Por segundo año consecutivo la Iglesia Católica celebra una Semana Santa atípica, iniciando con un Domingo de Ramos presencial pero con pocos feligreses en los templos, ya que el aforo sigue siendo limitado.
En esta ocasión no hubo venta de palmas y ramos en las calles y plazas que rodean las principales parroquias del Centro Histórico, y los pocos vendedores que pretendían instalarse fueron retirados por los inspectores municipales, tan solo se permitió que las propias iglesias tuvieran mesas en las entradas donde vendían veladoras, rosarios y unas cuantas palmas a los fieles que entraban.
De manera general todos los templos mantuvieron sus puertas abiertas al público durante sus celebraciones Eucarísticas, cuidando las medidas sanitarias como la sana distancia, aforo de entre el 50 y 70 por ciento, gel antibacterial y en algunos casos la toma de temperatura.
En el caso de la Catedral Metropolitana de San Luis Potosí la misa del medio día se llevó a cabo a puerta cerrada, y fue celebrada por el Arzobispo de la Arquidiócesis, Monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero; los pocos feligreses que lograron entrar tuvieron que llegar 15 o 20 minutos antes para garantizar su lugar, pero una vez que se llegó al límite de capacidad las puertas se cerraron y no se permitió el acceso a más gente.
En años anteriores, previo a la celebración de la misa de Domingo de Ramos, Monseñor Cabrero Romero presidía una pequeña peregrinación que daba inicio en la Parroquia Sagrario Metropolitano, mejor conocida como “La Compañía”, donde se realizaba la bendición de las palmas. Posteriormente, marchaba rumbo a la Catedral acompañado de otros sacerdotes, religiosas y feligreses para celebrar la Eucaristía; esto como una representación de la entrada de Jesús a Jerusalén.
Sin embargo, debido a la pandemia, en esta ocasión la bendición y peregrinación se llevó a cabo dentro de la misma Catedral, a fin de evitar aglomeraciones.
“El Domingo de Ramos es signo de la entrega gratuita de Jesús a fin de rescatarnos a todos; es un anticipo de lo que celebraremos en estos días, principalmente lo que es el triduo Pascual, desde la Cena del Señor, todo su caminar hacia la Cruz y sobre todo la Resurrección, el triunfo de Jesús. Lo celebramos para no para despertar el dolor sino para recordar que ha triunfado el amor”, expresó Monseñor Cabrero Romero.
Finalmente, aunque este año nuevamente no habrá Procesión del Silencio, Viacrucis, visita a los 7 Altares y otras actividades que han caracterizado a San Luis Potosí por más de 50 años, el Arzobispo consideró que esto no será el fin de éstas y otras tradiciones religiosas, sino por el contrario, hoy más que nunca los signos que representan a la Semana Santa cobran mayor sentido para quienes sufren algún padecimiento.
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