En las calles el eco del “extra, extra”, ya es casi inexistente. Ya son pocas las y los voceadores que llevan en sus manos la historia de la prensa escrita; la nota roja y diaria engalana hoy los puestos de revistas, las exclusivas y el torbellino de letras se pasean en el plano de lo virtual, hoy, los periodiqueros han optado también por vender otro tipo de mercancía.
Pero entre todos ellos aún resisten aquellas familias, que ejercen este oficio de manera tradicional. Tal es el caso de la señora Elvira Morales de 75 años de edad, y quien tiene más de cinco décadas de voceadora en la calle Mariano Escobedo del Centro Histórico de la Capital.
Elvira comenzó su trabajo como voceadora gracias al ímpetu de su hermana Lupita Morales, quien también vende periódicos en la calle de Morelos #520. Ambas desde muy jóvenes se trasladaban todas las mañanas a las bodegas de las empresas editoriales, al área de las rotativas para encartar las secciones de sus periódicos y armar el contenido completo, para después a primera hora del día anunciar a todo pulmón su contenido.
Esta longeva voceadora, menciona que mucho de este proceso ha quedado en el pasado. Con las redes sociales y el uso de nuevas tecnologías, el leer las tradicionales ocho columnas ha dejado de lado a algunos medios impresos como pilares institucionales de la información.
“Son pocos los periódicos que sobrevivieron al cambio. El Sol de San Luis es uno de ellos. Pero la gente, sobre todo la joven, prefieren enterarse de las noticias desde el teléfono celular”.
“Ya no vendemos como antes, yo recuerdo que al día llegábamos a vender 50 periódicos diarios de cada editorial. Hoy se vende un poco menos”.
Elvira afirma que en general las personas son más asiduas a consumir la nota roja, “Les gusta comprar el periódico donde salen los muertos y asesinados, nada más para ver la foto”, en cambio, dice, la población lectora busca las exclusivas, los reportajes, especiales del día, e incluso la sección de deportes es la más leída por los clientes varones.
De igual forma refiere que el proceso de edición ha cambiado con los años, los intereses de los periódicos no son los mismos y las personas ya buscan consumir otro tipo de noticias, pero otras cosas permanecen como la búsqueda de clasificados, “Algo que he notado es que mucha gente compra periódico por la publicidad, es lo único que se mantiene vigente con el pasar de los años. Quieren leer anuncios, les gusta y entretiene. Lo que más buscan son anuncios de espacios para rentar y trabajos, mucha gente compra los periódicos exclusivamente para eso”.
Y es por ello que Elvira acomoda su mercancía de esa manera, de un lado a los accidentados, los muertos del día, por otro lado anuncios y alguna que otra exclusiva política.
Elvira llega temprano a su puesto de revistas y contenta dispone la mercancía como le gusta que se vea, le agrada sentarse afuera, en la calle, pues dice le divierte convivir con los transeúntes.
Sentada y con una mirada afable, espera a su clientela del día. Por la mañana llega a vender uno que otro periódico, y entre semana por las tardes escasamente alguna revista.
“De las revistas se venden sólo las de chismes, esas todavía son de interés. Las de sociales se venden muy poco, porque están dirigidas a otro tipo de clientela, una que no viene para el centro. Hemos tenido que meter otro tipo de mercancía, como ediciones coleccionables de libros, piezas ornamentales y otros artículos diversos”.
Para esta voceadora su trabajo es algo maravilloso, pues aún recuerda los tiempos de bonanza en los que ellos eran el vínculo del resumen noticioso del día, ese eslabón para un lector que con el tiempo ha ido desapareciendo.“Me gusta mucho mi trabajo, en verdad me divierto bastante y eso es lo más gratificante. Me la paso a todo dar con mis compañeras. Aquí en la calle todos somos hermanos, es lo más bonito de mi trabajo”.
De los tantos desafíos que ha tenido que sortear Elvira, en este mundo creciente y, deseoso de información, es tener al día el surtido de su mercancía, que no le falte el impreso con la nota distintiva del día, tener para al cliente frecuente su periódico preferido siempre disponible, traer y llevar la mercancía hasta su puesto.
Pero hay otros retos personales que desconoce la gente. Llegar económicamente a la meta del día, no tener mermas en mercancía y una constante, enfrentarse a las inclemencias del clima. “Lo más difícil son los aguaceros, los cambios de clima, los fríos terribles, ¿cómo se protege una? Afortunadamente la gente me da refugio en sus locales, porque ya me conocen, porque soy veterana, tengo las puertas abiertas”.
Para muchos doña Elvira es un referente de la venta de diarios, del impreso del día a día, ella es una parlante de la noticia, un ejemplo de que la noticia escrita prevalece aún con sus obstáculos, pero se mantiene firme gracias a su voceo y venta en las calles.
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