Salmo 13:1,2
Por Víctor Hugo Guel González
Dice la Biblia en Salmos 13:1-2 “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?”. En estos dos versículos David se pregunta cuatro veces las mismas cosas; y esas preguntas que él se hizo, debe llevarnos a examinarnos, qué es lo que necesitamos cambiar para que Dios obre en nuestra vida.
Respecto a esta reflexión, recuerdo que un misionero llamado Steve Volante, el cual por años sirvió el continente africano, dijo lo siguiente: “En ocasiones los aldeanos tienen más sentido común que muchos cristianos; ya que cuando les cae un rayo en su choza y se incendia, enseguida ellos están ofreciendo ofrendas a sus dioses para calmar su ira”; y él daba como testimonio, el hecho de que por meses estuvo enfermo sin tratamiento que lo ayudara a recuperarse, intentó con un médico y luego con otro; orando por su salud, hasta que al sexto mes se le ocurrió preguntarle a Dios, si había algo que él debería cambiar, algo que corregir, y el Señor se lo mostró inmediatamente; después de eso, él comenzó a sanar.
Esta pregunta: ¿Hasta cuándo, Jehová?, también debe llevarnos a entender que Dios tiene sus tiempos; no es antes, ni después; es en el momento preciso. En Hebreos 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Nosotros necesitamos el socorro divino, pero qué dicha y gozo saber que vendrá de manera oportuna. También dice en Eclesiastés 3:11 “Todo lo hizo hermoso a su tiempo”; muchas veces estas verdades bíblicas chocan con nuestro entendimiento, con nuestra lógica, y tendemos a pensar que Dios se tarda, como lo expreso el rey David en el Salmo 6:3 “Mi alma está también muy turbada, y tú, Jehová, ¿Hasta cuándo?”; En el Salmo 35:17 también dijo: “Señor, ¿Hasta cuándo verás esto?”. Por encima de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, deben de estar las promesas de Dios, así en lugar de desanimarnos y confundirnos, debemos buscar cambiar a ser mas como Cristo y esperar en los tiempos del Señor, sabiendo que Él nos quiere bendecir.
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