Con mirada inocente y conmovedora, son los ojos de los Niños Dios que vende el señor Francisco Armando Martínez, quien desde el año 1994 se dedica a la venta de esta advocación católica dentro del Mercado República.
De resina y pasta son sus Niños, a quienes acomoda delicadamente en sus pequeños tronos o cuneros de madera, cómo quien espera una nueva familia.
"El de pasta es mucho más resistente y detallado, no se talla o despostilla tan fácil. Duran más y la calidad es muy superior".
Los hay morenitos, güeros y apiñonados, de ojos azules, cafés y negros, todos con la misma postura y con esas pestañas que resaltan de su rostro.
"Aquí vienen a buscar todo tipo de niños, el Doctor, el de Las Palomitas, San Judas Tadeo, El Sagrado Corazón, el Señor de la Misericordia, el Santo Niño de Atocha y Juan Diego. Pero hay un modelo que piden específicamente y es el Niño de la Fe y Trabajo".
Son muchas las anécdotas que tiene este comerciante, quien conmovido recuerda a su padre que partió de este mundo hace un poco más de un año y quién dedico años de trabajo a la venta y cuidado de estos Niños Dios.
Las personas que vienen a visitarlo, llegan con una gran devoción e ilusión, pues la tradición obliga a tener que regalar esta pieza con amor hacia una familia y por ello también llegan muchas personas a comprarlos para incluso mandarlos a otras partes del mundo.
Este local emana un ambiente cándido que invita a la ternura, con imágenes de ocho a 80 centímetros, los más grandes emulan a bebes reales.
Los costos son demasiado accesibles, porque saben que el bolsillo de los creyentes es prioritario, precios que van desde los 60 pesos por imagen dependiendo el tamaño.
Quienes más buscan a estos niños, paradójicamente son las mujeres cabezas de familia, quienes desean hacer un presente o bien buscan que su familia tenga un vínculo armoniosos con su religión y sus creencias.
Cuando un Niño Dios tiene que partir hacia un nuevo hogar, Francisco Armando los acomoda delicadamente en una caja, los acuesta con cuidado y los envuelve para que no se dañen o bien no pasen frío.
"Para mí vender Niños Dios es seguir con el trabajo y amor de mi padre por esta imagen religiosa, una tradición, todo esto que ve aquí lo trabajó mi padre y estoy orgulloso de ello".
La historia de estos niños son multidiversas, hay desde milagros hasta los acontecimientos repletos de misticismo, sin duda este local es un refugio para que estos Niños de resina y pasta lleguen a manos de quién posee el fervor de la religiosidad hecha dulzura.