Convencido de la gran relevancia que han adquirido los ritmos latinoamericanos dentro de los terrenos de la música para concierto, el venezolano Edicson Ruiz, considerado entre los más importantes contrabajistas de la actualidad, se presenta este domingo a lasd 12:00 horas en la última de dos fechas con la Orquesta Sinfónica de Minería en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.
Será la oportunidad de escuchar de nuevo en México al primer latinoamericano que logró sumarse a la Orquesta Filarmónica de Berlín, cuando apenas tenía 17 años, convirtiéndose también en el músico más joven en ingresar a una de las orquestas más importantes del mundo.
“Me siento feliz y honrado por volver a pisar la Ciudad de México. Para mí es cumplir un sueño, porque la última vez que me presenté aquí fue hace 13 años, en el Palacio de Bellas Artes, y porque en ese tiempo también impartí una master class para jóvenes contrabajistas, en la Sala Nezahualcóyotl, y quedé enamorado de su diseño, que es muy similar al de la Berliner Philharmonie, y desde entonces quise tocar ahí, ahora ese sueño será una realidad”, comentó Edicson Ruiz, en entrevista con El Sol de México.
HOMENAJE LATINOAMERICANO
Bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto y con la participación de la pianista Gabriela Montero, Edicson adelanta que el concierto ofrecerá una mezcla de diversos ritmos desde guaracha, hasta tango, son cubano y flamenco.
“Es un homenaje a Latinoamérica, porque se trata de la música de nuestras costumbres, de nuestra identidad. Hay que entender que nuestra música no es ajena a las composiciones que hicieron Mozart o Beethoven, en nuestra cultura musical estamos acostumbrados a escuchar arpas y violines, o el tololoche.
“Hoy la música de concierto contemporáneo que hacemos en este lado del hemisferio ya no se limita a ese vidrio molido, esa pizca de ajo que la gente no puede digerir. Ahora es mucho más creativa, prueba de ello son las obras de Arturo Márquez o Gabriela Ortiz y muchos otros. Es algo muy bonito, porque toman el legado de los grandes maestros como Revueltas, Moncayo, Piazzola”, agrega el músico.
Interpretará el Concierto para contrabajo, de Efraín Oscher; el Concierto para piano núm 1. Latino, de Gabriela Montero -ambos venezolanos-; y la pieza La consagración de la primavera, de Stravinsky, la cual Edicson relaciona con la historia maya y azteca por su carácter ritual y de adoración ancestral.
CARRERA DIFÍCIL
A la distancia, de aquel momento en que decidió estudiar el contrabajo en vez de estudiar viola por creer que era “más fácil que pelar una mandarina”, Edicson confirma su convicción por interpretar, explotar y difundir obras expresas para este instrumento.
“Yo desde entonces he sentido la necesidad y el ansia de dominar este instrumento, que es complejísimo; además del gusto por compartir con todos cómo un contrabajo, que realmente parece un mastodonte, puede cantar, ser ligero y amoroso, sin ese timbre que se cree tan ronco e ingrato”.
Sin embargo, reconoce que aunque ha sido una gran experiencia el haber sido tan exitoso desde temprana edad, no fue una tarea sencilla comenzar en las líneas de una de las agrupaciones musicales más importantes.
“Mira, como el beisbol: el jonrón es bueno, pero también un triple es bueno, e impulsar carreras también. Ha sido vertiginoso porque desde muy joven tuve que aprender a jugar a ser adulto, a confrontarme con una cultura tan opuesta a la latinoamericana. Todo lo he tenido que aprender sobre la marcha: el idioma, pagar impuestos, nuevo repertorio, y hasta la conciencia de mi propio cuerpo. Ha sido crear una piel gruesa para aguantar la presión de cada concierto”.
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Como uno de los grandes impulsores del repertorio de contrabajo en el mundo, el artista menciona que no sólo se trata de “desempolvar” piezas viejas o mandar a hacer nuevas por el simple hecho de hacerlo.
“Uno está al servicio de las artes y en mi labor hay más ámbitos, entre ellos también está el de romper con lo que nos han impuesto las editoriales y las mentiras que hemos padecido de ediciones nefastas y hasta de escuelas conformistas. Se trata de desenmascarar y desmontar ese aparataje de mitos que se han vendido sobre la belleza de obras clásicas y nuevas, para que se empiece a forjar un nuevo porvenir”, finaliza.
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