En este mes decembrino los recuerdos de las navidades donde todos estábamos en casa se agolpan en mi mente y la nostalgia invade, eran días de amor, juegos, películas en familia, cantos de posadas, rezadera y piñatas, cocinar buñuelos, matar el guajolote y risas salpicadas de enojos que terminaban rápidamente, todos estábamos ahí, en familia. Ayer, que fácil era convivir con padres, hermanos, sobrinos, primos, abuelos, hoy, me pregunto a dónde se fué el ayer, ese ayer familiar, ahora, todos estamos ocupados y vivímos aislados, algunos por la lejanía y otros por la indiferencia y algunos porque ya no buscan la cercanía aún estando cerca, en ocasiones es más importante estar comunicado con gente desconocida en el aparatito que ha destruido la convivencia familiar que intercambiar nuestras palabras con quienes están frente a nosotros. Otros están lejos porque el camino recorrido no les ha sido liviano y algunos más, porque tal vez, piensen que el costo ha sido caro ante las pérdidas que sufrimos y las ausencias que vivimos.
Navidad es, no una época de consumismo, es una época de reflexión, de evaluar si a quienes la tristeza ha invadido vale la pena seguir alimentándola, es una época para buscar a los amigos y quitar emociones negativas con quienes las tengamos, es época de renovación y nuevo nacimiento, de saber que hay dulce y amargo y que tras recorrer el sendero se puede llegar a la cuesta disfrutando del camino recorrido sin remordimientos, con mucho aprendizaje reconociendo que si abres los brazos encontrarás siempre manos abiertas y tendidas para darte la bienvenida o el apoyo requerido en el momento adecuado, pues el alma no crece en árboles, nos la incluyen al ser concebidos y hay quien dice desde antes, el alma se nutre de nuestro entorno, de palabras y visiones hermosas que nos besan y construyen, se nutre de personas que saben besar el alma, personas que con solo sentarse a nuestro lado expresan con un abrazo más de mil palabras de amor y consuelo sin decir nada, simplemente con la mirada dicen te amo , aquí estoy. Bajemos el pedestal del orgullo, de la indiferencia, de la agresividad exacerbada en el mundo que nos rodea, y, sin importar si nosotros recibimos de otros el beso del alma tan necesitado, salgamos en esta época navideña a besar el alma de los demás poniendo el corazón en nuestra mirada, vivamos esta época navideña mitad locura, mitad santidad, vivámosla buscando al verdadero amigo, ese de cara lavada y alma expuesta, ese amigo que ríe conmigo y sufre conmigo, porque su empatía le permite escuchar y sentir en el alma propia lo que la mía siente; seamos mitad infancia, adolescencia y mitad madurez vejez, en esta época disfrutemos cada minuto, dejemos la “normalidad “ acostumbrada y volvamos a creer y creernos, besemos a nuestra alma y mientras tú lo haces yo te invito a enviarme tus comentarios en
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