El Templo de San Francisco se ubica en el Jardín Guerrero, corazón de la ciudad, una joya barroca de cantera que embellece la cual fue construido entre 1689 y 1692, ya que los franciscanos formaron la evangelización en la Nueva España.
La construcción del templo y del convento se inició en 1591, ambos fueron remodelados en el siglo XVIII. La fachada del templo es de cantera.
Esta iglesia se caracteriza porque la adorna la escultura, la pintura y la arquitectura, lo que hace que forme una unidad perfecta, también se caracteriza por las formas que tiene, por ejemplo: el altar mayor tiene una forma semihexagonal entre otros detalles.
En su exterior se imponen dos pares de columnas de estilo dórico a cada lado y dos nichos. En la columna de la izquierda se encuentra.
San Buenaventura y en la comuna de la derecha San Antonio, en segundo plano o cuerpo de la Iglesia, hay cuatro columnas salomónicas y en el nicho principal, se postra San Francisco de Asís; la fachada se terminó en 1711 y 1712, su torre en 1709 y su torre chica en 1762.
En el interior se pueden apreciar varias pinturas y esculturas religiosas de Miguel Cabrera y Antonio Torres, así como un impresionante órgano tubular de estilo barroco que fue construido a finales del siglo XVIII.
Uno de los detalles que más destaca en su interior y que es admirado por todos los visitantes, es el candelabro en forma de barco, el cual es un exvoto (ofrenda), que en un inicio había sido una donación al Templo de La Merced (lo que ahora es el Mercado La Merced), que al ser destruida, reparten algunas de las cosas valiosas que se tenía en ese lugar. El barco que se encuentra en el Templo de San Francisco de Asís, otro que se encuentra en Basílica Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y uno más en una colección privada, son los barcos que representan Las Tres Carabelas, así lo explica Jesús Negrete.
El Templo sirvió de modelo para la mayoría de los que tuvo la provincia, que incluso el historiador Rafael Morales la califica como gran hazaña del barroco.
Entre sus visitantes conocimos a dos turistas, quienes son originarias de Francia pero que radican en Monterrey , que en su oportunidad visitando la ciudad fueron a visitar el Templo, saliendo maravilladas de los detalles de la imponente Iglesia, pero sobre todo, admiradas por las obras que reflejaban el dolor espiritual, tan bien plasmado en cada una de las pinturas.