Sus ojos y su lente lo han visto todo: la seducción del poder,la belleza deslumbrante, la ambición que todo destruye, lasencillez de quien ha pisado la luna, la corrupción callejera, lamuerte haciendo su trabajo, la sangre de guerra… el perfume y lailusión de una quinceañera.
Javier Vallejo Coronel es dueño de un pasaporte al que no lecabe un sello de aduana más, el mismo que lo acompañó aOlimpiadas y Mundiales de fútbol, a la toma de posesión de Nixony Carter, a cumbres de paz, al pinochetazo, a las giraspresidenciales de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, aldespegue del Apolo 11, a la guerra en Vietnam.
Fundador de El Sol de San Luis en 1952, ha sido testigopresencial de los grandes acontecimientos del siglo pasado y deeste naciente. Su cámara todo lo registró, sin maquillajes, concrudeza, con pasión, como debe ser cualquier fotografíaperiodística. Sin lugar a dudas, un adelantado a su época.
Y lo volvería hacer, es más, lo recomienda a quienes tienenvocación por la fotografía periodística. “Tuve la fortuna deestar en el momento y lugar indicados y conocí al hombre que pudohacerlo posible, el coronel García Valseca, de lo contrariohubiera sido muy difícil. Me dio casa, vestido y sustento, yorespondí a esa confianza y ahí están los resultados”.
https://youtu.be/QzB1_EAw2Y8
LA CÁMARA, UNA TRADICIÓN FAMILIAR
Nació en Apizaco, Tlaxcala y llegó a San Luis cuando teníatres años. Su papá don Luis le inculcó sus primerosconocimientos mientras operaba su estudio para mantener a sus ochohijos. Graciela la mayor, Rubén, Sergio el que pinta, luegoJavier, Fernando quien murió hace unos seis meses, Martha, Elvia yLuisito que murió muy pequeño. Y todos, de alguna manera,heredaron la tradición familiar: la fotografía.
Ni idea tenía lo que era una rotativa, un periódico, hasta quesu padre lo envió con el señor Rosillo. Y nunca más dejó elperiodismo. Empezó a revelar, después como fotógrafo con unaArgus C3 de 35 mm de su papá, cubrió deportes y despuéspoliciaca con su reportero, Fausto Zapata Loredo, al paso de losaños gobernador de San Luis Potosí y un gran personaje de lapolítica nacional.
Abrió Los Soles de Zacatecas, el Del Norte, la Tribuna deMonterrey, el de Aguascalientes hasta que un día, empezó aescribirse la historia para la que estaba destinado. Vino elpresidente Adolfo López Mateos a San Luis y visitó El Sol de SanLuis. Javier le tomó una foto adentro de su camión y elperiódico puso una manta que decía: “Bienvenido señorPresidente”. López Mateos y el coronel García Valseca en primerplano saludándose y al fondo la manta de dos por dos metros.
[caption id="attachment_169725" align="alignnone" width="599"]FUE TESTIGO de las infamias de la guerra, de las historias defamilia que se rompen en un segundo. Foto: MartínFabián[/caption]
Al día siguiente, el presidente fue a Ciudad Valles a entregartítulos de propiedad. Un beneficiario, campesino, de sombrero ytraje de manta, tras recibir su papel, sacó un pañuelo y lloróde felicidad. La escena fue capturada por Javier y publicada deprincipal en la edición de El Sol.
Con ambas fotos, la del periódico y la de Valles, el coronelquedó fascinado y mandó llamar a Javier a la Ciudad de México.Le pidió ambas gráficas y jamás lo soltó. El 5 de junio de 1965empezó a trabajar en el proyecto que nacería poco después: ElSol de México a color.
No tenían ni la menor idea de lo que era el color y él se losenseñó, por ello, la primera foto con esas características en undiario en toda Iberoamérica se publicó el viernes 9 de julio del65 y era del potosino Javier Vallejo. En ella, el gabinetepresidencial de Díaz Ordaz incluyendo a Antonio Rocha Cordero, susecretario de Gobernación.
EL VIAJE A LA LUNA
Antes de cubrir el viaje a la luna el 16 de julio de 1969,Javier Vallejo realizó algunos viajes a Miami, Florida, paradiseñar rutas alternas que le permitieran regresar con el materiala tiempo, salidas emergentes. Ese día, sería una locura y tuvoque rentar una avioneta de Tampa a Miami ya que por tierra eraimposible el paso. En la noche de ese día histórico las fotos dellanzamiento de la misión Apolo 11 estaban en la redacción de ElSol de México.
Los héroes Armstrong, Collins y Aldrin le firmaron la foto y elcertificado de asistencia al lanzamiento, cuando vinieron aMéxico, como parte de una gira mundial, en el Ángel de laIndependencia. Javier Vallejo conocía a Armstrong desde 1957,cuando el periódico realizó un concurso entre estudiantes paraque realizaran una especie de ensayo sobre lo que pasaría cuandoel hombre llegara a la luna.
LO VOLVERÍA A HACER
Recorrió el mundo, la China y su muralla, Centroamérica y suscarencias, Sudamérica y sus sueños, Europa y su grandeza, perocomo periodista, se topó siempre con la cruda realidad. Saliendode la plaza de toros de León, encuentra a una mujer con el cuellocortado, le brotaban los primeros chorros de sangre. “¿Qué,qué? Balbuceaba. Vallejo empezó a fotografiarla. En eso sale unajoven con un cuchillo en la mano. ¿qué te pasó, le preguntó?,ella no respondía.
En otra foto, aparece un policía tratando de sostener a lainfortunada mujer en su viaje, primero al suelo y luego a laeternidad. Cayó muerta. Estaba embarazada. La había degollado suhijastro porque “había manchado el honor de la familia”.Después, como parte de la secuencia, el homicida es detenido y supadre y hermana, sumidos en el llanto. La tragedia captada en elmomento preciso por la lente de Vallejo.
¿Qué si lo volvería a hacer? Claro, ahora se hace más fácilel periodismo en redes sociales, antes era un crimen enfrentarte acualquier cosa, con el navismo sufrimos los periodistas, nos fuecomo en feria con los seguidores del doctor, pero salimos adelanteen nuestra tarea, esa, de cazar la historia…
EL FOTÓGRAFO DEL MUNDO
Entre sus misiones como periodistas más importantes, recuerdala cobertura de la campaña, toma de posesión y derrocamiento deSalvador Allende como presidente de Chile. El coronel olió lo quevenía, “vete a Chile, se va a volver comunista”. Trasreportarse con el embajador Gonzalo Martínez Corbalá, potosino yexgobernador, para avisarle que andaría por allá por si algopasaba, fue testigo en primera fila de uno de los episodios mástrascendentales de la historia reciente.
[caption id="attachment_169724" align="alignnone" width="599"]NO TENÍAN ni la menor idea de lo que era el color y él se losenseñó, por ello, la primera foto con esas características en undiario en toda Iberoamérica se publicó el viernes 9 de julio del65. Foto: Martín Fabián[/caption]
“Para ir a Vietnam me engañaron, y es que eso es la guerra,un vil engaño. El coronel nos mandó a Benjamín Wong y a mi aLos Ángeles el 14 de septiembre, para cubrir el 15 la ceremoniadel Grito que realiza el consulado. El plan estaba hecho porque medijo que necesitaba darme credenciales de los periódicos y elnunca daba, decía que un buen periodista no necesita respaldarseen una credencial, pero sabía que las iba a necesitar, para unostrámites, dijo”. “A nadie le daba y a mi me dio dos, con lafirma de su puño y letra. En la mañana del 16 de septiembre nosllama a Los Ángeles y me dice Benjamín: ¿ya sabes a dondevamos?, le respondí, no, pero ando equipado. Vamos a Vietnam,dicen que Estados Unidos va a abandonar la guerra”.
Nos fuimos en octubre del 67 en plenas fiestas de Vietnam. DesdeHonolulu tuvimos problemas, por el apellido Wong de Benjamín,hablaron a la Casa Blanca y tras investigar nos dejaron abordar elvuelo a Saigón que era para los familiares de soldados. Fuetestigo de las infamias de la guerra, de las historias de familiaque se rompen en un segundo, de los niños muriendo de hambre ypreguntándole ¿yo por qué?, cuando los rifles occidentales lesapuntaban a la cabeza o les arrancaban a sus padres, mientras loscañonazos explotaban cada 10 segundos. Una bala no disparada no esuna bala ahorrada, decían los soldados estadounidenses. Cada bala,costaba 285 dólares.
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