/ jueves 21 de enero de 2021

El caso Alejandra, deja a una familia destrozada; fallan autoridades en dar seguridad a la mujer: Colectivos

“Nos quedamos cortitas, sí sólo encarcelamos agresores", asevera la activista Fátima Alvizu

Una mancha incontenible de dolor e indignación ha ocasionado el feminicidio de Alejandra “N” joven de 20 años de edad, quien el pasado 18 de enero en el municipio de Rioverde su vida le fuera arrebatada a manos de Bernardo “N”.

El acontecimiento recalcó la violencia misógina y feminicida de la cual son víctimas centenares de mujeres día con día en el país. Alejandra sufría acoso por parte de su ahora victimario, sin embargo este hecho de hostigamiento no bastó para que se detuviera y con todo el dolo, la embistiera en su motocicleta para después raptarla y cortarle la ilusión de la vida. Situación que no sólo dejó a una familia destrozada, sino también a una pequeña menor de edad sin la compañía y guía de su madre.

Es por ello que diversas colectivas feministas, activistas y defensoras de los Derechos Humanos de las Mujeres, realizaron un posicionamiento -respaldado por Movilización Vivas nos Queremos SLP-, respecto de este cruel y deshumano destino del que fue víctima Alejandra, en el cual se lee lo siguiente:

“El feminicidio de Ale señala la insuficiencia de las medidas cautelares y de protección contenidas en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, mostrando, una vez más, no sólo la inoperancia de los mecanismos para proteger nuestras vidas, sino también la simulación de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, instalada en el estado de San Luis Potosí, la cual fue decretada el 21 de junio de 2017, a raíz de un panorama de violencia feminicida y machista en el estado. Esta misma se ha recrudecido y acrecentado exponencialmente y, aunque hay esfuerzos institucionales y buenas voluntades, no se ha establecido una política concreta que realmente garantice derechos y una vida libre de violencia a niñas y mujeres”.

“Los feminicidios no son casos de violencia aislada, no son un tema entre particulares, son la culminación de un continuum de violencia sistemática y sistémica, que encuentra su génesis en un orden social patriarcal, misógino e impune que, además, es omiso ante los llamados de justicia de niñas y mujeres”.

Hecho que no sólo vino a repensar el significado de justicia, sino también la experiencia que deja el acompañamiento a víctimas de feminicidio, necesaria para poder entender el entorno que envuelven estas situaciones tan cruentas y dolorosas.

Así lo manifestó la activista, abogada y defensora de los Derechos Humanos de las Mujeres Fátima Alvizu, quien además agregó que “Hace unos días, mujeres integrantes de organizaciones feministas colaboramos para la escritura de este posicionamiento en donde pedíamos Justicia para Ale. Ella fue víctima de feminicidio en Rioverde, y si bien su agresor fue detenido en flagrancia, su familia quería generar presión para que el caso no quedará en la impunidad”.

“Existieron comentarios y compartidos del posicionamiento, muchas personas, e incluso otras feministas, decían "Qué más quieren, si ya lo detuvieron", "al menos a él si lo agarraron". Necesitamos re-pensar lo que consideramos como justicia, porque pensar que justicia es “solo” encarcelar a un agresor, feminicida o violentador es quedarnos cortitas.

Por la propia estructura patriarcal, las mujeres nos encontramos operando diversos roles en nuestros núcleos sociales por lo que nuestras muertes violentas provocan secuelas de alto impacto en las vidas de quienes nos amaron”.

“Así que quisiera decirles que la empatía alcanza, pero no es así, el feminicidio es producto del continuum de violencia contra las mujeres, [...] ¿que sigue? Cuando asistimos a una víctima, es un proceso de escucha en donde la acompañante no tiene mucho que decir; así que superemos pensar que con encarcelar a alguien ahí se acaba lo que hay que hacer por una víctima”, puntualizó.

Por los feminicidios se debe garantizar la defensa de los Derechos Humanos de niñas y mujeres, es la prueba de la ausencia de medidas, disposiciones y mecanismos que exhiben la desatención, la carencia de prevención e investigación entorno a las violencias que padecen las mujeres.

Una mancha incontenible de dolor e indignación ha ocasionado el feminicidio de Alejandra “N” joven de 20 años de edad, quien el pasado 18 de enero en el municipio de Rioverde su vida le fuera arrebatada a manos de Bernardo “N”.

El acontecimiento recalcó la violencia misógina y feminicida de la cual son víctimas centenares de mujeres día con día en el país. Alejandra sufría acoso por parte de su ahora victimario, sin embargo este hecho de hostigamiento no bastó para que se detuviera y con todo el dolo, la embistiera en su motocicleta para después raptarla y cortarle la ilusión de la vida. Situación que no sólo dejó a una familia destrozada, sino también a una pequeña menor de edad sin la compañía y guía de su madre.

Es por ello que diversas colectivas feministas, activistas y defensoras de los Derechos Humanos de las Mujeres, realizaron un posicionamiento -respaldado por Movilización Vivas nos Queremos SLP-, respecto de este cruel y deshumano destino del que fue víctima Alejandra, en el cual se lee lo siguiente:

“El feminicidio de Ale señala la insuficiencia de las medidas cautelares y de protección contenidas en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, mostrando, una vez más, no sólo la inoperancia de los mecanismos para proteger nuestras vidas, sino también la simulación de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, instalada en el estado de San Luis Potosí, la cual fue decretada el 21 de junio de 2017, a raíz de un panorama de violencia feminicida y machista en el estado. Esta misma se ha recrudecido y acrecentado exponencialmente y, aunque hay esfuerzos institucionales y buenas voluntades, no se ha establecido una política concreta que realmente garantice derechos y una vida libre de violencia a niñas y mujeres”.

“Los feminicidios no son casos de violencia aislada, no son un tema entre particulares, son la culminación de un continuum de violencia sistemática y sistémica, que encuentra su génesis en un orden social patriarcal, misógino e impune que, además, es omiso ante los llamados de justicia de niñas y mujeres”.

Hecho que no sólo vino a repensar el significado de justicia, sino también la experiencia que deja el acompañamiento a víctimas de feminicidio, necesaria para poder entender el entorno que envuelven estas situaciones tan cruentas y dolorosas.

Así lo manifestó la activista, abogada y defensora de los Derechos Humanos de las Mujeres Fátima Alvizu, quien además agregó que “Hace unos días, mujeres integrantes de organizaciones feministas colaboramos para la escritura de este posicionamiento en donde pedíamos Justicia para Ale. Ella fue víctima de feminicidio en Rioverde, y si bien su agresor fue detenido en flagrancia, su familia quería generar presión para que el caso no quedará en la impunidad”.

“Existieron comentarios y compartidos del posicionamiento, muchas personas, e incluso otras feministas, decían "Qué más quieren, si ya lo detuvieron", "al menos a él si lo agarraron". Necesitamos re-pensar lo que consideramos como justicia, porque pensar que justicia es “solo” encarcelar a un agresor, feminicida o violentador es quedarnos cortitas.

Por la propia estructura patriarcal, las mujeres nos encontramos operando diversos roles en nuestros núcleos sociales por lo que nuestras muertes violentas provocan secuelas de alto impacto en las vidas de quienes nos amaron”.

“Así que quisiera decirles que la empatía alcanza, pero no es así, el feminicidio es producto del continuum de violencia contra las mujeres, [...] ¿que sigue? Cuando asistimos a una víctima, es un proceso de escucha en donde la acompañante no tiene mucho que decir; así que superemos pensar que con encarcelar a alguien ahí se acaba lo que hay que hacer por una víctima”, puntualizó.

Por los feminicidios se debe garantizar la defensa de los Derechos Humanos de niñas y mujeres, es la prueba de la ausencia de medidas, disposiciones y mecanismos que exhiben la desatención, la carencia de prevención e investigación entorno a las violencias que padecen las mujeres.

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