La muerte siempre es una gran incógnita en el ser humano, que cuando rememora a sus seres queridos que han partido , sus sentires se dividen entre el dolor de perderles y la alegría de recordarles.
Emociones que entorno a la celebración del Día de Muertos, recorren las avenidas largas y las calles cortas de los panteones de la capital, en donde las familias se reúnen en la intimidad de los sepulcros de sus difuntos, a rendir homenaje a sus seres más queridos.
Flores de cempasúchil, comida, adornos y hasta juguetes y globos, inundan hoy algunas tumbas, pero también hay soledad, olvido, abandono, si , ahí también yacen los sepulcros de varios que hoy son abrazados por la maleza fértil del cementerio.
Historias también hay muchas, como la de Magdalena Cruz quien fue a visitar a su hija, Estrella Hernández Cruz, una alegre adolescente que perdió la vida a causa de una enfermedad en los pulmones, a la edad de 16 años.
La señora Magdalena, explicó con timidez, como es que desde hace 4 años, visita la última morada de su joven hija y como esto se ha convertido también en ritual de cercanía, de memoria y de amor infinito y respeto al vínculo eterno que tiene con su pequeña.
“Desde que pasó, cada año vengo a El Saucito a dejarle flores a mi niña, la recuerdo con mucha alegría porque sé que ya descansa. Mucha gente se pone triste al hablar de sus fallecidos, yo honro a mi hija recordándola siempre con una sonrisa”.
Y es esta algarabia a la muerte, lo que se vivió en cada uno de los panteones, como lo fue en el Panteón Españita, enclavado en avenida Constitución, donde la magia y la visión femenina (en su mayoría), se manifestaron en cruces, coronas, ramos y adornos que enmarcan esta fecha tan identitaria del pueblo mexicano como lo es el Día de Muertos.
Ahora el trabajo de las manos de la señora Mink, Antonina y Paulina, adorna las tumbas de los difuntos de aquellas familias que fundaron la colonia Simón Díaz.
En donde los listones de colores, los entramados vistosos y el trenzado de tela realizado por mujeres, son un llamado a la vida perpetua, un saludo a los difuntos, una demostración de afecto a quienes fueron y lo que dejaron.
“Es una época muy bonita, como comerciantes cada año nos ponemos a vender las coronas de listón, muchas familias llevan, sobre todo a las mamás que ya fallecieron, es una festividad que debemos cuidar”.