A pesar de su sobria arquitectura, con una fachada exterior mucho más larga que ancha, en una sola planta y enchapada parcialmente de cantera rosa, el edificio de mediados del siglo XIX -que en 2009 se constituyó como Museo de Arte Contemporáneo- fue construido para albergar una casa de matanza, a la que llamaron “Mercado de Carnes, La Luz”.
A finales del siglo XIX -por un corto tiempo- fue tienda de ropa; y ya cerca de 1900 fue sede de los almacenes de Valentín Elcoro, ferretería que ocupaba también un edificio -de gran altura para la época y que ya no existe- ubicado en la esquina de Álvaro Obregón y Morelos.
Así lo narró a El Sol de San Luis el estudioso de la historia potosina, Fernando Chavira López, quien destaca que “a principios del siglo XX se constituye en oficina de Correos y en la segunda década del XXI como museo”.
Precisó que “desde su construcción, de 1865 a 1886, el edificio neoclásico ha tenido esas distintas funciones; en 1865 se construyó la planta baja e inició su actividad como rastro, después como almacén de ropa y tienda Elcoro, en 1904 pasa a ser propiedad federal de servicio al público como correos”.
De acuerdo con la página web del propio museo, “se trata de un edificio singular, de forma alargada, que converge su expresión arquitectónica con el contexto urbano actual”.
Hasta hoy conserva su estilo neoclásico, luce pilastras dóricas que se encuentran en ambos lados de todas sus puertas, frontones clásicos -tanto en la fachada del edificio como en el remate del segundo piso-, acentuando su estilo con la magnífica balaustrada de macetones que coronan toda la parte superior.
Es de una amable sobriedad y son dignos de admiración el moldurado friso que lo circunda y la elegante balaustrada que lo corona, la cual con verdadera gracia se rompe al llegar al piso superior y luego salta a coronarlo también hasta el arranque de los frontones, como sucede en el piso bajo desde su construcción.
Otra de sus rarezas es que puede considerarse uno de los palacios que en esta ciudad cubren una manzana completa y al funcionar por un siglo como oficina federal, mucha gente aún lo nombra como “el edificio de correos”.