/ miércoles 3 de abril de 2024

Opinión | Las mujeres de nuestra confianza

Las mujeres de nuestra confianza, trabajadoras, afanosas, dedicadas y eficientes colaboradoras en el trabajo domestico. Mujeres que llegan a ser familia.

También muchas veces sub valoradas por que como dice una frase anónima. “El trabajo doméstico es eso que no se nota a no ser que no se haya hecho”. Lo cual es parte de la distribución sexual del trabajo analizado por la perspectiva de género. Las mujeres al trabajo privado y los hombres al público.

La Organización de las Naciones Unidas, a través de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe afirma que para la mencionada zona. Y según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se puede estimar que entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93% son mujeres.

En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) define a las personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado como aquellas que prestan su servicio en labores de aseo, asistencia, así como en las relacionadas al hogar de una persona o de una familia, a cambio de una remuneración económica.

La numeralia emitida por dicha encuesta reseña que al tercer trimestre de 2023, había 2.5 millones de personas de 15 años y más ocupadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representó 4.2 % del total de personas ocupadas. Para el mismo año menciona que nueve de cada 10 personas dedicadas al trabajo doméstico eran mujeres.

También refiere la ENOE que 69.5 % de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado en 2023 no recibió ningún tipo de prestación laboral.

Desafortunadamente reporta la ONU, en el trabajo doméstico se cruzan varias discriminaciones basadas en la raza/etnia (servidumbre) y las de género (asignación de las tareas domésticas y de cuidado de forma casi exclusiva a las mujeres), ya que muchas de las personas vinculadas al sector del servicio doméstico en la región han sido principalmente mujeres indígenas y afrodescendientes. De esto último soy testiga, cientos de mujeres huastecas que salen de su comunidad hacia las ciudades en busca de trabajo domestico.

Y justo ese es el punto medular de mi compartimiento. En el referido trabajo sigue existiendo la discriminación, los sesgos de género, la injusticia, y la ausencia del ejercicio de Derechos.

El Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, se conmemora cada año el 30 de marzo desde 1988. Y tiene como propósito promover el valor del trabajo del hogar y convocar acciones para reivindicar los derechos de quienes lo realizan, en su mayoría mujeres.

Toda una agenda está pendiente: garantizar el acceso a la seguridad social para las trabajadoras del hogar. Horarios de trabajo, aguinaldo, vacaciones, y una retribución justa por el trabajo que realizan.

Además de respeto, no discriminación, no acoso, informalidad, quedando mucho camino por recorrer para garantizar sus derechos.

Es mi propósito, visibilizar las problemáticas de las trabajadoras del hogar, porque también el suyo al igual es un empleo, por lo tanto, debe ser digno. Y es la dignidad humana el valor básico que fundamenta los derechos humanos.

Por mis iguales, mis pares, mis amigas, mis paisanas, mis compañeras, mis socias, mis colegas, con ellas y por ellas mi compromiso siempre.

Las mujeres de nuestra confianza, trabajadoras, afanosas, dedicadas y eficientes colaboradoras en el trabajo domestico. Mujeres que llegan a ser familia.

También muchas veces sub valoradas por que como dice una frase anónima. “El trabajo doméstico es eso que no se nota a no ser que no se haya hecho”. Lo cual es parte de la distribución sexual del trabajo analizado por la perspectiva de género. Las mujeres al trabajo privado y los hombres al público.

La Organización de las Naciones Unidas, a través de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe afirma que para la mencionada zona. Y según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se puede estimar que entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93% son mujeres.

En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) define a las personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado como aquellas que prestan su servicio en labores de aseo, asistencia, así como en las relacionadas al hogar de una persona o de una familia, a cambio de una remuneración económica.

La numeralia emitida por dicha encuesta reseña que al tercer trimestre de 2023, había 2.5 millones de personas de 15 años y más ocupadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representó 4.2 % del total de personas ocupadas. Para el mismo año menciona que nueve de cada 10 personas dedicadas al trabajo doméstico eran mujeres.

También refiere la ENOE que 69.5 % de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado en 2023 no recibió ningún tipo de prestación laboral.

Desafortunadamente reporta la ONU, en el trabajo doméstico se cruzan varias discriminaciones basadas en la raza/etnia (servidumbre) y las de género (asignación de las tareas domésticas y de cuidado de forma casi exclusiva a las mujeres), ya que muchas de las personas vinculadas al sector del servicio doméstico en la región han sido principalmente mujeres indígenas y afrodescendientes. De esto último soy testiga, cientos de mujeres huastecas que salen de su comunidad hacia las ciudades en busca de trabajo domestico.

Y justo ese es el punto medular de mi compartimiento. En el referido trabajo sigue existiendo la discriminación, los sesgos de género, la injusticia, y la ausencia del ejercicio de Derechos.

El Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, se conmemora cada año el 30 de marzo desde 1988. Y tiene como propósito promover el valor del trabajo del hogar y convocar acciones para reivindicar los derechos de quienes lo realizan, en su mayoría mujeres.

Toda una agenda está pendiente: garantizar el acceso a la seguridad social para las trabajadoras del hogar. Horarios de trabajo, aguinaldo, vacaciones, y una retribución justa por el trabajo que realizan.

Además de respeto, no discriminación, no acoso, informalidad, quedando mucho camino por recorrer para garantizar sus derechos.

Es mi propósito, visibilizar las problemáticas de las trabajadoras del hogar, porque también el suyo al igual es un empleo, por lo tanto, debe ser digno. Y es la dignidad humana el valor básico que fundamenta los derechos humanos.

Por mis iguales, mis pares, mis amigas, mis paisanas, mis compañeras, mis socias, mis colegas, con ellas y por ellas mi compromiso siempre.