Sufrir la amputación de un pie a causa de la diabetes, hundió a don Arturo en depresión y se quedó sin empleo, ahora vive con el apoyo de la población que circula en el Centro Histórico.
El señor Arturo Rodríguez López ha hecho del pasaje Hidalgo su lugar de trabajo, con su silla de ruedas se apuesta diariamente a un costado del Palacio Municipal para pedir una moneda a los paseantes que circulan por el Centro Histórico; con 62 años de edad, narra que en 2014 le amputaron el pie derecho debido a una úlcera que se le infectó por la diabetes.
Esa situación lo llevó a caer en depresión, hasta bajar a 54 kilos de peso, además de quedarse sin empleo, “antes de eso trabajaba como carnicero en la Merced, toda mi vida fui carnicero”, pero con una extremidad amputada y pie de Charcot en el otro, ya no volvió a conseguir empleo. Asegura que su intención no era vivir de la caridad, sin embargo no cuenta con pensión, así que la necesidad lo llevó a salir a las calles, “yo no iba a pedir, un día se me ocurrió, me animó otra persona que también está enfermo”.
Don Arturo nunca se casó, y aunque tiene hermanos, explica que aún se siente fuerte para desplazarse por sí mismo y vivir solo, eso sí, renta un cuarto en los alrededores de la zona de transferencia para estar cerca del Centro y no tener que hacer traslados muy largos.
Menciona que así como hay personas que se desprenden de una moneda para apoyarlo, hay otras que no lo hacen, sin embargo logra reunir lo suficiente para sus gastos y comprar sus medicamentos, “con un pesito, dos pesitos que nos den es suficiente”; destaca que ahora que conoce las consecuencias de sufrir una descompensación por diabetes, sigue su tratamiento al pie de la letra y asiste cada mes al médico para su chequeo.
Como consejo a los jóvenes, recomendó que “no anden en los vicios, que le echen ganas, tienen una vida por delante, nosotros ya vamos de salida, pero ellos son el porvenir de México”.