DIOS CRISTO JESÚS hace unos 2,000 años, casi al concluir su Camino del Calvario, de pronto vino a El, su discípulo Judas Iscariote, quien entregó a Jesús para ser llevado preso ante sus enemigos judíos, según Mateo 26:45, 57.
En efecto, Cristo, había sido entregado así a dichos enemigos, o sea, el sumo sacerdote Caifás, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, quienes fueron unánimes en condenarlo a muerte, llevándolo atado ante el gobernador romano Poncio Pilato, quien, por la insistencia judía para crucificarlo, dictó así, finalmente, la pena de crucifixión contra Jesús según Mateo capítulo 27.
Luego de lo anterior, los soldados romanos martirizaron e injuriaron a Jesús, a quien llevaron cargando una cruz, hasta el cerro de la Calavera -el Calvario-, para ser crucificado, y cumplir así, Jesús, su promesa dada en la eternidad ante Dios Padre y Dios Espíritu Santo, para ser Salvador de toda la humanidad que lo aceptara y creyera que El, según Hebreos 10:12-14, porque con esta Unica Ofrenda hizo perfectos para siempre a sus santificados, que son sus creyentes conversos y salvos de todos los tiempos, que han recibido a Cristo como Unico Salvador personal, según Juan 3:16.
Cristo, sacrificó así su Cuerpo Divino en el holocausto más terrorífico y espeluznante de castigo terrenal atroz, aplicable solamente a los más feroces criminales, afrontando la horrenda maldición de la muerte de cruz; y como el Siervo Sufriente de sus seguidores, pagó, asimismo el castigo eterno por los pecados cometidos por dichos creyentes suyos, para limpiarlos de su maldad, conforme a Isaías 53: “Despreciado, desechado y experimentado en quebranto; llevando nuestras enfermedades y dolores, azotado, herido y abatido por nuestras rebeliones y pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos curados. Dios cargó sobre El los pecados de todos, y como cordero fue llevado al matadero”, resucitando luego, para seguirnos favoreciendo.
Estimado Lector: Cristo te llama creer en El, aceptando que por nuestros pecados: ¡Lo Crucificamos!, y nos regala su Muerte de cruz, para tener Vida Eterna, Santificada y Perfecta, en su Cielo, con sólo decirle: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Si Dios permite, continuaremos el viernes siguiente.
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