- Fue clausurado en 1889, justamente cuando el cementerio de El Saucito entró en funciones
- La familia Pérez Vázquez se ha dedicado a resguardar y proteger este lugar, pues es el único vestigio que queda del primer y único cementerio de la llamada Villa de Tlaxcala
- Aquí descansan los restos de la señora Amada Morales, una mujer que se dedicaba a llevar y alimentar San Juaneros en las peregrinaciones
- Muchos confunden su sepulcro con un horno de gorditas, es cómico porque llama la atención la forma de su mausoleo. Pero no, no es un horno...
Un sepulcro repleto de historia, se asoma a lo lejos de la prolongación Moctezuma, la arteria principal de la colonia Tercera Grande, en donde ésta sepultura de casi 150 años de antigüedad, se niega a quedar en el olvido.
Erigida en el que fuera uno de los primeros camposantos de la capital destinado únicamente para la creación de fosas, en donde eran depositados los cuerpos de aquellas personas que durante el año de 1833 fueron víctimas de una tremebunda epidemia de Cólera en San Luis Potosí.
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Este también llamado "sepulcro olvidado", queda como vestigio histórico de este cementerio que aún en su terreno mantiene alguna que otra osamenta de quienes residieron y enfermaron en este lugar. Camposanto que sería clausurado en el año de 1889, justamente cuando el cementerio de El Saucito entró en funciones.
Este pequeño mausoleo que se atisba a lo lejos es inconfundible; de arcada baja, elaborado de arcilla y piedra, es un túmulo donde descansan los restos de la señora Amada Morales, una mujer que se dedicaba a llevar y alimentar San Juaneros en las peregrinaciones de inicios del año 1850, y quien además falleciera de cólera en el año de 1890.
Desde entonces esta bóveda funeraria se ha mantenido intacta a pesar del paso del tiempo, gracias a la familia Pérez Vázquez quienes se han dedicado a resguardarla y protegerla, pues es el único vestigio que queda del primer y único cementerio de la llamada Villa de Tlaxcala.
"Nosotros aquí en Tercera Grande tenemos más de 55 años residiendo y desde entonces nos hemos dado a la labor de cuidar este sepulcro".
Esta familia también comerciante de jugos frescos, han ubicado su pequeño negocio a un costado de este sobrio mausoleo el cual se mantiene intacto desde hace 131 años.
"Lo cuidamos mucho. Su pequeño nicho aún conserva la cruz del sepulcro, y en el fondo algunas veladoras y piedras ya sedimentadas por el paso del tiempo".
"Aquí tiene una placa elaborada desde hace ya varias décadas , donde indica en qué siglo fue abierto este cementerio, e incluso señala que el Instituto Nacional de Antropología e Historia tiene conocimiento de este sepulcro", refirió José Asunción Pérez Vázquez.
Cada año, en la celebración del Día de Muertos la familia Pérez Vázquez, conmemora la muerte de doña Amada Morales, pues señalan ya no hay familia que vaya a visitarla.
"Fue una residente de aquí de la Tercera Grande, muy querida por todos en aquel entonces porque alimentaba a los sanjuaneros en las peregrinaciones, pero ya nadie se acuerda de ella".
"Nadie la viene a visitar, y mucho confunden su sepulcro con un horno de gorditas, es cómico porque llama.la atención la forma de su mausoleo. Pero no , no es un horno, es una capilla mortuoria del siglo XIX".
José Asunción y su madre Marca Guadalupe Vázquez, invitan a los potosinos y turistas a visitar este punto de encuentro con el pasado.
"Este sepulcro cuenta toda una historia, la llegada del cólera a San Luis, el inicio de los actuales cementerios y camposantos de la capital, y por supuesto habla de una zona que aún resguarda parte del pasado, pues incluso en la prolongación principal, se sabe que por debajo se encuentran algunas fosas fúnebres".
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