Con sus manos pigmentadas por el betún que da vida al calzado que se creía perdido, y un aroma a cuero que distingue a su oficio, José Luis Reyna Dueñas de 51 años de edad, platica para El Sol de San Luis acerca de su profesión como zapatero remendador, trabajo que desempeña desde hace más de 35 años en el icónico local “Los Pericos”, ubicado en la avenida más popular de la capital potosina.
A pesar de que en la actualidad las máquinas han venido a sustituir la mano de obra en diversos oficios, la profesión del zapatero resiste a estos cambios, perpetuándose gracias a familias dedicadas enteramente a otorgar sus conocimientos a nuevas generaciones que desean ejercer tan noble oficio.
Y así lo es para el señor José Reyna, quien nos comenta, “Mi Papá, Juan Reyna, fue zapatero durante más de 45 años y como todos, aprendió el oficio viendo, paradójicamente yo primero aprendí trabajando para un señor –Eriberto Elizaola–, donde se elaboraba calzado para fútbol, después trabajé para mi papá, aquí, en este local donde me enseñó todo lo que se necesita saber acerca del remiendo de zapatos. Siempre observando cómo se tenía que hacer para arreglarlos, ya que no hay escuela para estar labor”, indicó.
El oficio del zapatero es complejo y arduo. Como el artista que esculpe y necesita conocer los materiales; el zapatero se instruye y maneja sus herramientas con delicadeza, para darle nueva presencia al calzado de su clientela.
“Es necesario conocer bien tus herramientas de trabajo –yo utilizo unas cuchillas muy peligrosas, filosas–, conocer su forma y por supuesto su uso para no lastimarse, son el galgo, la escofina, el abridor de hendidos y por supuesto, el martillo. Trabajamos comúnmente el cuero, mejor conocido como baqueta, es el material más dificil de moldear, pero también trabajamos con los hules o hule de llanta”, señaló Reyna.
A través de los años, el señor José Luis, ha aprendido de estilos, gustos y las modas por las que atraviesa el mundo del calzado, por lo tanto distingue, a la perfección, qué tipo de arreglo es el que busca su clientela.
“Aqui viene todo tipo de persona, de clase alta, media y baja, desde una ama de casa, maestros, hombres que se dedican al travestismo, periodistas y hasta personajes de la política. Cada uno de ellos piden trabajos en específico, que van desde el cambio de unas tapas, hasta la remienda de un calzado roto o muy desgastado. La mayor parte de nuestra clientela son mujeres, y ellas siempre solicitan la reparación del tacón de sus zapatillas, los hombres buscan, en la mayoría de las ocasiones, reemplazar la suela de su zapato”, señaló.
Con el tiempo la manufactura del calzado ha bajado sus estándares de calidad, “Antes el material de los zapatos era mas fregón, los fabricaban de cuero. El calzado de ahora se desconchinfla rápido, siempre es mejor invertir en un par de buena calidad, que sea elaborado en nuestro país, ya que aquí los elaboran con buenas pieles, el zapato chino o de plástico dura muy poco”, mencionó.
A pesar de ello, la baja calidad del calzado importado no ha repercutido en el negocio de la restauración, “Actualmente atendemos de 70 a 80 personas al mes, afortunadamente el zapato de hoy en día, carece de costuras, está elaborado de materiales poco resistentes y eso nos ha beneficiado favorablemente, porque nunca nos falta trabajo, ya sea para remaches, costuras, o reconstrucción total de calzado”, puntualizó.
El costo por reparación es diverso y depende de lo que el cliente solicite, por ejemplo, un cambio de tapas puede a costar hasta 80 pesos, pero si el trabajo requiere un proceso especial, el costo aumenta, “Tenemos que sacar mínimo lo que invertimos de material, si son zapatos de cuero, es un trabajo más laborioso porque la baqueta es dura. Todo depende del tipo de calzado y material, con el calzado sintético prácticamente empezamos desde cero”.
“Lo pericos” un local con tradición
“Los pericos”, un título que enmarca la personalidad de los hombres de la familia Reyna, donde José –quien además es un excelente conversador–, busca brindar el mejor servicio, siempre con una sonrisa que se asoma debajo de su gorra, mientras surce el zapato deportivo de una señora, resignfica más de 45 años de labor familiar de remiendo de calzado.
La profesión del Zapatero continúa presente en nuestra sociedad, gracias al trabajo tradicional de compostura, que le permite a individuos pertenecientes a cualquier tipo de realidad, le den una segunda vida y uso a su calzado, a pesar del consumismo desechable del mismo.