A su máxima capacidad lució la Casa de la Cultura del Barrio de San Miguelito, al ofrecerse el conversatorio titulado “De los centros nocturnos a las discoteques y su frivolidad", en el marco de la serie “La vida nocturna de San Luis Potosí en las décadas de los 70’s, 80´s y 90’s”, en la que el público asistente interactuó con los ponentes e incluso bailaron la música de esas décadas.
Con mucha nostalgia y recordando inolvidables momentos, tanto los ponentes como el público enlistaron las características de lo que era una discoteca de las décadas citadas, pues ciertamente –dijeron con evidente tristeza y a la vez con suma preocupación--, cómo es que han cambiado tan drástica y vertiginosamente estos lugares convertidos en centros de vicio, pues las discotecas eran centro de diversión sana, en la que se escuchaba lo que de verdad era música, incluso los bocadillos de aquel tiempo eran muy saludables, porque se vendía fruta como zanahoria, pepino, naranjas partidas por la mitad con chamoy, trozos de sandía, y las bebidas eran limonadas, aguas de horchata, jamaica, de tamarindo o de cualquier otro sabor frutal, pero incluso las bebidas eran 100% naturales. Se iba a bailar, no a buscar pareja para un desenfreno sexual, el ambiente era ameno, todo era alegría y diversión sana.
“¡Qué tiempos aquellos!!! --Indicó el Licenciado Carlos Reyes Martínez--, en que incluso acudía toda la familia a las discoteca, tantos papás como hijos y se divertían a lo grande hasta en una tardeada, pero todo era diversión sana, nadie se alteraba los ánimos con ningún tipo de bebida alcohólica ni mucho menos de droga; nadie era violento ni alusinaba nadie por el efecto de narcóticos. Todo era luz y esperanza, porque nos la pasábamos bailando hasta sudar y rendirnos de cansados. Y para la sed puras aguas frescas”, dijo el también funcionario cultural.
“Nadie le faltaba el respeto a nadie, todos estaban sobrios y llegaban a casa a dormir como llegaban a la discoteca: muy sobrios. Eran discotecas que uno añora ahora y que –dijeron-- ven complicado puedan resurgir. La música no era aturdidora, no contaminaba el oído, sino que gustaba los ritmos y las letras de las canciones que uno bailaba y entendía lo que decían, no eran gritos y ruido contaminante”, dijo con un dejo de tristeza que se vio en sus ojos.
El conversatorio estuvo a cargo del LCC, maestro Carlos Reyes Martínez, y el maestro Víctor Manuel Espinoza "Mister Botas", Carmen del Río, maestra Verónica Rangel, Maestro Moisés Palau Tow y Maestro Héctor Posadas.
Fue así como los ponentes abordaron el tema de la vida nocturna de San Luis, sus características y evolución durante tres décadas, sobre cómo se divertían la sociedad potosina con las características propias de cada etapa, de cada grupo, de cada estrato social y económico, cine, marcas de ropa, de tenis, artistas, programas de televisión lenguaje, comida, música, incluso los dispositivos que se usaban para escuchar la música y la evolución de los establecimientos en que se divertía la gente, horarios, y los lugares de alimentación.
Sin duda alguna se tornó un conversatorio muy interesante en el que los ponentes explicaron a detalle cuáles eran las características de las discotecas de los años sesentas, setentas, ochentas y todavía de los noventas, y cómo fue que vertiginosamente se cambiaron conceptos, enfoques, ideales y cambiaron a antros, que para muchos padres de familia les preocupó grandemente el que sus hijos fueran a centros y antros de alcoholismo, de venta de droga y de perdición, pues infinidad de notas periodísticas en todos los medios masivos de comunicación dieron mucho de qué hablar al respecto.
Desgraciadamente el concepto de discoteca, centro nocturno y antro, han dejado mucho qué desear en este sentido, por lo que el LCC Carlos Reyes Martínez explicó a detalle y detenidamente a qué se deben dichos cambios y cómo es que se fueron aceptando por unos pocos y rechazando por muchos otros, sobre todo padres de familia, que se vieron seriamente preocupados por la salud y la formación integral de sus hijos, dado que muchos lugares son catalogados como centro de vicio.
Por último acordaron hacer un recuento histórico en un libro, para que resurjan estos centros de diversión sana y se pusieron a bailar la buena música de los años setentas a los noventas. Ah, qué tiempos aquellos, ojalá los podamos volver a vivir, dijeron con nostalgia los ponentes.