Víctor Hugo Guel González
Salmo 95:6 Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
El Salmo 95:3-11 nos invita a contemplar la grandeza de Dios que se manifiesta en su creación, a
responder con adoración y a estar alerta ante la dureza de corazón que puede impedirnos disfrutar
de su plenitud. Además, nos anima a perseverar en la obediencia y la fe, incluso en los momentos de
incredulidad.
La grandeza de Dios revelada en la creación. Salmo 95:3-5. “Suyo también el mar, pues él lo
hizo…”
Este versículo nos recuerda la grandeza de Dios revelada en la creación. Las montañas, valles,
mares y la tierra misma son testimonios de su poder y majestad. Desde la inmensidad del universo
hasta la delicadeza de una flor, toda la creación proclama la grandeza del Creador. Contemplar su
magnífica creación nos llena de asombro y nos invita a adorar al Dios todopoderoso que lo hizo todo.
La adoración como respuesta a la grandeza de Dios. Salmo 95:6-7. “Venid, adoremos y
postrémonos..”
Ante la magnificencia de Dios, nuestra única respuesta adecuada es la adoración. Estos versículos
nos muestran cómo nos acercamos a Dios con reverencia y gratitud, reconociendo su soberanía
sobre nuestras vidas. Nos inclinamos ante Él como nuestro Pastor y Hacedor, confiando en su
cuidado y dirección. La adoración no es solo un acto externo, sino una expresión del corazón que
reconoce la grandeza y el amor de Dios.
Advertencia contra la dureza de corazón. Salmo 95:8-1. “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis
vuestro corazón…”
Sin embargo, el Salmo también nos advierte sobre la dureza de corazón que puede impedirnos
experimentar la plenitud de la relación con Dios. Estos versículos nos recuerdan el ejemplo del
pueblo de Israel en el desierto, quienes, a pesar de haber sido testigos de los milagros de Dios,
endurecieron sus corazones en incredulidad y desobediencia. Esta advertencia, nos recuerda la
importancia de mantener nuestros corazones sensibles a la voz de Dios y ser obedientes a su
voluntad.
Obediencia y Fe Ante la Incredulidad. Salmo 95:7b-11. “Y dije: Pueblo es que divaga de
corazón…”
En medio de la incredulidad y la tentación de endurecer nuestros corazones, Dios nos llama a
perseverar en la obediencia y la fe. El versículo 7 nos recuerda la importancia de escuchar la voz de
Dios y no endurecer nuestros corazones como en Meriba y Masah, donde Israel puso a prueba a
Dios a pesar de haber sido testigos de sus maravillas. Nuestra respuesta debe ser de obediencia y
fe, confiando en el carácter fiel y misericordioso de Dios, incluso cuando las circunstancias nos
desafían.
Este salmo nos invita a contemplar la grandeza de Dios en la creación, a responder con adoración y
a estar alerta ante la dureza de corazón que puede estorbar nuestra relación con Él. También a
perseverar en la obediencia y la fe, confiando en su fidelidad y amor. Que nuestras vidas reflejen
reverencia y entrega al Dios soberano y amoroso que nos creó y nos cuida con ternura.
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