La cotidianidad urbana en la Capital potosina, está repleta de grafías distintivas que inundan las bardas y frentes de negocios. Estos elementos visuales, mejor conocidos como Rótulos, anuncian con bombo y platillo desde la llegada de bandas icónicas de la música regional mexicana, hasta nombres y servicios de tradicionales negocios de la entidad.
El rótulo es un elemento popular de comunicación y detrás de su creación hay infinidad de artistas de “la brocha gorda” que contribuyen a la creación de estos singulares diseños, como lo es el señor César, rotulista de oficio, quien con gran creatividad y técnica, le da vida a espacios habituales para convertirlos en algo extraordinario.
“Para mi ser rotulista es una labor muy bonita, es como un arte, prácticamente a parte del trabajo que le piden a uno, uno también plasma en él lo que sale mejor de ti. Uno trata de dejar al cliente lo mejor satisfecho posible, y eso nos permite mantenernos en la preferencia de la gente”.
Don César, ha rotulado todo tipo de negocios, desde papelerías, abarrotes, peluquerías, hasta magnánimos muros que anuncian grandes negocios industriales.
La técnica hace al oficio, y en este caso en el señor César, es notorio todo el ímpetu que le pone a su labor para dejar a la perfección cada trazo, letra y viñeta que componen sus rótulos, “Como todo, algunos tienen cierta dificultad, pero en sí uno trata de hacer lo mejor que se puede, para que quede como el cliente lo solicita. Sí, algunos presentan ciertos detalles, pero hago el mayor esfuerzo para que todo quede lo mejor posible”.
Ver trabajar a este tradicional rotulista, es ser testigo de todo un proceso creativo, que va desde lo matemático -donde enmarca el espacio que utilizará-, y lo artístico, con el preparado de su material, como la mezcla de pinturas y, la selección de sus brochas y pinceles.
A mano alzada traza su primer letra, con una tipografía distintiva, concentrado y con un pulso seguro, continúa su trabajo. Bajo el inmensidad del sol prosigue con su encargo, impoluto de sus prendas, muestra la gran técnica que maneja para trazar y pintar sin mancharse, revelando una imagen gráfica y creativa sobre la entrada de un negocio de la localidad.
Don César aprendió el oficio del rotulismo de manera empírica, poniendo en práctica lo que llegó a observar algunas contadas veces en el transcurso de su vida, “Me enseñé en casa, me ponía pintar y ahí empecé haciendo trabajos a personas cercanas. Posteriormente otra gente conoció mi trabajo y me fueron contratando. Soy el único de mi familia que se dedica a este oficio”, indicó.
Y el trabajo no para, aún ahora en medio de la crisis sanitaria este icónico oficio es requerido por todos. A pesar de la contingencia el señor César continúa laborando, agradecido siempre de tener una oportunidad día con día de demostrar su destreza, una que “sazona” los muros planos e incoloros de esta ciudad.
“Muchas personas que tienen sus negocios, han aprovechado esta temporada de aislamiento sugerido, para darle “una manita de gato” a sus locales, ya sea rotulación o alguna imagen especial que quieran que se plasme, ahi estaré yo para hacerlo. Afortunadamente no me ha faltado trabajo”.
El oficio de don César, es la muestra de un lenguaje que la mayoría de las veces queda en el anonimato, pero que se mantiene presente en el espacio que habitamos. Su labor es el ejemplo de una mente ávida de ideas e influencias gráficas, que forman parte del del paisaje urbano potosino.
Sean pequeños o grandes, con personajes, caricaturas o imágenes prediseñadas, el rotulismo popular de César muestra un poco de su identidad como agente creador letrista , rotulador y pintor, que se expresa sobre una pared ya sea desde los trazos más simples, hasta los más complejos que requiera su trabajo.