Dios Jesucristo hacia el año 60 de la era vigente, por medio del apóstol San Pablo llamó a la Iglesia de Efeso, en Asia Menor, para tener la Fortaleza de las Riquezas de la Gloria Divina, con sólo creer en Cristo Mismo, arraigándose y cimentándose en El, para comprender la Plenitud de su Amor que excede todo conocimiento, según Efesios 3:16 a 19 de la Biblia.
Lo anterior, por lo tanto, es mensaje para todos nosotros, aquí ahora, porque la Palabra de Dios Permanece para Siempre, según 1 Pedro 1:25 e Isaías 40:8, y lo podemos hacer nuestro, sin que nada ni nadie pueda impedírnoslo, con sólo ser salvos en Cristo, para comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de cuanto nos ama Cristo, quien anhela llenarnos de toda la Divinidad de Dios Trino y Uno.
Por ende: ¿Estamos listos para emprender las Riquezas de Cristo que comprenden el Camino, Verdad y Vida plenos de Gozo, Alegría y Satisfacción Eternamente, que Jesús concede al eliminar el castigo eterno a quien cree en Cristo y lo acepta como Salvador según Juan 14:6? Entonces: ¡He aquí el Día de Salvación, según 2 Corintios 6:2, porque la Justicia de Dios nos llama a no descuidar Salvación Tan Grande, según Hebreos 2:3, y a no menospreciar las Riquezas de Benignidad, Paciencia y Generosidad de Dios, según Romanos 2:4, porque perderíamos el Camino Angosto (Cristo) que conduce a la Felicidad del Cielo de Dios, por preferir el camino ancho de perdición del castigo del infierno, según Mateo 7:13-14
En consecuencia, menos aún podemos ignorar el Mensaje de Dios dirigido a sus Elegidos Salvos en Cristo (Vasos de Misericordia), a quienes Jesús les perdona sus pecados y los faculta para entrar a la Gloria Eterna, conforme a Romanos 9:23-24, porque: ¡Profundas son las Riquezas de la Sabiduría y de la Ciencia de Dios e Insondables (incomprensibles) son sus juicios, y sus Caminos, porque de Dios, y por El, y para El, todo es Suyo, y a El sea la Gloria, por los siglos!
Estimado Lector: Te llama Cristo, para que recibas Sus Riquezas de Su Gloria Divina, con sólo decirle en forma reflexiva, decisiva y valiente:
“Jesúcristo, Señor Mío y Dios Mio, ¡SALVAME!, perdona mis pecados de los cuales ante Ti me arrepiento; te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Si Dios permite continuaremos el viernes siguiente.