POR TENER LO PROPIO, PERDEMOS LO COMÚN
Las cosas más maravillosas de la vida, no cuestan; y son tan grandes, que alcanzan para todos. Pero lo más valioso que tenemos, es un don. Y lo que es gratis, es algo que viene de lo alto.
La vida de un hijo no se logra con esfuerzo, ni se compra con dinero, es un regalo divino; un don que viene de Dios. Y cualquier padre estaría dispuesto a perder todo, con tal de no perder al ser que ama.
Por eso decimos, que lo más valioso de la vida, es gratis. Nosotros luchamos por tener bienes materiales; pero la vida nos da el motivo de luchar por esos bienes. Es decir, siempre tendremos a alguien que nos mueva a seguir adelante. Y la vida del que amamos, es un regalo de Divino.
El amor, la felicidad y la vida, son esos bienes comunes que pueden perderse al estar ocupados cuidando los bienes materiales.
Ya sabemos, que el pensamiento es traicionero. Y hay veces que luchamos mucho, pero perdemos de vista la causa de nuestro esfuerzo. Y es entonces, que cambiamos el amor por el dinero.
Empezamos a trabajar por los que amamos, y por culpa del dinero o el trabajo, acabamos por perder al que decíamos amar. Dice Kempis: “… y el que quiere tener las cosas propias, pierde las comunes. Al poseer lo poco, perdemos lo grandioso.
Ya lo dice San Pablo, que debemos aspirar a los dones más excelentes; de nada sirve tener mucho, y alcanzar renombre, si acabamos perdiendo el amor. Y al perder el amor, la felicidad se nos va de las manos.
Es bueno trabajar, y tener patrimonio. Pero no hay que olvidar la razón de nuestro esfuerzo. No perdamos lo más, por lo menos. Porque de nada sirve tener mucho, sino tenemos con quien compartirlo.