“No permitamos que nadie y nada nos impida ejercer nuestra ética laboral y profesional como debemos ejercerla para agradarle a Dios y hacer el bien a la sociedad; que nada nos detenga para enaltecer nuestra riqueza de espíritu que vale más que la riqueza material”, enfatizó el líder espiritual de los potosinos
“Cuando tenemos bien claro lo que queremos, y qué queremos lograr, no debemos tener miedo. Podemos estar cansados, pero no debemos desistir en hacer el bien. No podemos “colgar la toalla” –como decimos comúnmente-- en nuestros ideales, metas, planes, principios, objetivos, metas, valores, acciones y trabajos. Todo se irá arreglando, por eso no permitamos que nada ni nadie “nos robe” la paz del alma y nos aleje de nuestros valores humanos, éticos y cristianos”.
“No permitamos que nadie y nada nos impida ejercer nuestra ética laboral y profesional como debemos ejercerla para agradarle a Dios y hacer el bien a la sociedad; que nada nos detenga para enaltecer nuestra riqueza de espíritu que vale más que la riqueza material”.
Lo anterior lo señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe, quien indicó: “Ante tanta pérdida de valores, envidias, adversidades y conflictos internos en un lado y otro, debemos “ponernos las pilas” aún más, y demostrar nuestro trabajo en bien de la sociedad, de la Iglesia y del bien común, porque todo lo que uno realiza debe tener ese principio y objetivo claro: hacer el bien a los demás, servir a la sociedad, procurar el bien común, no el beneficio propio, porque no se trata de actuar de forma egoísta y maliciosa”.
“Que nuestra oración sea constante para que las cosa mejoren en este mundo lleno de adversidades y conflictos, es muy importante orar con fe perseverante y sobre todo con buena fe. Hay que recordar cuánto bien puedes hacer con tu oración”.
“Tu oración es muy importante y Dios nos invita a vivir un mundo mejor, a procurar mejorar este mundo en el que nos encontramos. Si complicamos la vida de los demás ya no somos amigos de Jesús”.
“Para dormir más a gusto, hay que preguntarnos cada día: ¿A quién ayudé hoy?, ¿En qué serví a los demás?, ¿qué beneficio le hice a mi familia?, ¿qué hice de bueno en mi casa, en mi barrio, en mi trabajo o en mi comunidad?.
El jerarca católico dijo: “No tengamos miedo de hacer el bien, hablemos con Dios en la mañana, a media tarde y por la noche o incluso en la madrugada, y verán que nuestra vida será otra”.