El arte circense está en las venas de Canamaye Limón Rodríguez hijo de familia de creadores,apasionado del arte en movimiento, un joven que a través de los años ha hecho de los semáforos su mejor escenario.
Canamaye llega a su espacio de trabajo en cuanto amanece y las luces de los coches parpadean para detenerse en cada cruce y es ahí que este artista hace su magia con arillos, bolos y hasta un monociclo.
Su actitud lo dice todo, sonriente y animoso toma el semáforo y comienza su espectáculo, unos dos minutos antes de que éste cambie de color recorre cada coche para recolectar el pago de sus espectadores, tal vez un peso, dos o hasta diez, pero la sonrisa de quién lo ve le es más gratificante.
"Yo amo lo que hago me satisface. Me siento orgulloso y me emociona mucho".
Este artista de las calles comenzó en el ámbito de la acrobacia a la edad de seis años y al malabarismo desde los 20.
Canamaye emplea de cinco horas diarias de entrenamiento, pues controlar su cuerpo requiere no solo de agilidad sino de disciplina física para poder realizar cada acrobacia de su repertorio.
Por otro lado hasta 12 horas de trabajo son en las que se mantiene en cada cruce.
"Depende el esfuerzo que se emplea, siempre hay que pensar hasta dónde uno quiere llegar. Mi trabajo me satisface, me llena completamente, mientras las personas demuestren que se la pasan "chido" yo le sigo hasta que esto termine".
La diversión y el "cotorreo" nunca terminan, sin embargo en las calles se enfrentan muchos obstáculos a los que Canamaye está acostumbrado.
No obstante, el mira la vida con mucho positivismo y entiende a la perfección que no todo el mundo puede comprender su expresión y trabajo.
"Yo siempre le doy más importancia a quienes me sonríen. Claro que hay personas a quienes no les late y es completamente aceptable. Yo entiendo cuando los cochistas vienen enojados o fastidiados, si me faltan al respeto también comprendo que así es esto, lo tomo con calma".
Las ganancias en ocasiones no son muchas, aunque este artista explica que hay días donde la suerte le sonríe pero de ello dependerá que tan larga fue la jornada para llegar a juntar un poco de dinero.
La satisfacción más grande para Canamaye al ser un artista circense , son las niñas y los niños, entretenerlos y dibujar en ellos una sonrisa.
"Ayer me pasó que una niña le gustó mucho mi truco, me regaló una piedrita de una corona que traía en la cabeza, ese fue el mejor pago para mí, la mejor gratificación a mi trabajo".
Es así que Canamaye se incorpora nuevamente a su monociclo, sin perder el equilibrio ,con una sonrisa, un aro en su brazo y los bolos volando alrededor de él.