/ viernes 14 de septiembre de 2018

Entorno Empresarial

LA INNOVACIÓN O LA OPERACIÓN EN LA EMPRESA


En un mundo altamente obsesionado con la innovación, es común ver que se sataniza la operación y las formas tradicionales de hacer las cosas debido a que no representan una diferenciación o al mismo tedio de hacer lo que siempre se ha hecho.

Así, los innovadores creen que la operación del negocio es de vieja data y que si se continúa de esta manera la organización pronto verá la quiebra, mientras que los de la operación podrían pensar que los que se dedican a innovar están un poco locos y por eso es mejor seguir haciendo lo que se tiene que hacer, pero, ¿quién está en lo cierto?

La verdad, ninguno de los dos. Pues en tiempos cambiantes y altamente demandantes, el no innovar sí puede potencialmente llevar a una empresa a la quiebra, pero si no se continúa operando y sirviendo a los clientes, también se conduce a la quiebra. Por tanto, ambos aspectos se vuelven igual de prioritarios.

No podemos olvidar que toda innovación conduce eventualmente a procesos de estandarización, pues se debe adoptar aquella novedad con el objetivo de fortalecer el negocio.

Por tanto, toda innovación termina convirtiéndose en un eslabón más de la operación.

Pero así mismo, requiere de un pensamiento flexible que nos permita movernos con facilidad en medio de la operación, de las limitantes y de las dificultades del negocio; pues en claro que en el proceso tendremos que dar muchas batallas, promover un cambio de mentalidad y ser visionarios para tomar riesgos en medio de lo desconocido.

Pues aunque existan procesos de innovación que guían nuestro pensamiento y forma de actuar, dependiendo de la naturaleza del proyecto nos veremos obligados a pensar de maneras diferentes y a movernos en tiempos variables. Por eso, no podemos copiar y pegar un modelo ya usado, sino que debemos estar abiertos a rediseñar los procesos basados en la necesidad.

Por tanto, la solución a la dicotomía entre la innovación y la operación, no se resuelve en una competencia que resalta al más valioso, sino antes bien, construyendo puentes que permitan apalancar los procesos creativos de la innovación con la ejecución operativa que aterriza las ideas. Es simplemente un balance entre divergencia y convergencia; entre pensamiento creativo y pensamiento crítico.

LA INNOVACIÓN O LA OPERACIÓN EN LA EMPRESA


En un mundo altamente obsesionado con la innovación, es común ver que se sataniza la operación y las formas tradicionales de hacer las cosas debido a que no representan una diferenciación o al mismo tedio de hacer lo que siempre se ha hecho.

Así, los innovadores creen que la operación del negocio es de vieja data y que si se continúa de esta manera la organización pronto verá la quiebra, mientras que los de la operación podrían pensar que los que se dedican a innovar están un poco locos y por eso es mejor seguir haciendo lo que se tiene que hacer, pero, ¿quién está en lo cierto?

La verdad, ninguno de los dos. Pues en tiempos cambiantes y altamente demandantes, el no innovar sí puede potencialmente llevar a una empresa a la quiebra, pero si no se continúa operando y sirviendo a los clientes, también se conduce a la quiebra. Por tanto, ambos aspectos se vuelven igual de prioritarios.

No podemos olvidar que toda innovación conduce eventualmente a procesos de estandarización, pues se debe adoptar aquella novedad con el objetivo de fortalecer el negocio.

Por tanto, toda innovación termina convirtiéndose en un eslabón más de la operación.

Pero así mismo, requiere de un pensamiento flexible que nos permita movernos con facilidad en medio de la operación, de las limitantes y de las dificultades del negocio; pues en claro que en el proceso tendremos que dar muchas batallas, promover un cambio de mentalidad y ser visionarios para tomar riesgos en medio de lo desconocido.

Pues aunque existan procesos de innovación que guían nuestro pensamiento y forma de actuar, dependiendo de la naturaleza del proyecto nos veremos obligados a pensar de maneras diferentes y a movernos en tiempos variables. Por eso, no podemos copiar y pegar un modelo ya usado, sino que debemos estar abiertos a rediseñar los procesos basados en la necesidad.

Por tanto, la solución a la dicotomía entre la innovación y la operación, no se resuelve en una competencia que resalta al más valioso, sino antes bien, construyendo puentes que permitan apalancar los procesos creativos de la innovación con la ejecución operativa que aterriza las ideas. Es simplemente un balance entre divergencia y convergencia; entre pensamiento creativo y pensamiento crítico.