La cantería, un antiguo arte que transforma la piedra en obras maestras, encuentra su hogar en las calles de San Luis Potosí. Fausto y Fernando Silva Silva, dos hermanos cantareros, han dedicado más de 40 años a labrar la piedra de cantera en esta ciudad, preservando su rica historia y cultura.
Desde su juventud, estos artesanos han dado forma a la cantera, tallando y puliendo su superficie con destreza. Ahora, reunidos nuevamente, se embarcan en la noble tarea de transformar adoquines con más de 100 años de historia.
Su taller, ubicado en el corazón del Barrio de San Sebastián, es un crisol de creatividad y tradición.
El proceso de trabajar la cantera es arduo y lleno de historia, pues implica moldear aquella piedra que fue traída desde los cerros de la Sierra, que fue liberada un centenario atrás de su prisión natural.
Antiguamente, cuentan ambos hermanos, estas piedras eran transportadas en burros hasta los talleres, donde los artesanos las moldeaban con paciencia y habilidad.
En donde hoy , su labor se enfoca en la rehabilitación de la Calzada de Guadalupe, utilizando los adoquines existentes.
Fernando y Frausto platicaron que la cantera de las calles de la Calzada, provinieron de la fracción de El Aguaje, una cantera local que ha sido testigo de siglos de historia.
Los hermanos Silva han visto pasar el tiempo y el desarrollo de la sociedad potosina, siempre velando por el resguardo de la riqueza cultural de la ciudad. Su trabajo es un testimonio del orgullo de dar forma a adoquines históricos, cuyas huellas se entrelazan con las calles empedradas de San Luis Potosí.
“Estamos orgullosos de contribuir a la rehabilitación de la Calzada de Guadalupe”, expresan Fernando y Fausto.
Su labor diaria implica ocho horas de dedicación, labrando hasta 25 adoquines. Cada piedra es un pedazo de historia, un enlace entre el pasado y el presente.
La cantería es un arte que trasciende el tiempo y la historia. Los hermanos Silva continúan dejando su huella en las calles de San Luis Potosí, preservando la esencia de una ciudad que respira cultura y tradición.
Sus manos, hábiles y amorosas, esculpen el legado de generaciones pasadas, recordándonos que la belleza perdura en la piedra labrada con pasión y dedicación.