/ domingo 30 de diciembre de 2018

Opinión

¡GRACIAS SEÑOR POR TANTO DAR SIN RECIBIR!

En estos últimos momentos del año que hoy termina, heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento para decirte Gracias, para solicitarte Ayuda y para implorarte Perdón.

Gracias Señor por la paz, la alegría, la unión que mis hermanos los hombres, me han brindado, por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron. Por la mano que oportuna me levantó, por esos labios que con palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por esos corazones que amistad, cariño y amor me entregaron.

Gracias Señor, por el éxito, la salud, la comodidad y diversión. Gracias Señor, -aunque me cuesta decírtelo- por la enfermedad, el fracaso, la desilusión, el insulto, el engaño, la injusticia, la soledad, y por el fallecimiento del ser querido. Tú lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo; quizá estuve a punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti.

Gracias Señor, sobre todo por la fe que me has dado y que en ocasiones se tambaleó, pero que Tú fortaleciste y me hiciste caminar en el sendero de la verdad, a pesar de reinar la oscuridad.

Ayuda te he venido también a implorar, para el año que muy pronto va a comenzar. Lo que el futuro me deparará, lo desconozco Señor. Vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir. Pero sé que Tú siempre me ayudarás. Yo te puedo dar la espalda y Tú nunca me la darás, al contrario, me tenderás la mano, por eso hoy te pido que me ayudes a ayudarte, que llenes mi vida de esperanza y generosidad. No abandones la obra de tus manos, Señor.

¡Perdón! No podría retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te debí de haber dicho, pero que por negligencia y orgullo he callado. Perdón, Señor por mis errores, descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad. Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.

Perdón, porque me han perdonado y no he sabido perdonar. Perdón por mi hipocresía y mi doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero que en el fondo no es más que engaño a mí mismo. Perdón por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esos oídos que no presté, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó.

¡Gracias Señor, por todos los que no te dan gracias!

¡Y llena con tu amor mi silencio y falta de valor!

¡Ayuda a todos los que imploran tu ayuda!

¡Perdón por todos los que no imploran tu perdón!

¡Me has escuchado! ¡Ahora Señor te escucho!

Con ésta hermosa reflexión que hoy “El Sol de San Luis” entrega a todos sus fieles lectores, desea: ¡Feliz Año Nuevo 2019! Y que sea un año pleno de amor, salud, paz, prosperidad y tranquilidad. Mientras que la mechilla de la Altilla pide al Todopoderoso que Juan Pueblo y María Ciudadana, puedan respirar tranquilos y ya no sudar tanto la gota gorda para poder alcanzar los altos vuelos de las ingratas verduras, frutas, granos y vegetales que son fundamentales para una sana alimentación, así como de los productos y servicios básicos para vestir, educar y mantener a sus familias. ¡Que así sea! Porque será un año non y la sabiduría ancestral señala que: ¡Años nones, años de dones!

Comentarios: altagracia_155@hotmail.com



¡GRACIAS SEÑOR POR TANTO DAR SIN RECIBIR!

En estos últimos momentos del año que hoy termina, heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento para decirte Gracias, para solicitarte Ayuda y para implorarte Perdón.

Gracias Señor por la paz, la alegría, la unión que mis hermanos los hombres, me han brindado, por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron. Por la mano que oportuna me levantó, por esos labios que con palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por esos corazones que amistad, cariño y amor me entregaron.

Gracias Señor, por el éxito, la salud, la comodidad y diversión. Gracias Señor, -aunque me cuesta decírtelo- por la enfermedad, el fracaso, la desilusión, el insulto, el engaño, la injusticia, la soledad, y por el fallecimiento del ser querido. Tú lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo; quizá estuve a punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti.

Gracias Señor, sobre todo por la fe que me has dado y que en ocasiones se tambaleó, pero que Tú fortaleciste y me hiciste caminar en el sendero de la verdad, a pesar de reinar la oscuridad.

Ayuda te he venido también a implorar, para el año que muy pronto va a comenzar. Lo que el futuro me deparará, lo desconozco Señor. Vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir. Pero sé que Tú siempre me ayudarás. Yo te puedo dar la espalda y Tú nunca me la darás, al contrario, me tenderás la mano, por eso hoy te pido que me ayudes a ayudarte, que llenes mi vida de esperanza y generosidad. No abandones la obra de tus manos, Señor.

¡Perdón! No podría retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te debí de haber dicho, pero que por negligencia y orgullo he callado. Perdón, Señor por mis errores, descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad. Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.

Perdón, porque me han perdonado y no he sabido perdonar. Perdón por mi hipocresía y mi doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero que en el fondo no es más que engaño a mí mismo. Perdón por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esos oídos que no presté, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó.

¡Gracias Señor, por todos los que no te dan gracias!

¡Y llena con tu amor mi silencio y falta de valor!

¡Ayuda a todos los que imploran tu ayuda!

¡Perdón por todos los que no imploran tu perdón!

¡Me has escuchado! ¡Ahora Señor te escucho!

Con ésta hermosa reflexión que hoy “El Sol de San Luis” entrega a todos sus fieles lectores, desea: ¡Feliz Año Nuevo 2019! Y que sea un año pleno de amor, salud, paz, prosperidad y tranquilidad. Mientras que la mechilla de la Altilla pide al Todopoderoso que Juan Pueblo y María Ciudadana, puedan respirar tranquilos y ya no sudar tanto la gota gorda para poder alcanzar los altos vuelos de las ingratas verduras, frutas, granos y vegetales que son fundamentales para una sana alimentación, así como de los productos y servicios básicos para vestir, educar y mantener a sus familias. ¡Que así sea! Porque será un año non y la sabiduría ancestral señala que: ¡Años nones, años de dones!

Comentarios: altagracia_155@hotmail.com



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