/ domingo 21 de abril de 2019

Fuimos hechos para amar, no para condenar

Hay quienes pasan la vida reprochando sus errores y sufren por un pasado ya muerto

Necesitamos del perdón, para sanar las heridas del pasado, pero el hombre no se decide a perdonar, ni a perdonarse


Por Padre Chava


El hombre deja de vivir, cuando vive en la nostalgia. Hay quienes pasan la vida reprochando sus errores y sufren por un pasado ya muerto. Y el pasado, ya no depende de nosotros. El pasado está en las manos de Dios. Por eso, necesitamos del perdón, para sanar las heridas del pasado. Pero el hombre no se decide a perdonar, ni a perdonarse. Y cuando falta el perdón, la vida se paraliza.

Sin perdón, no hay vida. Porque al no perdonar, nos atamos a un pasado ya muerto.

Y aunque la vida no se detiene, nosotros si nos frenamos ante la vida; porque nos quedamos instalados en las fallas.

Pero bien sabemos, que dónde Dios perdona, nosotros no tenemos derecho a condenar.

Dios perdona, para que seamos mejores. El no se fija en lo que fuimos, sino en aquello que podemos llegar a ser.

Dios, sigue adelante con sus proyectos, a pesar de nuestros tropiezos. Y por eso, dice el Profeta Isaías: “No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo”.

No es la condena, sino el amor lo que nos impulsa a seguir adelante; la desaprobación es un freno que nos impide seguir viviendo.

Pero el otro necesita más de tu amor, que de tu condena. Ésta, no es vida, solo reproche. Pero el amor, es la razón que tenemos para seguir luchando para ser mejores.

Decía Paul Ricouer: “Tu eres responsable de los delitos de tu hermano, porque si lo hubieras amado lo suficiente, no lo hubieras orillado a delinquir.

La condena, no es el remedio para ser mejor. Y cuando no amamos, orillamos al otro a cometer errores.

Pero si amamos a los débiles, éstos se sentirán redimidos. Y así, con nuestro amor, encontrarán la fuerza para no seguir fallando.

Hay quienes pasan la vida reprochando sus errores y sufren por un pasado ya muerto

Necesitamos del perdón, para sanar las heridas del pasado, pero el hombre no se decide a perdonar, ni a perdonarse


Por Padre Chava


El hombre deja de vivir, cuando vive en la nostalgia. Hay quienes pasan la vida reprochando sus errores y sufren por un pasado ya muerto. Y el pasado, ya no depende de nosotros. El pasado está en las manos de Dios. Por eso, necesitamos del perdón, para sanar las heridas del pasado. Pero el hombre no se decide a perdonar, ni a perdonarse. Y cuando falta el perdón, la vida se paraliza.

Sin perdón, no hay vida. Porque al no perdonar, nos atamos a un pasado ya muerto.

Y aunque la vida no se detiene, nosotros si nos frenamos ante la vida; porque nos quedamos instalados en las fallas.

Pero bien sabemos, que dónde Dios perdona, nosotros no tenemos derecho a condenar.

Dios perdona, para que seamos mejores. El no se fija en lo que fuimos, sino en aquello que podemos llegar a ser.

Dios, sigue adelante con sus proyectos, a pesar de nuestros tropiezos. Y por eso, dice el Profeta Isaías: “No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo”.

No es la condena, sino el amor lo que nos impulsa a seguir adelante; la desaprobación es un freno que nos impide seguir viviendo.

Pero el otro necesita más de tu amor, que de tu condena. Ésta, no es vida, solo reproche. Pero el amor, es la razón que tenemos para seguir luchando para ser mejores.

Decía Paul Ricouer: “Tu eres responsable de los delitos de tu hermano, porque si lo hubieras amado lo suficiente, no lo hubieras orillado a delinquir.

La condena, no es el remedio para ser mejor. Y cuando no amamos, orillamos al otro a cometer errores.

Pero si amamos a los débiles, éstos se sentirán redimidos. Y así, con nuestro amor, encontrarán la fuerza para no seguir fallando.