¡LA RUTA DEL CALVARIO!
DIOS CRISTO JESÚS, en Lucas capítulo 5 de la Biblia, nos nuestra la Ruta previa ineludible en la cual se ubicó exactamente hace unos 2,000 años, para cumplir los designios de la Trinidad Santísima en la eternidad, en su carácter de Salvador de todos los pecadores.
En efecto, Cristo, con plenitud de Amor hacia las criaturas humanas de todos los tiempos, incluidos nosotros aquí ahora prosiguió entonces la Ruta de su Sacrificio para derramar su sangre preciosa en el Calvario y con ello darnos la oportunidad grandiosa de entrar al gozo y felicidad eternos del Cielo, con solo arrepentirnos ante Él de nuestros pecados creyendo en Él y aceptándolo como Salvador nuestro, según Juan 3:16, para no caer por siempre en el castigo del infierno.
Por lo tanto, en la proximidad de la conmemoración de su Sacrificio podemos ver a Dios Cristo antes de su holocausto predicando Salvación, pero también sanando enfermos y leprosos, y hasta a un paralítico, a quien pusieron frente a Jesús cuando se encontraba con fariseos y doctores de la ley según Lucas 5:12,17-24, lo cual llenaba de asombro y maravillaba a sus múltiples seguidores.
Después se encontró Jesús, con Leví el publicano cobrador de tributos públicos, al cual llamó, diciéndole: “sígueme”, y éste, dejando de inmediato su oficio, sin más se fue con Jesús para hacer un gran banquete, pero ante las murmuraciones de escribas y fariseos, por estar Jesús compartiendo con Leví, Cristo les dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.
Asimismo, Cristo nos llama, para dejar atrás el pecado y ofrecerle el gran banquete de nuestro arrepentimiento y aceptación para ser salvos en El, y para ello toca a la puerta de nuestro corazón espiritual, para que lo dejemos entrar, según Apocalipsis 3:20
Estimado Lector: eres muy distinguido y apreciado por Cristo, quien te invita a hacer tuya su Ruta del Calvario con solo decirle: “Jesús, Señor mío y Dios mío, ¡SÁLVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname, y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.
Muchas gracias. Que Dios los bendiga ricamente, y si Él permite continuaremos el viernes siguiente. Mi teléfono es el 815-39-73.