La Capilla de Aranzazú es uno de los recintos religiosos mejor preservados de San Luis Potosí; para ingresar, hace falta cruzar el Museo Regional Potosino, y subir una larga escalinata. Es quizás por eso que rara vez hay gente en su interior, y es un espacio ideal para admirar los detalles del barroco y sumergirse de lleno en las paredes, las cúpulas y los retablos cargados de simbolismos.
El diseño arquitectónico de la Capilla es considerado único en América Latina. Ubicada en una planta superior, y con un atrio techado, es cierto que no parece un templo común y corriente.
Desde el exterior, es uno de los edificios más representativos de San Luis Potosí; con su color amarillo intenso, su cúpula iluminada durante las noches, y el hermoso ventanal que observa la Plaza de Aranzazú.
Es una capilla para observarla. No basta una visita rápida sino una inspección a sus detalles; es importante saber que la gran cantidad de elementos churriguerescos en el interior representan una alusión a la región Huasteca del Estado de San Luis Potosí, que es famosa por su exuberancia selvática.
Definitivamente, tanto la Capilla como la Plaza de Aranzazú son imperdibles puntos turísticos para todo aquél que visite la capital potosina.
El inmueble del siglo XVIII, una de las pocas muestras de una capilla construida en planta alta, y quizá la única en el país que posee un atrio cubierto, ha sido intervenido especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sobre todo en lo que respecta a su decoración barroca, con elementos churriguerescos que aluden a la exhuberancia de la región huasteca.
Cabe mencionar que el interior del oratorio, considerado Monumento Nacional, es cruciforme, y sobresale la decoración de sus bóvedas y pilastras. A su vez, pinturas al óleo decoran sus muros, entre ellas, Santa Rosalía, del pintor Miguel Cabrera. Los trabajos en la capilla marcarían el cierre, en cuanto a restauración, del edificio.