“Cometimos un error y lo pagamos con lo más preciado que tenemos, que es la libertad, perdemos dos derechos: el de la libertad y a votar, pero no perdemos el derecho a la cultura, ni a querer hacer un cambio en nuestra persona”, señaló José Alejandro Rubio quien, después de 10 años recluso, recuperó su libertad y se convirtió en un artista.
Este martes se inauguró el Foro Latinoamericano de Prácticas Culturales con Personas Privadas de Libertad: Derechos Culturales y Reinserción Social, con el que se busca fomentar la aplicación de las “Reglas Mandela”, éstas versan sobre la importancia de aprovechar el tiempo de reclusión y preparar a la persona para cuando salga en libertad.
Al respecto, Javier Hernández Muñoz, oficial de Cooperación Nacional de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México, manifestó que trabajar en la reinserción social es una forma de prevención del delito, pues hay muchas personas que al quedar en libertad y no recibir la oportunidad de un trabajo formal, vuelven a delinquir para sobrevivir.
En su caso, Esther Hernández Torres, directora general de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura y encargada del Programa Cultura Comunitaria, indicó que a nivel nacional ya hay seis estados en los que se llevan algunas actividades culturales a centros penitenciarios, entre ellos están Zacatecas, Yucatán, Campeche, Ciudad de México y Morelos; además, se busca implementar el programa en seis estados más antes de que finalice el año, entre los cuales pudiera estar San Luis Potosí.
Mencionó que son alrededor de 500 personas, entre hombres y mujeres, quienes han ingresado al programa cultural, de los cuales 25 ya recuperaron su libertad e incluso ahora participan como talleristas, Asimismo, Hernández Torres estimó una inversión anual de 300 mil pesos para aplicar este programa, pues sólo se requiere material y el pago a los talleristas, por lo que lo consideró un monto mínimo.
Durante el foro, José Alejandro ofreció su testimonio, explicó que a los 23 años de edad ingresó a prisión y de inmediato se unió a un taller de artes plásticas, “siempre quise aprender a pintar e ir a museos, tuve que llegar a una prisión para aprender a conocer el arte y la cultura”; ahora que se encuentra en libertad, vive del arte y ha participado en al menos 6 exposiciones, además de que regresa cada tercer día a prisión, pero ahora con el propósito de ayudar a que otras personas privadas de su libertad encuentren en el arte la rehabilitación.