Correspondiendo al bien que se nos ha hecho
2 Crónicas 24:22 y 32:25
En el libro de segundo de Crónicas se encuentran dos historias que nos hablan de la importancia de corresponder al bien que se nos ha hecho; y de las consecuencias de no hacerlo.
La primera historia, la encontramos en 2 Crónicas capítulo 24, donde se no habla del rey Joas, que era un niño de siete años cuando comenzó a reinar. La razón por la cual él conservó su vida, fue que la esposa del sacerdote Joiada lo ocultó, ya que Atalia usurpó el trono y mató a toda la descendencia real. Estando Joas en el trono, reinó cuarenta años; y todo ese tiempo el sacerdote Joiada fue para el rey un padre espiritual, un mentor, un guía; mas envejeció y murió. Después de eso lamentablemente el rey y el pueblo desampararon la casa de Jehová, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. En ese tiempo el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada, amonestándoles de parte de Dios, pero ellos conspiraron contra él por mandato del rey y lo mataron. Joas pagó con mal todo el bien que se le hizo.
Estoy seguro que en la vida de cada uno de nosotros, ha habido gente que Dios ha usado para sernos de bendición. Por ejemplo, en el caso mío lo ha sido mi madre; recién acaba de pasar el día de las madres, y yo agradezco a Dios la increíble bendición que ella ha sido a mi vida; durante mi niñez, mi juventud y aun a mi edad adulta. Igualmente mi esposa, en verdad ha sido esa ayuda idónea que yo tanto he necesitado; y claro, estoy muy agradecido con Dios por su vida; Y así pudiera continuar con una lista de personas. La pregunta es ¿He correspondido a estas personas el bien que me han hecho? Si soy honesto, no siempre, lo cierto es que he quedado corto, y deseo cambiar mi conducta y buscar maneras o formas de mostrar con ellos mi gratitud, y así corresponder a la bendición que ellos han sido para mí.
Regresando a la historia del rey Joas, vemos que pasado un año del asesinato de Zacarías hijo del sacerdote Joiada, el rey enfrento a los sirios, quienes lo dejaron agobiado por sus dolencias y conspiraron contra él sus siervos y lo hirieron en su cama y murió, Dios trayendo sobre él la consecuencia de su mal proceder.
Finalmente, en el mismo libro de segundo de Crónicas, en el capítulo 32 versículo 25, nos dice algo parecido del rey Ezequías. Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira de Dios contra él, y contra Juda y Jerusalén. Y es que la soberbia, el orgullo, la vanagloria, nos impide ver lo que otras personas hacen por nosotros; pero de manera especial, lo que Dios hace cada día en nuestras vidas. Dios protegió, guardó, proveyó y sano a este rey, pero su corazón se enalteció pensando: “Lo merezco, Dios tiene la obligación, es mi derecho” y por eso que vino la ira de Dios sobre él y el pueblo.
Que el Señor nos ayude vivir de tal manera que correspondamos a todo el bien que se nos ha hecho.
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