/ domingo 1 de diciembre de 2019

Hablemos de Cine




GUADALUPE REYES, de Salvador Espinosa


Ficha técnica: Director: Salvador Espinosa, Guión: Erik Zuckerman, Harold Rumpley y Marcos Bucay, Fotografía (Daniel Jacobs), Música: Guz Reyes y Andrés Sánchez, Género: Comedia, País: México, 2019.


Intérpretes: Pedro Pablo Medina (Hugo), Martín Altomaro (Luis), Juan Carlos Colombo (jefe de Luis), Begoña Narváes (Ximena), Paco Rueda, Salvador Zerboni (hermano de Luis), Ofelia Medina (mamá de Luis)



La película inicia en la Riviera Maya, donde Hugo, un exitoso empresario y soltero, reúne a su montón de amigos para celebrar su cumpleaños cuarenta donde el vino y bellas mujeres no pueden faltar, pero hay un detalle, toda la fauna de acompañantes son jóvenes y Hugo empieza a notar el cambio.

Mientras tanto, en la ciudad de México, vive Luis, un contador de profesión cuya vida es gris y monótona, como su trabajo y su matrimonio, cuya esposa no lo baja de viejito de hueva.

En medio de su crisis existencial, Hugo decide contactar a Luis; resulta que ambos eran cuates del alma pero a raíz del matrimonio de Luis con Ximena, ocurrido 10 años atrás, dejaron de verse y tomaron caminos diferentes.

Todo se da cuando Hugo encuentra entre sus antiguos videos, uno donde está con Luis dispuestos a celebrar en grande 26 días de borrachera que inician el 12 de diciembre, fiesta patronal de la Virgen de Guadalupe y que terminan hasta el día 6 de enero, día de Reyes, todo un reto para cualquier mexicano.

El reencuentro dará píe para una serie de anécdotas donde ambos amigos se reencuentran sin saber que eso va a cambiar su vida. “Chin chin el que se raje” es la consigna de ambos y a chupar se ha dicho.

Hugo no tiene ningún problema, su holgada situación económica le permite hacer cualquier cosa, incluso, no trabajar, pero Luis está en otra situación, está sujeto a responsabilidades y horarios interminables de trabajo y su bella esposa lo ata a cualquier intento de aventura extramarital.


Eso hará que el personaje de Luis sea el eje de la historia en el cual, con toda seguridad, se identifiquen muchos cinéfilos que se verán reflejados en las angustias de esa cotidianidad que carcome a diario sin que haya manera de zafarse de ella.

Luis representa a todo aquel que se siente ninguneado por todos, por el jefe, por la mamá, por la esposa, pese a que hace su mejor esfuerzo por hacer las cosas bien pero que nadie lo valora pasando desapercibido por todos, e incluso, cuando Luis le reclama a su esposa una infidelidad, ella en vez de aceptar su error, le echa en cara que es culpa de él, debido a su condición de ruco, aburrido y acomplejado.

Hugo está en otro plan, a él nadie le dice nada y hace lo que quiere, pero será el propio Luis quien haga que ponga los pies en la tierra cuando le haga ver su soledad, sin que nadie se acuerde él, perdiendo el tiempo en seguir alimentando a su séquito de amigos que se aprovechan de sus despilfarros y fiestas interminables.

Esto nos lleva a otra lectura, al valor de la amistad y a la reflexión sobre la crisis de valores y de la propia edad cuando el paso del tiempo obliga a revalorar la vida y el propio cuerpo empieza a cobrar facturas, cansado de los excesos.

Aquella frase que dice que al amigo no se le conoce sino que se le reconoce, está perfecta para Hugo, quien encuentra en la amistad con Luis, una hermandad que no tiene con su propio hermano, un verdadero patán, interpretado muy bien por el actor Salvador Zerboni.

No nos engañemos, GUADALUPE REYES es un filme sencillo, lleno de estereotipos, malas palabras y absurdos interminables, que, incluso, exalta la irresponsabilidad y los desmanes que se cometen en el nombre de una supuesta tradición mexicana que consiste en emborracharse diariamente en el desenfreno total a costa de la salud donde el exceso puede terminar en tragedia.

Sin embargo, no se puede negar que tiene pinceladas que la hacen diferente a tantas comedias mexicanas que hemos visto, y una de ellas es la escena de la cena de navidad.

Luis invita a Hugo a la casa de sus papas, recordemos que el chavo ruco de Hugo vive solo, no tiene quien lo pele, y acepta gustoso la invitación y ahí se arma la gorda.

A la cena familiar asiste el inefable hermano con su pulcra familia pero, sobre todo, está Ximena, la esposa de Luis, dispuesta a reconciliarse con él y a perdonarlo, no sin antes reprocharle su distanciamiento.

Todos sentados a la mesa charlan de cosas triviales pero las voces empiezan a subir de tono, salen a relucir los reproches y los desprecios entre ellos y aquello termina de manera abrupta dejando en el ambiente una estela de rencor y amargura. ¿En qué familia habremos visto esto?


Correo electrónico: ernestorobledo@hotmail.com




PRESENTACIÓN


Ernesto Robledo Cervantes es cinero de toda la vida, sus actividades con empresas privadas ajenas al cine, no le han impedido que por más de dos décadas ininterrumpidas, nos esté hablando de cine cada semana en el Sol de San Luis.

Para Ernesto, el cine es un refugio, un lugar donde la aventura y el entretenimiento son un remanso pero también una revelación y estudio a sus personajes y a la compleja naturaleza humana y donde, de vez en cuando, se pueden admirar verdaderas obras de arte que le da materia para seguir “Hablando de Cine”.




GUADALUPE REYES, de Salvador Espinosa


Ficha técnica: Director: Salvador Espinosa, Guión: Erik Zuckerman, Harold Rumpley y Marcos Bucay, Fotografía (Daniel Jacobs), Música: Guz Reyes y Andrés Sánchez, Género: Comedia, País: México, 2019.


Intérpretes: Pedro Pablo Medina (Hugo), Martín Altomaro (Luis), Juan Carlos Colombo (jefe de Luis), Begoña Narváes (Ximena), Paco Rueda, Salvador Zerboni (hermano de Luis), Ofelia Medina (mamá de Luis)



La película inicia en la Riviera Maya, donde Hugo, un exitoso empresario y soltero, reúne a su montón de amigos para celebrar su cumpleaños cuarenta donde el vino y bellas mujeres no pueden faltar, pero hay un detalle, toda la fauna de acompañantes son jóvenes y Hugo empieza a notar el cambio.

Mientras tanto, en la ciudad de México, vive Luis, un contador de profesión cuya vida es gris y monótona, como su trabajo y su matrimonio, cuya esposa no lo baja de viejito de hueva.

En medio de su crisis existencial, Hugo decide contactar a Luis; resulta que ambos eran cuates del alma pero a raíz del matrimonio de Luis con Ximena, ocurrido 10 años atrás, dejaron de verse y tomaron caminos diferentes.

Todo se da cuando Hugo encuentra entre sus antiguos videos, uno donde está con Luis dispuestos a celebrar en grande 26 días de borrachera que inician el 12 de diciembre, fiesta patronal de la Virgen de Guadalupe y que terminan hasta el día 6 de enero, día de Reyes, todo un reto para cualquier mexicano.

El reencuentro dará píe para una serie de anécdotas donde ambos amigos se reencuentran sin saber que eso va a cambiar su vida. “Chin chin el que se raje” es la consigna de ambos y a chupar se ha dicho.

Hugo no tiene ningún problema, su holgada situación económica le permite hacer cualquier cosa, incluso, no trabajar, pero Luis está en otra situación, está sujeto a responsabilidades y horarios interminables de trabajo y su bella esposa lo ata a cualquier intento de aventura extramarital.


Eso hará que el personaje de Luis sea el eje de la historia en el cual, con toda seguridad, se identifiquen muchos cinéfilos que se verán reflejados en las angustias de esa cotidianidad que carcome a diario sin que haya manera de zafarse de ella.

Luis representa a todo aquel que se siente ninguneado por todos, por el jefe, por la mamá, por la esposa, pese a que hace su mejor esfuerzo por hacer las cosas bien pero que nadie lo valora pasando desapercibido por todos, e incluso, cuando Luis le reclama a su esposa una infidelidad, ella en vez de aceptar su error, le echa en cara que es culpa de él, debido a su condición de ruco, aburrido y acomplejado.

Hugo está en otro plan, a él nadie le dice nada y hace lo que quiere, pero será el propio Luis quien haga que ponga los pies en la tierra cuando le haga ver su soledad, sin que nadie se acuerde él, perdiendo el tiempo en seguir alimentando a su séquito de amigos que se aprovechan de sus despilfarros y fiestas interminables.

Esto nos lleva a otra lectura, al valor de la amistad y a la reflexión sobre la crisis de valores y de la propia edad cuando el paso del tiempo obliga a revalorar la vida y el propio cuerpo empieza a cobrar facturas, cansado de los excesos.

Aquella frase que dice que al amigo no se le conoce sino que se le reconoce, está perfecta para Hugo, quien encuentra en la amistad con Luis, una hermandad que no tiene con su propio hermano, un verdadero patán, interpretado muy bien por el actor Salvador Zerboni.

No nos engañemos, GUADALUPE REYES es un filme sencillo, lleno de estereotipos, malas palabras y absurdos interminables, que, incluso, exalta la irresponsabilidad y los desmanes que se cometen en el nombre de una supuesta tradición mexicana que consiste en emborracharse diariamente en el desenfreno total a costa de la salud donde el exceso puede terminar en tragedia.

Sin embargo, no se puede negar que tiene pinceladas que la hacen diferente a tantas comedias mexicanas que hemos visto, y una de ellas es la escena de la cena de navidad.

Luis invita a Hugo a la casa de sus papas, recordemos que el chavo ruco de Hugo vive solo, no tiene quien lo pele, y acepta gustoso la invitación y ahí se arma la gorda.

A la cena familiar asiste el inefable hermano con su pulcra familia pero, sobre todo, está Ximena, la esposa de Luis, dispuesta a reconciliarse con él y a perdonarlo, no sin antes reprocharle su distanciamiento.

Todos sentados a la mesa charlan de cosas triviales pero las voces empiezan a subir de tono, salen a relucir los reproches y los desprecios entre ellos y aquello termina de manera abrupta dejando en el ambiente una estela de rencor y amargura. ¿En qué familia habremos visto esto?


Correo electrónico: ernestorobledo@hotmail.com




PRESENTACIÓN


Ernesto Robledo Cervantes es cinero de toda la vida, sus actividades con empresas privadas ajenas al cine, no le han impedido que por más de dos décadas ininterrumpidas, nos esté hablando de cine cada semana en el Sol de San Luis.

Para Ernesto, el cine es un refugio, un lugar donde la aventura y el entretenimiento son un remanso pero también una revelación y estudio a sus personajes y a la compleja naturaleza humana y donde, de vez en cuando, se pueden admirar verdaderas obras de arte que le da materia para seguir “Hablando de Cine”.

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