/ martes 12 de abril de 2022

Opinión

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Las victorias humanas, son dichas pasajeras

Todo lo que se obtiene de la vida, no dura por siempre; porque lo humano, desaparece como el humo. Y lo que es de este mundo, no dura por siempre.

El hombre, es muy volátil; y con facilidad, cambia su modo de pensar, y también de sentir.

Y es por eso, que el hombre no es un ser de fiar. Porque quién hoy te quiere, tal vez mañana te va a despreciar.

Y como vivimos en una sociedad de cristal, cualquier detalle, nos incómoda, y hace que nos sintamos quebrados. Y por eso, con facilidad, rompemos la relación con el otro.

Por tanto, no hay que fiarse de las alabanzas humanas; porque éstas, no duran por siempre.

No perdamos la cabeza con el éxito momentáneo. Ya que los triunfos humanos, duran poco, tan sólo un instante. Jesús, también fue víctima de las alabanzas, y del desprecio de los hombres. Y cuando entró en Jerusalén, fue recibido con las palmas de la victoria. Pero a los pocos días, la gente pedía su muerte.

Aunque el Señor, estaba consciente, que todo eso forma parte de la dinámica humana.

Por eso, no es bueno confiar en las alabanzas humanas. Porque éstas, son tan efímeras, como la vida misma. El hombre, no es un ser de fiar; porque cambia conforme se mueve el viento.

Y no venimos a este mundo, para vivir en la victoria, estamos aquí, para mantenernos en pie de lucha. Este mundo temporal, es un campo de batalla, donde hay que luchar para sobrevivir.

Cierto es, que hay éxitos, pero éstos, son pasajeros. Más aún, no hay que fiarnos de las glorias humanas. Porque el que hoy te alaba, mañana pedirá tu muerte. Y eso fue, precisamente lo que le sucedió al Señor, que al llegar a Jerusalén, lo recibieron con “ Vivas”, y en pocos días, pedirían su muerte.Por eso, las victorias humanas, son dichas pasajeras. Porque nada es para siempre. Más, no por eso, debemos desesperar, más bien es importante conocer el terreno que estamos pisando; y ser conscientes, de que nada nos puede vencer, si contamos con la ayuda de Dios, y no perdemos la esperanza.

Por eso, cuando nos llegue el éxito, no nos dejemos envolver por éste; porque siempre hay algo que esperar. Ya que en esta vida, lo bueno, es lo que está por llegar. Por tanto, vivamos esperando. Porque la vida, se nutre y alimenta de la espera. Y mientras estemos en este mundo, nunca dejemos de esperar. Porque si perdemos la esperanza, también perderemos el éxito.

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Las victorias humanas, son dichas pasajeras

Todo lo que se obtiene de la vida, no dura por siempre; porque lo humano, desaparece como el humo. Y lo que es de este mundo, no dura por siempre.

El hombre, es muy volátil; y con facilidad, cambia su modo de pensar, y también de sentir.

Y es por eso, que el hombre no es un ser de fiar. Porque quién hoy te quiere, tal vez mañana te va a despreciar.

Y como vivimos en una sociedad de cristal, cualquier detalle, nos incómoda, y hace que nos sintamos quebrados. Y por eso, con facilidad, rompemos la relación con el otro.

Por tanto, no hay que fiarse de las alabanzas humanas; porque éstas, no duran por siempre.

No perdamos la cabeza con el éxito momentáneo. Ya que los triunfos humanos, duran poco, tan sólo un instante. Jesús, también fue víctima de las alabanzas, y del desprecio de los hombres. Y cuando entró en Jerusalén, fue recibido con las palmas de la victoria. Pero a los pocos días, la gente pedía su muerte.

Aunque el Señor, estaba consciente, que todo eso forma parte de la dinámica humana.

Por eso, no es bueno confiar en las alabanzas humanas. Porque éstas, son tan efímeras, como la vida misma. El hombre, no es un ser de fiar; porque cambia conforme se mueve el viento.

Y no venimos a este mundo, para vivir en la victoria, estamos aquí, para mantenernos en pie de lucha. Este mundo temporal, es un campo de batalla, donde hay que luchar para sobrevivir.

Cierto es, que hay éxitos, pero éstos, son pasajeros. Más aún, no hay que fiarnos de las glorias humanas. Porque el que hoy te alaba, mañana pedirá tu muerte. Y eso fue, precisamente lo que le sucedió al Señor, que al llegar a Jerusalén, lo recibieron con “ Vivas”, y en pocos días, pedirían su muerte.Por eso, las victorias humanas, son dichas pasajeras. Porque nada es para siempre. Más, no por eso, debemos desesperar, más bien es importante conocer el terreno que estamos pisando; y ser conscientes, de que nada nos puede vencer, si contamos con la ayuda de Dios, y no perdemos la esperanza.

Por eso, cuando nos llegue el éxito, no nos dejemos envolver por éste; porque siempre hay algo que esperar. Ya que en esta vida, lo bueno, es lo que está por llegar. Por tanto, vivamos esperando. Porque la vida, se nutre y alimenta de la espera. Y mientras estemos en este mundo, nunca dejemos de esperar. Porque si perdemos la esperanza, también perderemos el éxito.