/ domingo 19 de marzo de 2023

Un camino hacia Dios | Seamos ejemplo de santidad como el Padre Moisés Lira Serafín

En los tiempos actuales donde la pobreza de toda índole nos hace sombra, los problemas sociales y de inseguridad se agudizan, siempre sale a flote el espíritu de nuestra gente, su capacidad de resiliencia, su gran ímpetu a seguir contra corriente, no es otra cosa que su fe alimentada por sus creencias, grandes mujeres y hombres han dado la pauta, como el padre Moisés Lira Serafín.

Su legado de santidad hoy está presente, nos motiva y da aliento porque es ejemplo a seguir. Durante su vida religiosa se fue cultivando su fama de muy buen sacerdote, un Misionero del Espíritu Santo completo; en la obediencia era ejemplar. Impresionaba mucho verlo lleno de Dios, como esas personas santas, llenas de caridad. Era muy santo, inmediatamente se le notaba por su humildad y su sencillez.

Se tenía un alto concepto de su virtud, muy amante de las Obras de la Cruz, vivía su sacerdocio con una grande alegría, su espíritu apostólico y entrega a la dirección de las almas. Estaba pendiente de las necesidades de todos. En este tiempo debemos estar pendientes de nuestro entorno y de la gente, cuidarnos unos a otros, impulsarnos para lograr objetivos que nos lleven a nuestra realización.

Resplandecía en el padre Moisés la virtud de la pureza. Su fe y su profunda humildad lo llevaban a anonadarse, a acabarse ante el Santísimo Sacramento. Verdadero hombre de Dios entregado completamente a Él. Su bondad era admirable, su generosidad y su deseo de servir. Era de esas almas extraordinarias que Dios promueve para que vayan siendo fundadores de obras buenas y tras él vayamos nosotros a luchar a trabajar por obras buenas, que seamos constructores y no destructores, que sigamos adelante aun y con los tropiezos, alimentados siempre por Dios. Nunca echados para atrás, hasta que llegue nuestro encuentro con Dios, así le ocurrió al Apóstol de la bondad, en su momento de muerte atraía con su sonrisa angelical y la paz circundaba el ambiente. Sus hermanos en religión, entre ellos el padre Edmundo Iturbide y el padre Ángel Oñate, al verlo exclamaron ante los ahí presentes: «¡Cómo no va a estar en el cielo, si está feliz de haber dejado este mundo, miren qué sonrisa tan marcada tiene!». Ya no con vida el padre Moisés seguía mostrando su felicidad, nosotros debemos trabajar y luchar por nuestra felicidad momento a momento.

En la homilía por el centenario de su nacimiento se dijo: «Hay que imitar la vida de este hombre, el padre Moisés Lira, que fue devoto de María Santísima, hombre de oración, de gran caridad y humildad». Y «así como él, no hay que tomar una decisión sin antes pensar, orar y consultar», expresó el Sr. arzobispo de San Luis Potosí, Arturo A. Szymanski Ramírez.

La invitación de un hombre del pasado hoy vivo en el presente es a trascender aun cuando el terreno no esté firme o parejo, ser felices y hacer felices a nuestro entorno, el Apóstol de la bondad.



En los tiempos actuales donde la pobreza de toda índole nos hace sombra, los problemas sociales y de inseguridad se agudizan, siempre sale a flote el espíritu de nuestra gente, su capacidad de resiliencia, su gran ímpetu a seguir contra corriente, no es otra cosa que su fe alimentada por sus creencias, grandes mujeres y hombres han dado la pauta, como el padre Moisés Lira Serafín.

Su legado de santidad hoy está presente, nos motiva y da aliento porque es ejemplo a seguir. Durante su vida religiosa se fue cultivando su fama de muy buen sacerdote, un Misionero del Espíritu Santo completo; en la obediencia era ejemplar. Impresionaba mucho verlo lleno de Dios, como esas personas santas, llenas de caridad. Era muy santo, inmediatamente se le notaba por su humildad y su sencillez.

Se tenía un alto concepto de su virtud, muy amante de las Obras de la Cruz, vivía su sacerdocio con una grande alegría, su espíritu apostólico y entrega a la dirección de las almas. Estaba pendiente de las necesidades de todos. En este tiempo debemos estar pendientes de nuestro entorno y de la gente, cuidarnos unos a otros, impulsarnos para lograr objetivos que nos lleven a nuestra realización.

Resplandecía en el padre Moisés la virtud de la pureza. Su fe y su profunda humildad lo llevaban a anonadarse, a acabarse ante el Santísimo Sacramento. Verdadero hombre de Dios entregado completamente a Él. Su bondad era admirable, su generosidad y su deseo de servir. Era de esas almas extraordinarias que Dios promueve para que vayan siendo fundadores de obras buenas y tras él vayamos nosotros a luchar a trabajar por obras buenas, que seamos constructores y no destructores, que sigamos adelante aun y con los tropiezos, alimentados siempre por Dios. Nunca echados para atrás, hasta que llegue nuestro encuentro con Dios, así le ocurrió al Apóstol de la bondad, en su momento de muerte atraía con su sonrisa angelical y la paz circundaba el ambiente. Sus hermanos en religión, entre ellos el padre Edmundo Iturbide y el padre Ángel Oñate, al verlo exclamaron ante los ahí presentes: «¡Cómo no va a estar en el cielo, si está feliz de haber dejado este mundo, miren qué sonrisa tan marcada tiene!». Ya no con vida el padre Moisés seguía mostrando su felicidad, nosotros debemos trabajar y luchar por nuestra felicidad momento a momento.

En la homilía por el centenario de su nacimiento se dijo: «Hay que imitar la vida de este hombre, el padre Moisés Lira, que fue devoto de María Santísima, hombre de oración, de gran caridad y humildad». Y «así como él, no hay que tomar una decisión sin antes pensar, orar y consultar», expresó el Sr. arzobispo de San Luis Potosí, Arturo A. Szymanski Ramírez.

La invitación de un hombre del pasado hoy vivo en el presente es a trascender aun cuando el terreno no esté firme o parejo, ser felices y hacer felices a nuestro entorno, el Apóstol de la bondad.