Todo inicia en el año 1620 con el desembarco de 100 colonos ingleses del barco Mayflower en la ciudad de Plymouth, Massachusetts, personajes que ante las inclemencias de su primer invierno,más de la mitad perecieron.
Aquellos que sobrevivieron al inicio de la la primavera recibieron ayuda de los indios Wampanoag quienes les enseñaron a sembrar, cazar y pescar teniendo como resultado en el otoño de 1621 la primera recolección de grano, cebada, frijoles y calabaza, los peregrinos en agradecimiento celebraron un ¨Harvest Festival¨entre colonos e indios dando inicio a la tradición del Thanksgiving como símbolo de agradecimiento por lo recibido ese año y la ayuda que recibieron de los indígenas locales, George Washington fue quien la instituyó el 26 de Noviembre como tradición y mas adelante Abraham Lincoln sugirió celebrara el último jueves de Noviembre de cada año y la tradición indica que se sirva pavo con pure de calabaza, relleno del pavo, pie de calabaza y paté - que no le llaman como tal- de arándanos y todo lo que se pueda añadir es bienvenido; celebración que une, en casa de los mayores sean abuelos o padres, a los miembros de las familias, es sin lugar a dudas en estas tierras, la celebración más importante para los americanos, casi igualando nuestra celebración de Navidad.
Como cada año, tenemos la fortuna de pasarla entre amigos y en esta ocasión nos tocó festejarla en casa de Lelis y John quienes con todo amor abrieron sus puertas a un grupo de catorce personas además de ellos y asi, degustamos lo tradicional, delicioso pavo, el famoso relleno, ejotes, el pure de calabaza, los arándanos y deliciosos postres típicos de estas fiestas con un buen vaso de vino; asi que si todos los días tengo el convencimiento de levantarme agradeciendo a Dios, al Universo, a la vida y a ms ancestros por encontrarme en esta tierra, por respirar, por mis hijos, nietos, hermanos, amigos y vecinos por permitirme escribir mi propia historia construyendo la historia de mi familia y paíssiguiendo mi concienciacon valores reales.
Estos días deben hacernos reflexionar ya que como personas y ciudadanos tenemos una misión que cumplir y una responsabilidad que nos lleva a acercarnos a los hechos reales sin cuestionarlos mucho, cambiando nuestro entorno al vivir buscando independencia y libertad para actuar conforme a los hechos, tenemos derecho a pedir en silencio y con las manos abiertas como lo hicieron los primeros colonos, con pasos suaves, sin despertar dolores o fantasmas, benditos sean quienes abrieron camino para crear nuestros países logrando tocar nuestro futuro, no importa si fueron ingleses, españoles, africanos o indígenas de las regiones, lo importante es que a esas mezclas de razas todos somos uno en este momento y eso es lo que deberían de buscar nuestros gobernantes a nivel nacional y mundial, el comprender que en este mundo no hay razas puras, ni culpables de la historia, que las marchas no dan compromiso sino emergencia ante la muerte de muchas instituciones, emergencia que hace replantear la recuperación democrática de nuestro querido país, agradecimiento que debe existir ante los ciudadanos de México que aun siendo aplastadas sus instituciones siguen en el día con día viviendo con la esperanza que la sociedad mexicana toda, no se encuentre ante el poder de un solo hombre, sino de una verdadera democracia.
Hoy como cada día hay que agradecer el aire que tenemos, hay que agradecer que la nación somos todos, agradecer que somos hermanos y no enemigos, demos bendiciones a quienes nos rodean y comparten espacios porque benditos quienes pudiendo ser cualquier otra cosa eligen ser generosidad, benditos quienes teniendo la libertad de irse escogen quedarse para hacer nido, benditos sean quienes llegan como ángeles a darle alas a nuestros sueños sin prejuicios o diferencias sociales o culturales, benditos quienes nos eligen como amigos, gracias a aquellos que tocan nuestro corazón con suavidad y gentileza hablando de paz y no de provocaciones, gracias por vivir en un maravilloso país llamado México quien sigue en pie gracias a sus ciudadanos, ¡qué más podemos pedir¡
