cuando vamos conduciendo el auto, y quedamos atrapados en el congestionamiento, eso, nos produce malestar, y por lo mismo enojo. Pero el coraje, no va a resolver el problema, y si nos causará un malestar físico y emocional; llegando incluso, a minar la salud.

Los enojos, son desajustes emocionales, que afectan al que los vive y padece. Por eso, es bueno preguntarse: si vale la pena, padecer un enojo. Y, siendo más preciosos, ningún coraje es para bien.

Por tanto, antes de enojarse, es bueno preguntar: si con el enojo se resuelve el problema, o se engrandece el daño.

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez

Un enojo, es una emoción inevitable. Pero bien sabemos, que el coraje no es tan sano, aunque éste, forma parte de la condición humana.

Y, como las cosas, no siempre se dan como lo esperamos, entonces eso, nos provoca un enojo. No hay que olvidar, que el efecto de un coraje, recae sobre el que se enoja. Y, si las cosas que pasan por fuera, no son como quisiéramos; eso, puede ser motivo, de vivir un enojo.

Hemos olvidado, que el daño ocasionado por un coraje, recae sobre uno mismo; sobre todo, cuando no hay nadie a quien reclamar, y acabamos por perjudicarnos a nosotros mismos.

Son muchos los enojos que padecemos en silencio. Y éstos, acaban con la salud; porque ese mal no recae sobre otra persona, sino sobre nosotros mismos.

Cuando vamos conduciendo el auto, y quedamos atrapados en el congestionamiento, eso, nos produce malestar, y por lo mismo enojo. Pero el coraje, no va a resolver el problema, y si nos causará un malestar físico y emocional; llegando incluso, a minar la salud.

Los enojos, son desajustes emocionales, que afectan al que los vive y padece. Por eso, es bueno preguntarse: si vale la pena, padecer un enojo. Y, siendo más preciosos, ningún coraje es para bien.

Por tanto, antes de enojarse, es bueno preguntar: si con el enojo se resuelve el problema, o se engrandece el daño.

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez