DIOS CRISTO JESÚS nos muestra en Mateo 26:47-67 de la Biblia el terrorífico momento en el cual fue sentenciado por Poncio Pilato a la pena de muerte en la cruz del Calvario.
En efecto, previo a lo anterior, Cristo había sido aprehendido por orden de los sacerdotes, ancianos y escribas o dirigentes judíos quienes buscaban motivo para que se le sentenciara con dicha pena, encontrando la supuesta causa, cuando a la pregunta siguiente: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?", que le hizo el sumo sacerdote judío, Jesús le contestó: “¡Tú lo has dicho!”.
Lo anterior bastó como pretexto a los judíos para acusar de blasfemia a Cristo ante Pilato, que era el gobernador romano en Judea, quien, aunque estando enterado de que tal acusación era injustificada, sentenció a Jesús para ser crucificado, entregándolo a los soldados, quienes dieron cumplimiento a la Pena de Muerte contra Cristo en el lugar llamado Gólgota.
Comentamos sobre el tema de la Muerte de Jesús, ante la proximidad de la celebración festiva tan popular del “Día de Muertos” en nuestro país; para resaltar la Muerte Preciosa, Santa, Bendita y Perfecta de Jesús que El pone nuestra disposición, para que la hagamos nuestra y entremos en su Muerte Divina y Vida Espiritual, porque cuando El resucitó, quiere que dejemos atrás nuestra muerte espiritual que lleva al infierno, porque al aceptar resucitar con El, arrepentidos ante El de nuestros pecados, creyendo que El nos perdona y nos salva, pasamos de inmediato de nuestra vida perdida en el infierno a la Vida Eterna Salvos en Cristo para entrar a su Cielo Divino, porque también Resucitamos con El.
Por ende, Cristo nos invita a su salvación, creyendo que El nos Bautiza en su Muerte, al ser sepultados juntamente con El para muerte de nuestros pecados, a fin de que como Cristo Resucitó de los muertos también nosotros andemos en Vida Nueva, según Romanos 6:3-6.
Estimado Lector: Cristo te invita a dejar atrás tu pena de muerte espiritual que te causa el pecado si le dices con valentía, reflexión y sinceridad: “Jesús, Señor Mío y Dios Mío, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Único, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Si Dios permite continuaremos el viernes siguiente.