/ domingo 4 de marzo de 2018

IMAGEN, ESTILO Y ALGO MÁS

Por la Lic. Ana María Valdéz Castrejón

  • ¡EL AGRADECIMIENTO TRAE CONSIGO GRANDES BENDICIONES!
  • ¡OLVÍDENSE DE ESA HISTORIA DE QUE LOS HIJOS CUESTAN!

Hace algunas semanas publiqué en este espacio un texto en donde comentaba lo que me causó gran sorpresa como una profesionista daba a conocer sus servicios en redes sociales. Ayer recibí un agradecimiento de parte de ella en donde emocionada nos expresa sus bendiciones, su apoyo y su cariño, que, sin conocerle solo por su sentimiento y entrega a su profesión demostró que habló, o más bien, escribió con el corazón y desesperanza por tener en su consultorio niños y padres necesitados de apoyo para terapias. Saludos desde este espacio a Martha Torres Uribe y nada que agradecer.

Comparto con ustedes, amigos lectores, el sentir de saber que puede una ayudar desde este espacio a la gente cuando se tienen las ganas de apoyar al prójimo.

Aprovecho la oportunidad para enviar también un saludo especial a la Sra. Rosa María Silva García, asidua lectora de este espacio a quien agradecemos su preferencia y quien domingo a domingo nos lee fielmente.

Por otro lado, siguiendo con el tema de las redes sociales, en días pasados recibí también un mensaje por demás emotivo y que hoy comparto con ustedes.

En primer lugar siguiéndole la huella al crédito correspondiente me llegó por parte de nuestra querida amiga María Eugenia “la cuata” Aranda Faz, al comentarle que lo iba a publicar en este espacio, me comentó que no era de su autoría, que ella a su vez lo recibió de Fernando Chávez, que tampoco sabemos si es su autor, a él ya no le pude preguntar pero así las cosas, se los comparto estando segura que les encantará. Dice lo siguiente:

“Si yo pudiera dar un solo consejo para mis amigos sería este:  Tengan hijos. Al menos uno, pero si es posible 2, 3, 4… Nuestros hermanos son el puente a nuestro pasado y el puerto seguro para el futuro. Pero tengan hijos. Los hijos nos hacen mejores seres humanos. Lo que un hijo hace por ti, ninguna otra experiencia lo hará.

Viajar por el mundo te convierte en alguien exitoso y es gratificante, la independencia es riquísima. Aun así nada te cambiara de la manera tan permanente que te cambia un hijo.

Olvídate de esa historia de que los hijos cuestan. Los hijos te hacen una persona de consumo consciente y económico: pasas a comprar ropa en outlet y no en Calvin Klein, porque al fin y al cabo es sólo ropa. Y tus tenis del año pasado todavía están nuevos y cómodos, duran 5 años mas… ya tienes otras prioridades y sólo un par de pies.

Trabajas con más ganas y dedicación, después de todo existe un pequeño ser totalmente dependiente de ti, y eso te convierte en un profesional con un empuje que ninguna otra situación te daría. Los hijos nos hacen superar todos los límites.

Comienzas a preocuparte de hacer algo por el mundo. Separar la basura, trabajo comunitario, productos que utilizan menos plástico. Eres el ejemplo de ser humano de tu hijo y nada puede ser más grande que eso.

La alimentación pasa a importar, ya no es buena opción comer entre comidas chocolates con Coca-Cola, le ofreces plátano y agua. Comienzas a cuidar más tu salud, comes las verduras que dejó en su plato. Plantas en tu jardín para tener alimentos frescos. Puedes dejar las sodas incluso semanas. Un hijo te da unos 25 años más de vida.

Crees más que nunca en Dios y hasta aprendes como rezar. En la primera enfermedad de tu hijo, casi como instinto te arrodillas y pides a Dios que cuide de él. Y así, tu hijo te enseña como tener fe y gratitud como ningún cura, pastor o líder religioso es capaz.

Te enfrenta a tu propia sombra. Un hijo trae a flote tus peores defectos cuando se tira en el piso del supermercado porque quiere unas galletas. Tienes ganas de gritar, golpear, salir corriendo, te sientes agresivo, impaciente y autoritario. Pero te das cuenta del amor que le tienes y con ese amor lo educas. Aprendes a respirar profundo, agacharte, extenderle la mano a tu hijo y entender la situación a través de sus pequeños ojitos.

Un hijo te hace ser una persona más prudente, Nunca más vas a volver a conducir sin cinturón, manejar de forma arriesgada, o beber y conducir, por el simple hecho de que no puedes morir (no tan temprano) ¡¿Quién criaría y amaría a tus hijos de la misma forma en tu ausencia?! Un hijo te hace querer más que nunca estar vivo… Pero si aun así no crees que estos motivos valen la pena, que sea por ese encanto indescifrable que los hijos tienen…

Ten hijos para sentir el olor de sus cabellos siempre perfumados, para tener el placer de sentir sus pequeños bracitos alrededor de tu cuello, para escuchar tu nombre (ahora mamá o papá) con esa vocecita chillona.

Ten hijos para recibir esa sonrisa y abrazo apretado cuando llegas a casa y sentir que eres la persona más importante del mundo entero para ese pequeño ser.

Ten hijos para tener besos con ese aliento que ningún listerine ofrece.

Ten hijos para ver en ellos tu misma sonrisa y el caminar de su papá, y entiendan la importancia de tener una parte suya suelta por el mundo. Ten hijos para re-aprender la delicia de un baño con espuma, de un chorro de agua en el calor, de correr con el perro, de comer mango sin limpiar. Ten hijos, sabiendo que muy poco te enseñará. Ten hijos porque precisamente tienes mucho que aprender.

Ten hijos porque el mundo necesita que seamos mejores personas en esta vida”

Me despido con la siguiente reflexión: “Nunca olvidemos que la Fe mueve montañas”. Que tengan una excelente semana y les invito para que nos escriban a la siguiente dirección: anavaldez@prodigy.net.mx y en Facebook:

Por la Lic. Ana María Valdéz Castrejón

  • ¡EL AGRADECIMIENTO TRAE CONSIGO GRANDES BENDICIONES!
  • ¡OLVÍDENSE DE ESA HISTORIA DE QUE LOS HIJOS CUESTAN!

Hace algunas semanas publiqué en este espacio un texto en donde comentaba lo que me causó gran sorpresa como una profesionista daba a conocer sus servicios en redes sociales. Ayer recibí un agradecimiento de parte de ella en donde emocionada nos expresa sus bendiciones, su apoyo y su cariño, que, sin conocerle solo por su sentimiento y entrega a su profesión demostró que habló, o más bien, escribió con el corazón y desesperanza por tener en su consultorio niños y padres necesitados de apoyo para terapias. Saludos desde este espacio a Martha Torres Uribe y nada que agradecer.

Comparto con ustedes, amigos lectores, el sentir de saber que puede una ayudar desde este espacio a la gente cuando se tienen las ganas de apoyar al prójimo.

Aprovecho la oportunidad para enviar también un saludo especial a la Sra. Rosa María Silva García, asidua lectora de este espacio a quien agradecemos su preferencia y quien domingo a domingo nos lee fielmente.

Por otro lado, siguiendo con el tema de las redes sociales, en días pasados recibí también un mensaje por demás emotivo y que hoy comparto con ustedes.

En primer lugar siguiéndole la huella al crédito correspondiente me llegó por parte de nuestra querida amiga María Eugenia “la cuata” Aranda Faz, al comentarle que lo iba a publicar en este espacio, me comentó que no era de su autoría, que ella a su vez lo recibió de Fernando Chávez, que tampoco sabemos si es su autor, a él ya no le pude preguntar pero así las cosas, se los comparto estando segura que les encantará. Dice lo siguiente:

“Si yo pudiera dar un solo consejo para mis amigos sería este:  Tengan hijos. Al menos uno, pero si es posible 2, 3, 4… Nuestros hermanos son el puente a nuestro pasado y el puerto seguro para el futuro. Pero tengan hijos. Los hijos nos hacen mejores seres humanos. Lo que un hijo hace por ti, ninguna otra experiencia lo hará.

Viajar por el mundo te convierte en alguien exitoso y es gratificante, la independencia es riquísima. Aun así nada te cambiara de la manera tan permanente que te cambia un hijo.

Olvídate de esa historia de que los hijos cuestan. Los hijos te hacen una persona de consumo consciente y económico: pasas a comprar ropa en outlet y no en Calvin Klein, porque al fin y al cabo es sólo ropa. Y tus tenis del año pasado todavía están nuevos y cómodos, duran 5 años mas… ya tienes otras prioridades y sólo un par de pies.

Trabajas con más ganas y dedicación, después de todo existe un pequeño ser totalmente dependiente de ti, y eso te convierte en un profesional con un empuje que ninguna otra situación te daría. Los hijos nos hacen superar todos los límites.

Comienzas a preocuparte de hacer algo por el mundo. Separar la basura, trabajo comunitario, productos que utilizan menos plástico. Eres el ejemplo de ser humano de tu hijo y nada puede ser más grande que eso.

La alimentación pasa a importar, ya no es buena opción comer entre comidas chocolates con Coca-Cola, le ofreces plátano y agua. Comienzas a cuidar más tu salud, comes las verduras que dejó en su plato. Plantas en tu jardín para tener alimentos frescos. Puedes dejar las sodas incluso semanas. Un hijo te da unos 25 años más de vida.

Crees más que nunca en Dios y hasta aprendes como rezar. En la primera enfermedad de tu hijo, casi como instinto te arrodillas y pides a Dios que cuide de él. Y así, tu hijo te enseña como tener fe y gratitud como ningún cura, pastor o líder religioso es capaz.

Te enfrenta a tu propia sombra. Un hijo trae a flote tus peores defectos cuando se tira en el piso del supermercado porque quiere unas galletas. Tienes ganas de gritar, golpear, salir corriendo, te sientes agresivo, impaciente y autoritario. Pero te das cuenta del amor que le tienes y con ese amor lo educas. Aprendes a respirar profundo, agacharte, extenderle la mano a tu hijo y entender la situación a través de sus pequeños ojitos.

Un hijo te hace ser una persona más prudente, Nunca más vas a volver a conducir sin cinturón, manejar de forma arriesgada, o beber y conducir, por el simple hecho de que no puedes morir (no tan temprano) ¡¿Quién criaría y amaría a tus hijos de la misma forma en tu ausencia?! Un hijo te hace querer más que nunca estar vivo… Pero si aun así no crees que estos motivos valen la pena, que sea por ese encanto indescifrable que los hijos tienen…

Ten hijos para sentir el olor de sus cabellos siempre perfumados, para tener el placer de sentir sus pequeños bracitos alrededor de tu cuello, para escuchar tu nombre (ahora mamá o papá) con esa vocecita chillona.

Ten hijos para recibir esa sonrisa y abrazo apretado cuando llegas a casa y sentir que eres la persona más importante del mundo entero para ese pequeño ser.

Ten hijos para tener besos con ese aliento que ningún listerine ofrece.

Ten hijos para ver en ellos tu misma sonrisa y el caminar de su papá, y entiendan la importancia de tener una parte suya suelta por el mundo. Ten hijos para re-aprender la delicia de un baño con espuma, de un chorro de agua en el calor, de correr con el perro, de comer mango sin limpiar. Ten hijos, sabiendo que muy poco te enseñará. Ten hijos porque precisamente tienes mucho que aprender.

Ten hijos porque el mundo necesita que seamos mejores personas en esta vida”

Me despido con la siguiente reflexión: “Nunca olvidemos que la Fe mueve montañas”. Que tengan una excelente semana y les invito para que nos escriban a la siguiente dirección: anavaldez@prodigy.net.mx y en Facebook: