/ miércoles 28 de marzo de 2018

Colombia

Hoy mismo la CNN reunía en Colombia a un grupo de comentaristas en relación a las elecciones presidenciales que se realizarán el próximo mes de mayo. Llama poderosamente la atención el hecho de que siendo cuatro los comentaristas, uno de ellos era un “analista del Departamento de Estado para Asuntos Latinoamericanos”. Esa CNN que se desgarra las vestiduraspor las limitaciones que se le impusieron en Venezuela, integra, para opinar sobre de Colombia no solo a colombianos si no que con la mayor desvergüenza sienta en la mesa de opiniones a un invitado del “Dpto. de Estado norteamericano para asuntos latinoamericanos”. 3 colombianos y un norteamericano descaradamente opinan, critican y sentencian -sobre de los haceres de la política interna colombiana-, obviamente, como suerte principallanzándose contra de la FARC y del ELN.

Es de entenderse el que los norteamericanos estén metidos en “todo”; lo que no deja de extrañar es el que una cadena de comunicaciones internacional invite a tres colombianos y a un agente norteamericano para que opinen y dictaminen sobre los aciertos o equívocos de una república independiente…

Creo que en este entuerto los más descolados son los opinadores colombianos, quienes, por 30 monedas, convivieron y departieron con el gringo ―en franca camaradería y con mucho respeto―. ¡Lo que hacen los dólares! Pareciera que todos olvidan el que las armas son indispensables en toda guerra, así como soslayan el hecho de que la cocaína tiene, intrínsecamente, su principio y fin en los Estado Unidos... Los gabachos no pueden dejar de vender armas, como tampoco pueden dejar de recibir cocaína.

Imaginemos un conjunto habitacional al norte del Río Bravo, en donde el 20, 25% son adictos. Veámosles con los síntomas y manifestaciones propias de la abstinencia de coca. Aquello semejaría una película de Chucky. Sería peor que un ataque talibán directo a la Casa Blanca.

Es un hecho que el gobierno gringo ha intervenido ―y lo continuará haciendo― en pro al “no” de la paz en Colombia. Pareciera el que la FARC ha cedido, aún y que, en mi ignorancia, columbro que las armas en buen estado serán guardadas y solo entregadas las inservibles... se observa que el E.L.N. juega la parte del policía malo tratando de lograr más puntos de beneficio constitucional, no solo aquello que está quedando en la promesa.

Han focalizado a través de los ex presidentes de esa república, frases cortas en un muy buen manejo de manipulación, al señalar, por ejemplo: “Sí a la paz, pero con castigo a los bandidos”, “¿Por qué concesiones a las FARC, si son delincuentes?”, “¿Cómo olvidar y perdonar delitos de ‘lesa humanidad’?” En fin, frases cortas que cualquiera sabe son las adecuadas para lograr penetración.

Hay testimonios claros en donde se ve que hace muy poco tiempo las FARC controlaban política y militarmente casi media república. ¿De dónde es pues, que ahora los ex presidentes tienen cara para establecer alegatos y negar acuerdos con la guerrilla, en tanto que ellos como gobierno en 52 años no pudieran derrotarla?

Como tampoco al narcotráfico. Lo hicieron con los “contras”, ciertamente, en tanto que, es sabido, dependían directa e indirectamente de ellos. Hay mucho que decir de todo esto, pero es poco el espacio.

¿No es acaso que gobierno y ejército movilizaron a pueblos completos por la sola sospecha de que apoyaban a la guerrilla? Estos actos de reubicación total de poblados. Está claramente señalado como un delito de lesa humanidad con pena de 8 a 12 años de prisión, y los gobiernos y ejército colombiano lo han venido haciendo desde hace 50, 52 años.

Hoy mismo la CNN reunía en Colombia a un grupo de comentaristas en relación a las elecciones presidenciales que se realizarán el próximo mes de mayo. Llama poderosamente la atención el hecho de que siendo cuatro los comentaristas, uno de ellos era un “analista del Departamento de Estado para Asuntos Latinoamericanos”. Esa CNN que se desgarra las vestiduraspor las limitaciones que se le impusieron en Venezuela, integra, para opinar sobre de Colombia no solo a colombianos si no que con la mayor desvergüenza sienta en la mesa de opiniones a un invitado del “Dpto. de Estado norteamericano para asuntos latinoamericanos”. 3 colombianos y un norteamericano descaradamente opinan, critican y sentencian -sobre de los haceres de la política interna colombiana-, obviamente, como suerte principallanzándose contra de la FARC y del ELN.

Es de entenderse el que los norteamericanos estén metidos en “todo”; lo que no deja de extrañar es el que una cadena de comunicaciones internacional invite a tres colombianos y a un agente norteamericano para que opinen y dictaminen sobre los aciertos o equívocos de una república independiente…

Creo que en este entuerto los más descolados son los opinadores colombianos, quienes, por 30 monedas, convivieron y departieron con el gringo ―en franca camaradería y con mucho respeto―. ¡Lo que hacen los dólares! Pareciera que todos olvidan el que las armas son indispensables en toda guerra, así como soslayan el hecho de que la cocaína tiene, intrínsecamente, su principio y fin en los Estado Unidos... Los gabachos no pueden dejar de vender armas, como tampoco pueden dejar de recibir cocaína.

Imaginemos un conjunto habitacional al norte del Río Bravo, en donde el 20, 25% son adictos. Veámosles con los síntomas y manifestaciones propias de la abstinencia de coca. Aquello semejaría una película de Chucky. Sería peor que un ataque talibán directo a la Casa Blanca.

Es un hecho que el gobierno gringo ha intervenido ―y lo continuará haciendo― en pro al “no” de la paz en Colombia. Pareciera el que la FARC ha cedido, aún y que, en mi ignorancia, columbro que las armas en buen estado serán guardadas y solo entregadas las inservibles... se observa que el E.L.N. juega la parte del policía malo tratando de lograr más puntos de beneficio constitucional, no solo aquello que está quedando en la promesa.

Han focalizado a través de los ex presidentes de esa república, frases cortas en un muy buen manejo de manipulación, al señalar, por ejemplo: “Sí a la paz, pero con castigo a los bandidos”, “¿Por qué concesiones a las FARC, si son delincuentes?”, “¿Cómo olvidar y perdonar delitos de ‘lesa humanidad’?” En fin, frases cortas que cualquiera sabe son las adecuadas para lograr penetración.

Hay testimonios claros en donde se ve que hace muy poco tiempo las FARC controlaban política y militarmente casi media república. ¿De dónde es pues, que ahora los ex presidentes tienen cara para establecer alegatos y negar acuerdos con la guerrilla, en tanto que ellos como gobierno en 52 años no pudieran derrotarla?

Como tampoco al narcotráfico. Lo hicieron con los “contras”, ciertamente, en tanto que, es sabido, dependían directa e indirectamente de ellos. Hay mucho que decir de todo esto, pero es poco el espacio.

¿No es acaso que gobierno y ejército movilizaron a pueblos completos por la sola sospecha de que apoyaban a la guerrilla? Estos actos de reubicación total de poblados. Está claramente señalado como un delito de lesa humanidad con pena de 8 a 12 años de prisión, y los gobiernos y ejército colombiano lo han venido haciendo desde hace 50, 52 años.

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