/ lunes 20 de diciembre de 2021

Opinión

Que el temor del futuro, no empañe nuestro presente

Sólo se vive bien, cuando vivimos en el presente.

Pero siempre, estamos volteando hacia el pasado; porque lamentamos el dolor de lo vivido, o añoramos, lo bueno que se fue.

Aunque también, vivimos mirando hacia el futuro; preocupados por lo que no sabemos, si vaya a suceder.

Y hemos olvidado vivir el presente, que es lo único que tenemos.

El pasado ya no está, e ignoramos cómo será el futuro.

Pasado y futuro, pueden llegar a ser, los enemigos más peligrosos, de una vida dichosa.

Son muchos, los que han dejado de vivir, porque se han atado al pasado.

Y otros, se han adelantado al futuro; que les causa preocupación, a pesar de que es incierto.

Y después, viviremos lamentando, que el tiempo se haya ido, sin haberlo advertido; pero fuimos nosotros, quienes nos adelantamos a vivir, lo que aún no llegaba.

Decía San Agustín, en sus confesiones: “…porque se teme la adversidad, y se corrompe el gozo”.

(Conf.) Hoy podemos ser dichosos, pero el miedo del futuro, nos hecha a perder la felicidad del presente.

Hay que vivir de la fe, para que los fantasmas del futuro, no nos impidan gozar del hoy.

Por tanto, aprendamos a vivir, viviendo el presente; y dejemos, que, del futuro, sea Dios, quien se haga cargo.

No dejemos que se nos vaya la vida, sin haber vivido plenamente el presente.

Y después, viviremos lamentando, que el tiempo se haya ido, sin haberlo advertido; pero fuimos nosotros, quienes nos adelantamos a vivir, lo que aún no llegaba

Que el temor del futuro, no empañe nuestro presente

Sólo se vive bien, cuando vivimos en el presente.

Pero siempre, estamos volteando hacia el pasado; porque lamentamos el dolor de lo vivido, o añoramos, lo bueno que se fue.

Aunque también, vivimos mirando hacia el futuro; preocupados por lo que no sabemos, si vaya a suceder.

Y hemos olvidado vivir el presente, que es lo único que tenemos.

El pasado ya no está, e ignoramos cómo será el futuro.

Pasado y futuro, pueden llegar a ser, los enemigos más peligrosos, de una vida dichosa.

Son muchos, los que han dejado de vivir, porque se han atado al pasado.

Y otros, se han adelantado al futuro; que les causa preocupación, a pesar de que es incierto.

Y después, viviremos lamentando, que el tiempo se haya ido, sin haberlo advertido; pero fuimos nosotros, quienes nos adelantamos a vivir, lo que aún no llegaba.

Decía San Agustín, en sus confesiones: “…porque se teme la adversidad, y se corrompe el gozo”.

(Conf.) Hoy podemos ser dichosos, pero el miedo del futuro, nos hecha a perder la felicidad del presente.

Hay que vivir de la fe, para que los fantasmas del futuro, no nos impidan gozar del hoy.

Por tanto, aprendamos a vivir, viviendo el presente; y dejemos, que, del futuro, sea Dios, quien se haga cargo.

No dejemos que se nos vaya la vida, sin haber vivido plenamente el presente.

Y después, viviremos lamentando, que el tiempo se haya ido, sin haberlo advertido; pero fuimos nosotros, quienes nos adelantamos a vivir, lo que aún no llegaba