Dios Jesucristo, el Verbo o Palabra de Dios, hacia el año 56 de la era presente habló de sí mismo desde el Cielo a los cristianos de Roma, inspirando al apóstol San Pablo para darles el mensaje siguiente: “Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor Nuestro”, según Romanos 6:11 de la Biblia.
Lo anterior por ser Palabra de Dios que permanece para siempre, según 1 Pedro 1:25, está dirigido también para todos nosotros, aquí ahora, según 2 Corintios 6:2, como Evangelio de Salvación, con el cual Cristo, por amor a toda la humanidad, murió, para que todas las personas que crean en él, aceptándolo como Salvador, sean Justificadas por su sangre derramada, para ser salvos de inmediato y para siempre, recibiendo toda reconciliación con Dios Trino y Uno, bautizándolas Cristo mismo mediante su muerte, quien sepulta con él a sus seguidores, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la Gloria de Dios Padre, así también sus creyentes resucitemos con Jesús para andar en Vida Nueva, según Romanos 6:3-5.
Entonces, ¿estamos listos para dejar atrás a nuestro hombre pecaminoso? De ser así, nada ni nadie nos puede impedir: ¡Morir con Cristo!, para vivir también con él, según Romanos 6:11, ya que Jesús con su sacrificio del Calvario y su Resurrección, o sea, con esta sola ofrenda suya, y vuelta a la vida, hace perfectos a sus santificados, es decir, a las personas conversas y salvas en él, según Hebreos 10:14, a quienes Cristo limpia de sus pecados y les concede su Gracia Divina, que significa su Amor y Bondad, lo cual es un regalo de Dios, ya que ninguna obra nuestra puede salvarnos ni gloriarnos, según Efesios 2:8-9. Y, por ende, nuestro Camino, Verdad y Vida, para llegar a su Cielo: ¡Es Creer en Cristo para Morir y Vivir!, mediante el Nuevo Nacimiento de carácter espiritual del que también nos habla Jesús, en Juan 3:3.
Estimado Lector: Cristo quiere que creas en él, para morir y vivir con él, si sólo le dices con reflexión, decisión y valentía:
“Mi Señor Dios Cristo, ¡SÁLVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en el Calvario, creo en Ti y te recibo como Único, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”.- Y si Dios permite continuaremos el viernes siguiente.