Es increíble, que la mayoría de los candidatos a cargos de elección popular con el afán de despuntar en las preferencias de Juan Pueblo y María Ciudadana, escupan contra sus enemigos, sanguijuelas apestosas, ajos y cebollas, sapos y hasta culebras chirrioneras, prietas y orejonas.
Solo hay que checar su actuar desde que iniciaron las “campañas políticas”, y se dará cuenta que lo único ventilado es un vulgar pleito de mercado, en tanto las propuestas de y cómo le harán para sacar al “buey de la barranca”, brillan por su ausencia, aún y cuando el tiempo para la elección está a la vuelta de la esquina.
Por lo pronto hoy en el debate, los candidatos sudarán la gota gorda para convencer al Juan y a la María de que sus propuestas merecen su valioso voto para poder llegar a la silla presidencial. Pero que esas propuestas sean realistas, y no utopías pues solo así el Juan y la Mari podrán escoger a quienes los representarán o gobernarán y ya no jugarán a “será melón, será sandía, será la vieja del otro día” y menos se echarán el eterno volado para elegir a sus gobernantes.
Porqueeste maravilloso Cuerno de la Abundancia, como lo es México, merece un gobierno que lo engrandezca, lo haga poderoso y lo respete. No un gobierno que se engrandezca, se haga poderoso y no lo respete.
En espera de ese milagro, “El Sol de San Luis” entrega a sus fieles lectores esta hermosa reflexión que forma parte de las compilaciones del padre Fernando Castro Villanueva:
No esperes una sonrisa para ser gentil. No esperes ser amado para amar. No esperes estar solo para reconocer el inmenso valor de un amigo. No esperes el luto, para reconocer la importancia de quienes están hoy en tu día. No esperes tener el mejor empleo para ponerte a trabajar.
No esperes la nostalgia del otoño para recordar un consejo. No esperes la enfermedad para reconocer que tan frágil es la vida.
No esperes a esa persona para poder enamorarte. No esperes el dolor para pedir perdón. No esperes elogios para creer en ti.
No esperes que otros tomen la iniciativa, cuando tú mueres por un abrazo, una caricia, un beso. No esperes tener dinero por montones para ayudar al pobre. No esperes el día de tu muerte si aún no has amado.
No puedes esperar; ¡El momento es hoy y hoy significa ahora! Este día. ¡Es tu vida, es tu presente! Aquí y ahora debemos aprender a amar, a dar, a sentir, a perdonar, a darle valor a las pequeñas cosas, a la familia, a los amigos, al trabajo, a nuestra vida. No vivamos esperando, porque en esa espera se nos va la vida; y no olvidemos que aquellos que dan sin esperar son los que reciben a manos llenas.
Todo lo que damos regresa a nosotros, si queremos recibir, aprendamos primero a dar, tal vez nos quedemos con las manos vacías pero nuestro corazón rebosará de amor, tal como quienes aman la vida, que tienen el sello de ese hermoso sentimiento en su corazón.
