Presa San José, muestra de imponente ingeniería

El vaso de captación se termina de construir en el año de 1903, considerada una de las obras hidráulicas más importantes del siglo XX en el Estado

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

  · viernes 14 de agosto de 2020

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

* El vaso de captación se termina de construir en el año de 1903, considerada una de las obras hidráulicas más importantes del siglo XX en el Estado

* Fuerte tormenta y oleaje, provocaron que se rompiera uno de los muros para dejar salir 6 millones de barriles de agua, y que dejaran destrucción y muerte a su paso

* Cuentan que la leyenda de los niños emparedados de la presa, sólo una vez se les ha escuchado llorar, y fue en la noche de aquel 14 de Septiembre de 1933, un día antes de que se reventara

A poco más de 8 kilómetros del centro de la Capital, en dirección al occidente, se encuentra situada la icónica Presa de San José. Edificada y construida en piedra pulida y con más de 100 metros de largo, esta presa ha sido la principal fuente de abastecimiento de agua potable en la entidad.

En 1863 el gobierno estatal dispuso por primera vez la construcción de la presa La Constancia, posteriormente llamada de San José. El levantamiento de esta presa es uno de los fieles ejemplos de las repercusiones positivas que puede tener una ciudad en vías al desarrollo. A finales del siglo XIX, este trabajo de la maestría en ingeniería en la localidad fue uno de los ejemplos de modernización y urbanización, que transformaron la captación de agua en todo el país.

Esta edificación estuvo a cargo del ingeniero José M. Siliceo, proyecto del también Ingeniero Reither, quienes en conjunto entregaron los planos y proyecto de trabajo al gobernador de aquel entonces, Blas Escontría.

Se sabe que la capacidad inicial del vaso de captación era de 8 millones de metros cúbicos, los cuales en sus inicios fueron almacenados para el riego agrícola, para después -por el crecimiento de la población-, serviría para el abastecimiento del vital liquido en la mayoría de los hogares potosinos.

En el año de 1894 el gobierno estatal llamó a la construcción presa de Morales, la cual primeramente fue llamada La Constancia por la perseverancia que hubo a lo largo del siglo para construirla, pero posteriormente se llamó de Morales por estar cercano el punto de construcción al rancho de Morales, y terminó por llamarse de San José.

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

Esta presa termina de construirse en el año de 1903, considerada una de las obras hidráulicas más importantes del siglo XX en el Estado. La cortina es de piedra cantera mide poco más de 100 metros de largo, por 32 de altura y 7 de espesor en la parte más alta. Para el 3 de septiembre del mismo año el vaso de la presa se llenó a su máximo, esto es 7, 526,000 m3, según lo indican archivos históricos de la entidad.

La presa de San José es el ejemplo latente -según indican investigadores-, de la “obtención, distribución y modo de aprovechamiento del agua, en la dinámica desatada en el último tercio del siglo XIX”. Es un proyecto de infraestructura hidráulica que formó parte del proceso de avance económico de la capital potosina y que además jugó un papel importante en el ámbito de la planeación del abastecimiento de agua en San Luis Potosí.

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

HISTORIAS DE AGUA

En el año de 1933, la estructura magistral de ingeniería del siglo XX, sería protagonista de un trágico acontecimiento, que pondría a prueba su magistral construcción.

La tarde del 14 de Septiembre de ese mismo año, -según indican algunos documentos fotográficos-, la capital fue testigo de una lluvia torrencial jamás antes vista. Esta tormenta duró toda la noche y la madrugada del día 15 de septiembre.

En la entidad la población continuaba con sus actividades normales. Era viernes y se organizaba ya la preparación para festejar la ceremonia del “Grito”. Pero con el pasar de las horas la lluvia se volvió aún más fuerte, se dice, que muchas personas debido a la tormenta se resguardaron en sus hogares y era poca la gente que se acercó al balcón del palacio a celebrar el CXXIII aniversario de la iniciación de la Independencia.

Es entonces, en punto de las 11 de la noche , cuando autoridades empezaron avisar a los presentes que se habia reventado la presa, debido a la gran captación de agua. “Se reventó la presa, se reventó la presa”, fue lo que se gritó entre la multitud.

Después se supo que no fue que el agua rebasara el límite de la presa, sino que el agua contenida en ella, con el viento y la fuerte tormenta, ocasionaron un fuerte efecto de oleaje dentro de ella, con tal fuerza que rompieron uno de los muros de la cortina de la entonces llamada “La Constancia”, dejando escapar una enorme cantidad de agua equivalente a más de 6 millones de barriles de agua.

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

Los primeros en sufrir la gran inundación fueron los habitantes de la fracción de Morales, enseguida los de Santiago y siguieron Tlaxcala, el Montecillo y Soledad. Santiago y Tlaxcala fueron los barrios que más sufrieron del desbordamiento de agua porque a ellos les llegó con todo lo que se venía arrastrando desde Morales.

Para este desastre fueron necesarios 200 soldados de caballería divididos en diversas patrullas, para auxiliar a la ciudadanía afectada por esta hecatombe. Bajo la dirección del General Francisco S. Carrera Torres, se unieron las fuerzas federales en este trabajo de emergencia, en el cual perdieron la vida dos uniformados.

La mañana del 16 de septiembre de 1933, el escenario estuvo repleto de tragedia, muerte y destrucción. Los puentes de Morales, Santiago, La tercera Chica y Soledad cayeron, sus cimientos no soportaron la presión y fuerza de la corriente de agua.

170 cuerpos fueron recuperados, todos fallecidos en el evento previo al Grito y que no pudieron escapar a la fuerza de la naturaleza. Nunca se contabilizaron las personas heridas, y mucho menos las desaparecidas, sólo las autoridades estimaron un total de 4000 afectados, aunque después se sugirió que fueron miles más.

El domingo 17 el ejército y civiles ayudaron a remover escombros y desenterrar muertos. También se instalaron comedores, donde la población compartió alimento y vestido a los más necesitados. El 15 de Septiembre de 1933 sin duda es un recuerdo repleto de dolor para la entidad, y para aquellos que perdieron todo, incluso a sus seres queridos.

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

LOS NIÑOS EMPAREDADOS

En diferentes sociedades las prácticas mortuorias para salvaguardar y proteger los cimientos de las construcciones, solían ser una actividad realizada de manera común, casi diaria. En diferentes culturas como la Andina, los indios derramaban sangre en los terrenos donde se construirían las casas, para protección de su futura estructura y la dicha en el hogar.

Aquí en San Luis Potosí, se habla de historias parecidas. Una de ellas comienza en 1863 con la construcción de la cortina de la presa en San José. Se cuenta que su edificación estuvo repleta de esoterismo y misticismo, y que incluso durante el proceso de levantamiento de sus muros, los ingenieros y personal involucrado, solicitaron la presencia de un brujo para que les otorgara ayuda, para que el proyecto resultara exitoso.

Según lo que se ha relatado a través de los años, es que el brujo, el ingeniero de la obra y los políticos que formaron parte del proceso de esta infraestructura hidráulica, tuvieron que tomar la vida y almas, de pequeños inocentes de la entidad.

Todo esto, motivados por la idea de que “en toda gran construcción se debe derramar sangre sobre ella”. Por ello robaron y secuestraron a niños como pudieron, vivos o no, los emparedaron entre ladrillos, no sin antes dejarles dulces, como un tributo para calmarlos de su eterno encierro.

Daniel Esquivel | El Sol de San Luis

De lo que se sabe de esta práctica, es que fue muy común en la edad media en el sur de España. Comúnmente se emparedaban a las mujeres, como un sistema de reclusión “voluntaria”, para mantener su vida y hasta sepulcro dentro de toda regla, donde inevitablemente morían de sed y hambre.

Pero estas prácticas trajeron consigo cientos de historias en las cuales las personas emparedadas morían en reclusión y olvido, donde muchos comentan atestiguar el clamor y llanto de quienes fueron objeto de tan arcaico pensamiento.

Y la historia de los niños emparedados en la presa de San José, no es muy diferente. Cuentan que sólo una vez se les ha escuchado llorar, y fue en la noche de aquel 14 de Septiembre de 1933, un día antes de la que la Presa de La Constancia se reventara. Muchos de los habitantes, mencionaron que escucharon los tortuosos lamentos de niños, mismos que provenían de la presa, los que parecían avisar de la tragedia.

Muchas personas perdieron la vìda al ahogarse y muchas otras más desaparecieron, este fatídico incidente lo atribuyen no sólo a la gran cantidad de agua que cayó por las lluvias ese día, sino también a la tragedia que envolvió a aquellos niños que forman supuestamente parte de la construcción de la presa