/ domingo 15 de abril de 2018

¿Por qué te gusta hacerte daño?

EL PEOR ENEMIGO DEL HOMBRE ES EL MISMO

El hombre es injusto consigo mismo, y todo indica, que su peor enemigo es el mismo. Nadie se explica por qué el hombre se lastima. Ningún animal se hace daño, sólo el hombre es el ser que se autodestruye. Y por eso, necesitamos de alguien que nos salve de nosotros mismos.

El único remedio para no dañarnos, es el mandamiento de la autoestima. Por eso, Dios que todo lo previene, y sabiendo que el hombre es autodestructivo, nos manda amarnos a nosotros mismos. Porque el hombre no se sabe amar, si supiera amarse, entonces el mandamiento del amor estaría de sobra.

Por eso, con un mandato se nos recuerda que estamos obligados a cuidar de nosotros mismos. El hombre que no se ama a sí mismo, no podrá jamás, amar bien a su prójimo.

Algún día, hubo alguien que te dañó, pero tu prolongas ese daño por meses, y hasta por años. Alguien te lastimó, pero tú sigues prolongando ese daño en ti. Y ya lo dice el dicho: “Lo que no es en tu año, no es en tu daño”. El impacto recibido se dio el año pasado, entonces, ¿Para qué seguirnos impactando? No hay que arrastrar el daño, en contra nuestra.

San Agustín decía: “¿Por qué quieres añadir días malos a los malos días? Bástale a cada día su maldad; la tuvo el de ayer, la tiene el de hoy y la tendrá el de mañana”. Si ya de por sí, la vida es difícil, entonces, ¿Por qué la hacemos más insufrible todavía?

El hombre no se sabe medir; no tiene medida ni consigo mismo. Y se daña de más. Por eso, no hay que olvidar, que amarse a uno mismo, es mandato Divino.

EL PEOR ENEMIGO DEL HOMBRE ES EL MISMO

El hombre es injusto consigo mismo, y todo indica, que su peor enemigo es el mismo. Nadie se explica por qué el hombre se lastima. Ningún animal se hace daño, sólo el hombre es el ser que se autodestruye. Y por eso, necesitamos de alguien que nos salve de nosotros mismos.

El único remedio para no dañarnos, es el mandamiento de la autoestima. Por eso, Dios que todo lo previene, y sabiendo que el hombre es autodestructivo, nos manda amarnos a nosotros mismos. Porque el hombre no se sabe amar, si supiera amarse, entonces el mandamiento del amor estaría de sobra.

Por eso, con un mandato se nos recuerda que estamos obligados a cuidar de nosotros mismos. El hombre que no se ama a sí mismo, no podrá jamás, amar bien a su prójimo.

Algún día, hubo alguien que te dañó, pero tu prolongas ese daño por meses, y hasta por años. Alguien te lastimó, pero tú sigues prolongando ese daño en ti. Y ya lo dice el dicho: “Lo que no es en tu año, no es en tu daño”. El impacto recibido se dio el año pasado, entonces, ¿Para qué seguirnos impactando? No hay que arrastrar el daño, en contra nuestra.

San Agustín decía: “¿Por qué quieres añadir días malos a los malos días? Bástale a cada día su maldad; la tuvo el de ayer, la tiene el de hoy y la tendrá el de mañana”. Si ya de por sí, la vida es difícil, entonces, ¿Por qué la hacemos más insufrible todavía?

El hombre no se sabe medir; no tiene medida ni consigo mismo. Y se daña de más. Por eso, no hay que olvidar, que amarse a uno mismo, es mandato Divino.