/ miércoles 17 de octubre de 2018

444

Bíblicamente está señalado que el número de la bestia es el 666. Pero de pronto alguien, en existencia física o espiritual, sencillamente se confundió, y el número asignado al maligno es el 444 y no el 666. Todo puede ser posible, en el entendido final de que solo hay un ser inequívoco, infinito y eterno. De ahí que cualquiera se pueda equivocar.

Alguna vez les platiqué de la visita que recibí de una gran cantidad de muertos que tuvieron a bien el buscarme, con el objeto de que al acercarse el día de difuntos y por el hecho de habernos conocido y tratado cuando ellos aún estaban en vida, pues se acercaron para ver en qué se les podía ayudar en virtud de que estaba cerca su festividad ―finalmente, recuerdo, se les ayudó en lo que se pudo―.

Fue muy diferente la presencia de 444 desconocidos. En principio, en vida, no se había tenido trato con ellos. Pero aun y así, rápidamente se les podía ubicar en tres condiciones diferentes, a saber: unos gozaban del privilegio de ser itinerantes, teniendo el ruido del motor, paisajes nuevos, casi un tour ―condición de sumo privilegio para un difunto―; Otros eran estacionarios, con la ganancia de ver caras nuevas y escuchar alguna variedad de sonidos ―claramente menos beneficiados que los viajeros en tierras tapatías―. Encerrados en esa caja de tráiler con frigorífico, sentían ser menos favorecidos quienes ocupaban el primer piso, nivel alfombra, al estar hasta abajo de toda la pila de sus congéneres, de forma que la primera capa de muertos se sentía literalmente apachurrada por los de arriba.

Otros eran quienes hacían más ruido, demandantes. Eran minoría pero tenían razones de peso que exponer. Señalaban que ya se les habían tomado muestras para el ADN y huellas dactilares. Cierto es que cada uno de ellos estaba solito en su refrigerador, pero el hecho de saber que muchos de sus compañeros estaban juntos y fuera de la morgue, y otros ¡hasta andaban de paseo! Les llevaba a reclamar el mismo trato. Decían: “O todos coludos o todos rabones”.

Hubo dificultades en el diálogo por esas diferencias de estatus, que se incrementaban por las diferentes edades, género y nacionalidades. En fin, en la parrafadita con los 444 se les puntualizó:

―Los vivos les ubicaran tarde o temprano en condiciones y lugares acostumbrados. No se les puede andar paseando en Jalisco por razón de que sus cuerpos aún están soltando fluidos y olores que inexorablemente dejan huella. Se les tiene que ubicar porque son muertos frescos. Así y solo así harán huesos viejos en tierra panteonera, y así poder salir a dar la vuelta o para arreglar alguna urgencia.

>>Su verdadera necesidad es la ubicación ―se les dijo―. Con ella vendrá el reconocimiento panteonero que les otorgara sus días libres y muchos otros beneficios a los que tienen derecho, y que, hoy por hoy, desconocen. Tranquilos, son muertos frescos mayoritariamente fallecidos de muerte matada. Pero ya el nombre y futuro político del gobernador de Jalisco anda de boca en boca aquí en la República Mexicana y allende las fronteras, y le dará prisa al asunto. Por lo pronto hizo cambios en la fiscalía estatal y en el servicio forense ―cosas de vivos y de vivillos― que a ustedes beneficia. ―Se les insistió―: Ustedes tranquilos, que lo mejor está por venir.

>>Los de Ayotzinapa, al igual que ustedes, son frescos así como la mayoría de los desaparecidos. Las cifras oficiales hablan de 33 mil desaparecidos y señalan que la mayoría de ellos se deben a la guerra entre las diferentes bandas de narcotraficantes, secuestradores y tlachicoleros similares y conexos de la República Mexicana. Sabemos por experiencia el que ante la autoridad estatal o federal, solamente se denuncia uno de cada tres casos de desaparición; desaparición de cualquier tipo, incluyendo, si quieren, las abducciones llevadas a cabo por alienígenas… Todos los desaparecidos-muertos frescos, reclaman, a más de su identificación, un espacio panteonero en donde hacer huesos viejos y así gozar de los beneficios que ello implica.

>>Los vivos nos seguiremos matando como ha sido por siempre, solo cambiando la causa, el lugar y el tiempo<<.

Bíblicamente está señalado que el número de la bestia es el 666. Pero de pronto alguien, en existencia física o espiritual, sencillamente se confundió, y el número asignado al maligno es el 444 y no el 666. Todo puede ser posible, en el entendido final de que solo hay un ser inequívoco, infinito y eterno. De ahí que cualquiera se pueda equivocar.

Alguna vez les platiqué de la visita que recibí de una gran cantidad de muertos que tuvieron a bien el buscarme, con el objeto de que al acercarse el día de difuntos y por el hecho de habernos conocido y tratado cuando ellos aún estaban en vida, pues se acercaron para ver en qué se les podía ayudar en virtud de que estaba cerca su festividad ―finalmente, recuerdo, se les ayudó en lo que se pudo―.

Fue muy diferente la presencia de 444 desconocidos. En principio, en vida, no se había tenido trato con ellos. Pero aun y así, rápidamente se les podía ubicar en tres condiciones diferentes, a saber: unos gozaban del privilegio de ser itinerantes, teniendo el ruido del motor, paisajes nuevos, casi un tour ―condición de sumo privilegio para un difunto―; Otros eran estacionarios, con la ganancia de ver caras nuevas y escuchar alguna variedad de sonidos ―claramente menos beneficiados que los viajeros en tierras tapatías―. Encerrados en esa caja de tráiler con frigorífico, sentían ser menos favorecidos quienes ocupaban el primer piso, nivel alfombra, al estar hasta abajo de toda la pila de sus congéneres, de forma que la primera capa de muertos se sentía literalmente apachurrada por los de arriba.

Otros eran quienes hacían más ruido, demandantes. Eran minoría pero tenían razones de peso que exponer. Señalaban que ya se les habían tomado muestras para el ADN y huellas dactilares. Cierto es que cada uno de ellos estaba solito en su refrigerador, pero el hecho de saber que muchos de sus compañeros estaban juntos y fuera de la morgue, y otros ¡hasta andaban de paseo! Les llevaba a reclamar el mismo trato. Decían: “O todos coludos o todos rabones”.

Hubo dificultades en el diálogo por esas diferencias de estatus, que se incrementaban por las diferentes edades, género y nacionalidades. En fin, en la parrafadita con los 444 se les puntualizó:

―Los vivos les ubicaran tarde o temprano en condiciones y lugares acostumbrados. No se les puede andar paseando en Jalisco por razón de que sus cuerpos aún están soltando fluidos y olores que inexorablemente dejan huella. Se les tiene que ubicar porque son muertos frescos. Así y solo así harán huesos viejos en tierra panteonera, y así poder salir a dar la vuelta o para arreglar alguna urgencia.

>>Su verdadera necesidad es la ubicación ―se les dijo―. Con ella vendrá el reconocimiento panteonero que les otorgara sus días libres y muchos otros beneficios a los que tienen derecho, y que, hoy por hoy, desconocen. Tranquilos, son muertos frescos mayoritariamente fallecidos de muerte matada. Pero ya el nombre y futuro político del gobernador de Jalisco anda de boca en boca aquí en la República Mexicana y allende las fronteras, y le dará prisa al asunto. Por lo pronto hizo cambios en la fiscalía estatal y en el servicio forense ―cosas de vivos y de vivillos― que a ustedes beneficia. ―Se les insistió―: Ustedes tranquilos, que lo mejor está por venir.

>>Los de Ayotzinapa, al igual que ustedes, son frescos así como la mayoría de los desaparecidos. Las cifras oficiales hablan de 33 mil desaparecidos y señalan que la mayoría de ellos se deben a la guerra entre las diferentes bandas de narcotraficantes, secuestradores y tlachicoleros similares y conexos de la República Mexicana. Sabemos por experiencia el que ante la autoridad estatal o federal, solamente se denuncia uno de cada tres casos de desaparición; desaparición de cualquier tipo, incluyendo, si quieren, las abducciones llevadas a cabo por alienígenas… Todos los desaparecidos-muertos frescos, reclaman, a más de su identificación, un espacio panteonero en donde hacer huesos viejos y así gozar de los beneficios que ello implica.

>>Los vivos nos seguiremos matando como ha sido por siempre, solo cambiando la causa, el lugar y el tiempo<<.

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