/ viernes 29 de enero de 2021

Tumultuoso camino para obtener justicia. Tres años después capturan al agresor de Claudia Colunga

El crimen está tipificado como feminicidio; familiares piden todo el peso de la Ley

Hace casi tres años la violencia feminicida apagó el brillo de la mirada de Claudia Colunga Landaverde, mujer de 28 años, madre de familia, hija y hermana originaria de la localidad de San José del Tapanco, perteneciente al municipio de Rioverde. Claudia, quien fuese un eslabón importante de unión para su familia, sería víctima de la expresión más cruda y cruel de las violencias el día 25 de marzo del 2018 a manos de un hombre que la sujetó hasta su último aliento.

Hoy su familia clama por justicia, pues tuvieron que tolerar más de 37 meses una dura batalla para poder dar con el responsable del feminicidio de su hija y hermana; prófugo y huyendo de la justicia, el “presunto” culpable del feminicidio fue localizado el pasado 13 de enero en un hotel central de Rioverde donde cometió ese acto de extrema violencia.

Por ello la familia Colunga Landaverde pide que no se olviden de Claudia, una mujer de sentimientos y actuar noble, que se enfrentó a un tortuoso destino, dejando desesperanza e impotencia a su paso, pues, su feminicidio enmarcaría el sufrimiento de toda una familia que la recuerda siempre como una persona bondadosa.

No escuchar sus palabras de consuelo, no sentir sus abrazos cándidos, ni el amor que desbordaba en muestras de afecto ha sido lo más difícil de sobrellevar, así lo menciona su hermana Rubí, quien agrega “ Mi hermana era una chica alegre, como madre era muy amorosa, tenía dos hijas de una relación anterior. No hay un solo día en que ellas no la recuerden. Éramos muy unidas, siempre platicábamos de todo”.

Y son esos recuerdos y sobre todo su ausencia, lo que obliga a toda una familia a mantener presente los hechos con el que le fue arrebatada la vida a Claudia, también como una manera de poner sobre alerta acerca del tumultuoso camino que enfrentan las familias víctimas de feminicidio por la obtención de justicia.

“Todo comenzó cuando mi hermana tuvo una relación con este “tipo” (el agresor), cambió demasiado, hablaba poco de él. En varias ocasiones llegó a casa con marcas de violencia en ambos brazos, pero al preguntarle sobre eso nunca nos respondió. Cambió mucho su forma de ser, casi siempre estaba de mal humor o triste”.

“Mi hermana salió de casa el día 25 de marzo del 2018. Como ya era costumbre, pasaba los fines de semana con su entonces pareja. Después ya no supimos nada de ella, tratamos de contactarla pero su teléfono estaba apagado. Comenzamos a preocuparnos ya que el tipo nunca nos dio buena espina”, refirió Rubí.

Después de presentir que algo le sucedía a Claudia, en punto de las dos de la tarde del día 26 de marzo, el noticiero local transmitía una terrible noticia, en la imagen, un hotel y una figura femenina oculta entre sábanas parecía anunciar una tragedia.

“Nosotros vimos en las noticias que habían encontrado una chica degollada en el hotel central de Rioverde, nunca nos imaginamos que había sido ella. Después de un rato llegaron los de la funeraria, estaban buscando algún familiar cercano a Claudia. En ese momento supe que era ella de quien se hablaba”.

Después de ese caótico instante, la familia Colunga Landaverde supo que su vida sería otra sin Claudia, un feminicidio que trazaría las circunstancias penales del caso, su desarrollo e investigación. “Nos dedicamos enteramente a tener contacto con los ministeriales, los licenciados y nos hemos mantenido presentes en todo el proceso que se debe llevar a cabo, hemos recibido gran apoyo de su parte y de una forma muy amable”, insistieron.

Y a pesar que durante casi tres años el “supuesto” feminicida (pareja en ese entonces y violentador de Claudia) era ilocalizable, ahora se encuentra bajo las manos de la justicia, donde la familia Colunga enfrenta ya el viacrucis de poder demostrar su vínculo y culpabilidad en los hechos.

“Fueron 3 largos años de miedo e incertidumbre al saber que este tipo estaba prófugo y pensar que pudiera hacerle lo mismo a otra chica. Actualmente aún no se le ha dictado sentencia. El crimen de mi hermana está tipificado como feminicidio. Ahora las autoridades están en la espera de más pruebas para la resolución, ya que él se presume inocente”.

Lo único que Exigimos es que se le castigue como se merece, que se le dé la pena máxima”, puntualizó la hermana de Claudia.

El dolor por el vacío que deja la muerte de Claudia es algo irreparable, aprender a vivir con ello le ha significado a los y las Colunga Landaverde, tener que sobrellevar el duelo y la pérdida obligada por la violencia feminicida, exponiendo de manera admirable su capacidad de resiliencia.

“Es un dolor con el que aprendes a vivir día a día, ver a mis sobrinas, ver la sonrisa en sus caritas es como verla a ella, por eso exigimos justicia y se condene al agresor de mi hermana, que no se deje libre, para que el día de mañana no pueda hacerle lo mismo a otra mujer, que pague el resto de sus días, que no se le tenga piedad, porque él no la tuvo con ella, no le importó el dolor que causó. Es un error callar lo que nos pasa. Ojalá que todas las mujeres que estén atravesando por algún tipo de violencia, o por algo similar, encuentren las fuerzas necesarias para denunciar y abandonar a su agresor. Que sepan que alguien que realmente te quiere no te trata a golpes, no te humilla, no te hace sentir menos”, finalizó.

Hace casi tres años la violencia feminicida apagó el brillo de la mirada de Claudia Colunga Landaverde, mujer de 28 años, madre de familia, hija y hermana originaria de la localidad de San José del Tapanco, perteneciente al municipio de Rioverde. Claudia, quien fuese un eslabón importante de unión para su familia, sería víctima de la expresión más cruda y cruel de las violencias el día 25 de marzo del 2018 a manos de un hombre que la sujetó hasta su último aliento.

Hoy su familia clama por justicia, pues tuvieron que tolerar más de 37 meses una dura batalla para poder dar con el responsable del feminicidio de su hija y hermana; prófugo y huyendo de la justicia, el “presunto” culpable del feminicidio fue localizado el pasado 13 de enero en un hotel central de Rioverde donde cometió ese acto de extrema violencia.

Por ello la familia Colunga Landaverde pide que no se olviden de Claudia, una mujer de sentimientos y actuar noble, que se enfrentó a un tortuoso destino, dejando desesperanza e impotencia a su paso, pues, su feminicidio enmarcaría el sufrimiento de toda una familia que la recuerda siempre como una persona bondadosa.

No escuchar sus palabras de consuelo, no sentir sus abrazos cándidos, ni el amor que desbordaba en muestras de afecto ha sido lo más difícil de sobrellevar, así lo menciona su hermana Rubí, quien agrega “ Mi hermana era una chica alegre, como madre era muy amorosa, tenía dos hijas de una relación anterior. No hay un solo día en que ellas no la recuerden. Éramos muy unidas, siempre platicábamos de todo”.

Y son esos recuerdos y sobre todo su ausencia, lo que obliga a toda una familia a mantener presente los hechos con el que le fue arrebatada la vida a Claudia, también como una manera de poner sobre alerta acerca del tumultuoso camino que enfrentan las familias víctimas de feminicidio por la obtención de justicia.

“Todo comenzó cuando mi hermana tuvo una relación con este “tipo” (el agresor), cambió demasiado, hablaba poco de él. En varias ocasiones llegó a casa con marcas de violencia en ambos brazos, pero al preguntarle sobre eso nunca nos respondió. Cambió mucho su forma de ser, casi siempre estaba de mal humor o triste”.

“Mi hermana salió de casa el día 25 de marzo del 2018. Como ya era costumbre, pasaba los fines de semana con su entonces pareja. Después ya no supimos nada de ella, tratamos de contactarla pero su teléfono estaba apagado. Comenzamos a preocuparnos ya que el tipo nunca nos dio buena espina”, refirió Rubí.

Después de presentir que algo le sucedía a Claudia, en punto de las dos de la tarde del día 26 de marzo, el noticiero local transmitía una terrible noticia, en la imagen, un hotel y una figura femenina oculta entre sábanas parecía anunciar una tragedia.

“Nosotros vimos en las noticias que habían encontrado una chica degollada en el hotel central de Rioverde, nunca nos imaginamos que había sido ella. Después de un rato llegaron los de la funeraria, estaban buscando algún familiar cercano a Claudia. En ese momento supe que era ella de quien se hablaba”.

Después de ese caótico instante, la familia Colunga Landaverde supo que su vida sería otra sin Claudia, un feminicidio que trazaría las circunstancias penales del caso, su desarrollo e investigación. “Nos dedicamos enteramente a tener contacto con los ministeriales, los licenciados y nos hemos mantenido presentes en todo el proceso que se debe llevar a cabo, hemos recibido gran apoyo de su parte y de una forma muy amable”, insistieron.

Y a pesar que durante casi tres años el “supuesto” feminicida (pareja en ese entonces y violentador de Claudia) era ilocalizable, ahora se encuentra bajo las manos de la justicia, donde la familia Colunga enfrenta ya el viacrucis de poder demostrar su vínculo y culpabilidad en los hechos.

“Fueron 3 largos años de miedo e incertidumbre al saber que este tipo estaba prófugo y pensar que pudiera hacerle lo mismo a otra chica. Actualmente aún no se le ha dictado sentencia. El crimen de mi hermana está tipificado como feminicidio. Ahora las autoridades están en la espera de más pruebas para la resolución, ya que él se presume inocente”.

Lo único que Exigimos es que se le castigue como se merece, que se le dé la pena máxima”, puntualizó la hermana de Claudia.

El dolor por el vacío que deja la muerte de Claudia es algo irreparable, aprender a vivir con ello le ha significado a los y las Colunga Landaverde, tener que sobrellevar el duelo y la pérdida obligada por la violencia feminicida, exponiendo de manera admirable su capacidad de resiliencia.

“Es un dolor con el que aprendes a vivir día a día, ver a mis sobrinas, ver la sonrisa en sus caritas es como verla a ella, por eso exigimos justicia y se condene al agresor de mi hermana, que no se deje libre, para que el día de mañana no pueda hacerle lo mismo a otra mujer, que pague el resto de sus días, que no se le tenga piedad, porque él no la tuvo con ella, no le importó el dolor que causó. Es un error callar lo que nos pasa. Ojalá que todas las mujeres que estén atravesando por algún tipo de violencia, o por algo similar, encuentren las fuerzas necesarias para denunciar y abandonar a su agresor. Que sepan que alguien que realmente te quiere no te trata a golpes, no te humilla, no te hace sentir menos”, finalizó.

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